Empate catastr¨®fico en Catalu?a
No se busca que el pueblo exprese su voluntad acerca de la independencia sino crear las condiciones para que se produzca una igualdad que genere una presi¨®n tan intensa y violenta que reviente la convivencia social
Catalu?a avanza hacia un escenario de sinraz¨®n colectiva generalizada. Un contexto de inestabilidad muy grave que puede proyectar un desenlace inquietante all¨ª, en el resto de Espa?a e, incluso, en toda Europa. Barcelona puede ser a nuestro tiempo lo que Par¨ªs fue para la revoluci¨®n de 1848: el laboratorio de un colapso institucional y legal sist¨¦mico que extienda su experiencia populista por toda la geograf¨ªa de un continente vulnerable y expuesto a la propagaci¨®n de las pasiones pol¨ªticas. La raz¨®n populista acecha y las sombras sentimentales que la sustentan asedian los fundamentos de legalidad y moderaci¨®n de todas las democracias europeas.
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La aprobaci¨®n de las leyes de refer¨¦ndum y transitoriedad catalanas ha provocado un precedente populista que da?a gravemente la seguridad jur¨ªdica de nuestro sistema de garant¨ªas individuales. Se ha iniciado una crisis estructural que afecta al Estado al cuestionarse los resortes institucionales que hacen viable la convivencia legal que caracteriza a las sociedades abiertas. Con estas decisiones se ha excepcionado peligrosamente nuestra democracia formal. M¨¢xime si desde la Generalitat y otras instituciones catalanas se apela directamente a que los sentimientos se adue?en de las calles por aclamaci¨®n. Catalu?a avanza as¨ª hacia el desbordamiento de la legalidad por la sinraz¨®n tumultuaria. Con esta maniobra se constata c¨®mo el populismo hegemoniza el desarrollo del proceso soberanista. De hecho, emerge a la superficie de los acontecimientos un vector subversivo que resetea las estructuras de clase que han dirigido el catalanismo hist¨®rico desde la Renaixen?a a la aprobaci¨®n de la reforma del Estatut de Catalu?a.
Esta oleada populista utiliza al nacionalismo para dislocar el aparato institucional del Estado de derecho. Hegemoniza su relato y desactiva la moderaci¨®n original que inici¨® su andadura con la Transici¨®n. El objetivo es disolver el componente dial¨®gico y pactista del catalanismo y combatir expl¨ªcitamente la fuerza de la ley a la hora de garantizar la seguridad jur¨ªdica que plasma la paz social y que es, no lo olvidemos, la raz¨®n misma del Estado de derecho. Con estas maniobras se manipulan los malestares colectivos de muy diversa procedencia y naturaleza, y se hacen converger todos ellos en un punto de fricci¨®n y tensi¨®n insoportables. En este caso, se localizan alrededor de la materializaci¨®n, como sea y al precio legal que sea, de un refer¨¦ndum sin garant¨ªas de ning¨²n tipo. Con ello no se busca que el pueblo exprese su voluntad acerca de la independencia de Catalu?a, sino otra cosa: crear las condiciones para que se produzca un ¡°empate catastr¨®fico¡± populista que despliegue sus efectos sociales despu¨¦s del 1-O. Un momento de colisi¨®n estructural que genere una presi¨®n tan intensa y violenta que acabe reventando las costuras de una convivencia social herida por la crisis.
El objetivo es el colapso del Estado con la confrontaci¨®n en la calle de los proyectos pol¨ªticos
El ¡°empate catastr¨®fico¡± es para el populismo una etapa m¨¢s en la estrategia de dislocaci¨®n del Estado. El objetivo es el colapso de este mediante la confrontaci¨®n en la calle de los proyectos pol¨ªticos y los bloques sociales que alimentan la dial¨¦ctica amigo-enemigo del populismo. Y todo ello a partir de un pulso de voluntades sin soluci¨®n. Un pulso que ponga en jaque la paz social y paralice durante semanas o meses el sosiego c¨ªvico. Se tratar¨ªa de condensar emocionalmente los diversos malestares sociales en un excedente de indignaci¨®n que configure ¨¦picamente una voluntad colectiva nacional-popular que rompa la resistencia institucional al someterla a contradicciones legalmente irresolubles que hagan colapsar el statu quo mediante la ruptura de la convivencia colectiva.
El populismo ense?a en estos momentos en Catalu?a sus dispositivos de acci¨®n y relato. Agrega actores diversos y golpea con la violencia de un lenguaje que fractura la sociedad entre amigos y enemigos, al tiempo que proclama la futura construcci¨®n de un pueblo renovado que sustituye el todo catal¨¢n por la parte independentista. Y todo ello despreciando la institucionalidad vigente al adjetivarla como represora y arbitraria, invirtiendo ante la opini¨®n p¨²blica internacional la carga de la prueba y confundiendo sentimentalmente el marco de objetivaci¨®n social que interpreta la realidad misma.
?C¨®mo salir de este bucle de condensaci¨®n ¨¦pica que busca la cat¨¢strofe de rebasar l¨ªneas rojas para las que no hay vuelta atr¨¢s si se inocula la r¨¦mora de la culpa y la responsabilidad de la ruptura? Rechazando la dial¨¦ctica schmittiana del amigo-enemigo e invocando la solidaridad afectuosa que recomponga el ¡°nosotros¡± del pueblo como sujeto pol¨ªtico soberano.
En el di¨¢logo racional que ampara la ley democr¨¢tica est¨¢ la derrota del populismo
El objetivo es desmentir el empate catastr¨®fico y restablecer los cauces dial¨®gicos de la democracia mediante su cuidado a trav¨¦s del restablecimiento de su plena potencialidad reformista. Pero para que eso opere es necesario, antes, restablecer la legalidad que nos protege a todos de la arbitrariedad. Sin reglas y l¨ªmites formales y sustanciales no hay democracia sino tiran¨ªa del n¨²mero, sea cual sea este, pues, como se?alaba Kelsen: la democracia de la mayor¨ªa solo se hace soportable cuando es ejercida de forma procedimental, limitada y regular.
O la democracia es deliberativa o no es democracia. Y esto es fundamental a la hora de reconducir el escenario de apor¨ªa al que nos enfrentamos en estos momentos en Catalu?a.
Si esa sombra de la democracia que es el populismo se adue?a de los acontecimientos, entonces, hay que desarrollar una acci¨®n pol¨ªtica orientada a disiparla mediante el restablecimiento del ¨²nico marco posible para el di¨¢logo: la legalidad. Ley ahora y di¨¢logo ma?ana si queremos resta?ar las heridas colectivas que se est¨¢n produciendo e impedir el empate catastr¨®fico que se dibuja en el horizonte. En el di¨¢logo racional que ampara la ley democr¨¢tica est¨¢, por tanto, la derrota del populismo. Pero solo ser¨¢ posible si admitimos que el di¨¢logo debe ser leal y basado en un patriotismo constitucional que renuncie a la confrontaci¨®n buscada tanto por los nacionalistas espa?oles como los catalanes. Un di¨¢logo que ineludiblemente tendr¨¢ que debatir sobre la identidad colectiva que queremos construir los espa?oles en el siglo XXI. Circunstancia que tendr¨¢ que hacernos revisitar, sin duda, los conceptos de Espa?a y Catalu?a y si las ideas homogeneizadoras y esencialistas que la Revoluci¨®n Francesa y el Romanticismo alem¨¢n introdujeron al respecto en una y otra siguen siendo viables en los entornos de complejidad posmoderna actuales.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle es secretario de Estado para la Sociedad de la Informaci¨®n y la Agenda Digital de Espa?a.
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