Borg vs. McEnroe o c¨®mo convertir un partido de tenis en thriller piscol¨®gico
El cineasta sueco Janus Metz presenta su ¨®pera prima en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, con Shia LaBeouf de protagonista
?C¨®mo convertir un partido de tenis en una experiencia cinematogr¨¢fica llena de tensi¨®n y de emoci¨®n? Eso es lo que consigue el cineasta sueco Janus Metz en su ¨®pera prima, presentada?en la secci¨®n de Perlas del Festival de San Sebasti¨¢n tras su paso por Toronto. La pel¨ªcula se encarga de acercarnos a las controvertidas personalidades de dos de los m¨¢s grandes jugadores de la historia del tenis, Bj?rn Borg y John McEnroe, justo en el momento en el que se enfrentaron por primera vez en el que todav¨ªa se considera el partido del siglo (del siglo pasado, claro est¨¢), la final de Wimbledon de 1980.
¡°Si alguien no recuerda el resultado de la m¨ªtica final de Wimbledon, mejor que no lo busque porque disfrutar¨¢ todav¨ªa m¨¢s de una experiencia llena de tensi¨®n y expectaci¨®n¡±
En aquel momento, el sueco Bj?rn Borg, con tan solo 24 a?os, hab¨ªa conseguido ganar ese torneo en cuatro ocasiones. Se encontraba en el c¨¦nit de su carrera y su ascenso hab¨ªa sido imbatible desde que se convirtiera en un ¨ªdolo teen del deporte tras su debut con 15 a?os en la Copa Davis. Si ganaba el quinto Wimbledon pasar¨ªa a la historia. Pero un nuevo contrincante hab¨ªa surgido por el camino, John McEnroe. Los medios comenzaron a considerarlo un enfant terrible, un outsider y un macarra que ten¨ªa tan mal car¨¢cter y se enfurec¨ªa tanto en cada partido, que terminaba rompiendo raquetas, insultando al juez y meti¨¦ndose con el p¨²blico. En un programa de televisi¨®n incluso llegaron a denominarlo como ¡°El hombre que peor defend¨ªa los valores americanos desde Al Capone¡±. As¨ª de mal ca¨ªa.
La fiera iracunda de McEnroe contra la sangre helada n¨®rdica de Borg. El ni?ato contra el gentleman. Los sentimientos y la rabia, frente a la contenci¨®n y la concentraci¨®n. A trav¨¦s de esos t¨¦rminos los defini¨® la prensa, y as¨ª pasaron en buena manera a la posteridad. A Borg siempre lo recordaremos en la pista como un ser impenetrable, y a McEnroe como un aut¨¦ntico broncas.
Pero la pel¨ªcula de Metz no se queda solo con eso y nos conduce un poco m¨¢s all¨¢. No solo rasca la superficie, sino que se encarga de meter el dedo en la llaga en algunos aspectos tanto profesionales como personales de cada uno de los personajes que nos conducen directamente a sus fantasmas.
As¨ª, conoceremos a un Borg obsesivo y mani¨¢tico, tremendamente inseguro y con una gran cantidad de problemas psicol¨®gicos que solo parec¨ªan mitigarse a trav¨¦s del triunfo y el ¨¦xito. Y a un McEnroe que en realidad lo que buscaba era desesperadamente aceptaci¨®n y atenci¨®n. Para el gran p¨²blico eran la cara y la cruz. El h¨¦roe y el villano. Pero en realidad no se encontraban tan lejos el uno del otro. De hecho, se admiraban mutuamente: Borg porque se reconoc¨ªa en McEnroe y McEnroe porque le gustar¨ªa tener la capacidad de autodominio de Borg. No es de extra?ar que terminaran siendo muy amigos.
Pero lo que nos muestra la pel¨ªcula es precisamente la parte m¨¢s siniestra y oscura de sus personalidades a trav¨¦s de un proceso de desmitificaci¨®n. Los dos eran excelentes deportistas, pero estaban muy jodidos emocionalmente, ten¨ªan graves carencias emocionales y el tenis parec¨ªa ser el ¨²nico medio para apaciguar su rabia. Pero cuando sal¨ªan de la pista, su mundo pod¨ªa f¨¢cilmente llegar a desmoronarse.
Mientras, el p¨²blico que los segu¨ªa los utilizaba para construir a su alrededor una imagen deformada del ¨¦xito y el fracaso y para ejemplificar los valores de esfuerzo y sacrificio a la hora de conseguir una meta determinada.
¡°A Borg siempre lo recordaremos en la pista como un ser impenetrable, y a McEnroe como un aut¨¦ntico broncas¡±
El director se divierte evidenciando las diferencias entre los personajes desde el punto de vista descriptivo: Mientras Bj?rn baja la calefacci¨®n de su habitaci¨®n de hotel para controlarse las pulsaciones, McEnroe est¨¢ escuchando rock con una camiseta de los Ramones. Mientras uno revisa cada una de las raquetas para asegurarse de que las cuerdas est¨¢n en perfecto estado, el otro se va de bares con sus amigos. La calma contra el caos y la anarqu¨ªa. Pero tambi¨¦n se sumerge en sus respectivas infancias para indagar sobre el origen de sus traumas. As¨ª, accedemos a sus sue?os de ni?ez y a su posterior rebeld¨ªa como s¨ªmbolo de que ninguno de los dos estaba dispuesto seguir a rajatabla los clich¨¦s y las convenciones.
En una de las escenas de la pel¨ªcula, el entrenador del colegio de Bj?rn le sugiere que deje el tenis porque no pertenece a una esfera social determinada. ¡°Es un deporte para caballeros¡±, dice. Normalmente los flashbacks en los biopics pueden resultar peligrosos, o bien porque son demasiado expl¨ªcitos o porque rompen el ritmo de la narraci¨®n. En esta pel¨ªcula funcionan a la perfecci¨®n, quiz¨¢s porque nos sirven como herramienta fundamental para llegar al momento crucial de la funci¨®n: El partido.
Si alguien no se acuerda del resultado de esa m¨ªtica final de Wimbledon, mejor que no lo mire en Wikipedia, porque entonces disfrutar¨¢ todav¨ªa m¨¢s de toda una experiencia deportivo-cinematogr¨¢fica llena de tensi¨®n y expectaci¨®n. Y es que en cada punto los personajes se dejan la piel en la pista y la c¨¢mara filma cada una de sus reacciones de una manera tan precisa como emocionante, como si se tratara de dos gladiadores que luchan en la arena por su vida o su muerte. Cuando llegamos al Point Break, ya estamos al borde del ataque de nervios.
Y todo gracias al rigor y la minuciosidad del director a la hora de planificar cada secuencia, de forma tan imaginativa como electrizante, pero tambi¨¦n gracias a dos actores que se juegan el pellejo en cada golpe. Estupendo descubrimiento el del guap¨ªsimo Sverrir Gudnason como Borg y qu¨¦ decir de Shia LaBeouf como McEnroe¡ que probablemente no vaya a interpretar a un personaje que se ajuste mejor a su propia manera de ser. LaBeaouf se mimetiza por completo con McEnroe y compone uno de los personajes de su carrera: iracundo, incapaz de controlarse, falt¨®n y chuleta. Escupiendo al suelo, enfrent¨¢ndose a todo el mundo y maldiciendo continuamente, pero con un punto de ternura disimulada y esquiva en su mirada. No se queda solo en el estereotipo, sino que logra impregnarlo de humanidad. El mundo del tenis por fin tiene una gran pel¨ªcula.
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