Las fiestas deben ser otra cosa

Mi ingenuidad deb¨ªa de ser may¨²scula el tiempo en el que cre¨ª que un refer¨¦ndum era la m¨¢xima expresi¨®n de la democracia. Que era permitir expresarse al pueblo libremente, sin adoctrinamientos, sin fisuras por las que se escapara la esencia de la ¨¦tica y la convivencia. Era tal mi confianza depositada en que una sociedad era lo suficientemente madura cuando era capaz de conducir a sus gentes a un proceso pol¨ªticamente as¨¦ptico que respondiera a una pregunta en igualdad de condiciones para la respuesta, que observo con profunda tristeza la consulta catalana. Hemos maltratado la palabra refer¨¦ndum, adorn¨¢ndola con la posibilidad de llegar al mismo mediante subterfugios pol¨ªticos, con listas electorales clandestinas, urnas vilipendiadas, papeletas impresas dom¨¦sticamente, linchamiento social de quienes piensan distinto, y derechos que amparan ¨²nicamente a parte de los votantes. As¨ª yo no dar¨ªa legitimidad a un s¨ª o a un no. Porque las fiestas de la democracia deben de ser otra cosa, porque mi respeto al voto ajeno se ha visto sesgado en el mismo grado que siento subestimado el m¨ªo. Tardar¨¦ mucho en volver a creer que hab¨ªamos avanzado. La insensatez de unos pocos ha pretendido hacer pedazos mis sentimientos dem¨®cratas, pero con su huida ilegal solo los han reforzado.¡ª Luis Alberto Rodr¨ªguez Arroyo. Santo Tom¨¢s de las Ollas (Le¨®n).