Los cerebros de los robots
COLIN ANGLE ten¨ªa tres a?os y, seg¨²n cuenta la leyenda familiar, su madre se dispon¨ªa a llamar al fontanero: la cisterna no funcionaba. Pero ¨¦l se ofreci¨® a solucionarlo. Ten¨ªa un libro que se titulaba C¨®mo funcionan las cosas que explicaba el funcionamiento de distintos aparatos, as¨ª que, confiado, propuso: ¡°Mam¨¢, si t¨² me lees las palabras, yo arreglar¨¦ la cisterna¡±. En su despacho de la sede de iRobot en Bedford (Massachusetts), Angle (Concord, 1967), presidente y CEO de la compa?¨ªa de rob¨®tica, recurre a la an¨¦cdota para ilustrar que siempre le ha gustado construir todo tipo de cosas. Karts, cohetes, tirachinas, canoas, presas, ballestas, barcos o ingeniosos mecanismos para transportar el vaso vac¨ªo de leche a la cocina sin moverse del sof¨¢. Forma parte de su naturaleza. Los robots se cruzaron en su camino por casualidad: en los ochenta estudiaba ingenier¨ªa mec¨¢nica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston y necesitaba un trabajo de verano. Un amigo iba a presentarse a unas pruebas para un laboratorio de rob¨®tica y ¨¦l decidi¨® acompa?arlo. ¡°Nos dieron un folio en el que ten¨ªamos que describir todos los artilugios que hab¨ªamos construido. La mayor¨ªa hab¨ªa terminado a los 10 minutos, a los 30 qued¨¢bamos solo 10 aspirantes, a los 50 minutos, solo yo¡±. Por entonces Angle no imaginaba que se convertir¨ªa en un pionero de la industria rob¨®tica y liderar¨ªa la compa?¨ªa que m¨¢s robots ha colocado en hogares de todo el mundo.
En 1990, nada m¨¢s terminar un m¨¢ster en inform¨¢tica, fund¨® iRobot con una compa?era del MIT, Helen Greiner, y un profesor, Rodney Brooks. En su tarjeta de visita se presentaba como ¡°CEO y ni?o profesional¡± ¡ª ten¨ªa 22 a?os¡ª de una empresa que no hab¨ªa perdido el tiempo en sopesar un plan de negocio. Tan solo quer¨ªan hacer robots y ganar dinero. Y no fue f¨¢cil. ¡°Nuestra ambici¨®n era construir robots pr¨¢cticos y eso era muy complicado¡±, relata Angle. ¡°Pensemos en la industria inform¨¢tica: el primer gran ¨¦xito fueron las hojas de c¨¢lculo. Eran fant¨¢sticas porque a la gente se le daban muy mal las operaciones matem¨¢ticas que resolv¨ªan. Un ordenador ni siquiera tiene que ser muy bueno para ser mejor que un humano, en cambio hay pocas cosas que un robot haga mejor que una persona. El list¨®n est¨¢ muy alto. Al principio nos limitamos a estudiar qu¨¦ tareas la gente no quer¨ªa o no deb¨ªa hacer para plantear soluciones, y tardamos mucho en concebir un robot que aspirara el suelo tan bien como una persona¡±.
¡°En los pr¨®ximos 30 a?os, los robots van a crear m¨¢s empleos de los que van a destruir¡±.
Durante m¨¢s de una d¨¦cada se dedicaron a experimentar y probar suerte en proyectos de lo m¨¢s variopinto: crearon robots para la NASA que se sumaron a exploraciones espaciales, se adentraron en la pir¨¢mide de Keops, en Egipto, en una misi¨®n auspiciada por el Gobierno egipcio y National Geographic, colaboraron en las tareas de desescombro del World Trade Center tras los atentados terroristas del 11-S y posteriormente detectaron y desactivaron bombas en las guerras de Afganist¨¢n e Irak. ¡°Colaborar con empresas de limpieza industrial, defensa o juguetes nos permiti¨® aprender: en el aspirador Roomba hay tecnolog¨ªa de un robot de limpieza de grandes superficies, y los algoritmos que originalmente se aseguraban de que limpiara el suelo en su totalidad proceden de robots pensados para la detecci¨®n y limpieza de minas¡±, precisa Angle. ¡°En aquella ¨¦poca no ganamos mucho dinero, pero nuestro entusiasmo no se resinti¨®. En 2002 lanzamos Roomba y ah¨ª empez¨® nuestra transformaci¨®n de empresa cool a compa?¨ªa importante¡±.
pulsa en la fotoManuel V¨¢zquez
Hoy iRobot tiene oficinas en Boston, Pasadena, Londres, Shangh¨¢i, Cant¨®n, Hong Kong y Tokio ¡ªpronto la lista crecer¨¢: acaba de adquirir Rob¨®polis, su distribuidor europeo¡ª, m¨¢s de 600 empleados, unos ingresos que en 2016 se situaron en los 550 millones de euros y que este a?o pueden superar los 650, y puede presumir de haber despachado 20 millones de robots dom¨¦sticos en todo el mundo. Cada minuto 43 roombas inician su trabajo en alg¨²n rinc¨®n del planeta y sus cameos en episodios de Los Simpson o Breaking Bad acreditan su arraigo en la cultura popular.
Christian Cerda, director de operaciones de iRobot, conf¨ªa en pulverizar, pronto, esa cifra r¨¦cord de 20 millones de unidades vendidas. ¡°En una d¨¦cada aspiramos a estar en todos los hogares¡±. Lograrlo, enumera, significar¨¢ superar tres grandes desaf¨ªos: ¡°Incrementar la penetraci¨®n de Roomba, nuestro producto estrella, que en estos momentos se sit¨²a entre un 3% y un 8%, ampliar nuestro cat¨¢logo de productos porque hoy limpiamos suelos con Roomba y Braava, nuestro robot mopa, pero hay otras muchas tareas que deber¨ªamos estar haciendo, como, por ejemplo, cuidar el jard¨ªn, y, por ¨²ltimo, hemos de realizar un trabajo de adaptaci¨®n: hace cinco a?os la rob¨®tica era principalmente ingenier¨ªa mec¨¢nica y el¨¦ctrica y hoy la inteligencia artificial es cada vez m¨¢s importante, as¨ª que tenemos que dominar tanto la ingenier¨ªa electromec¨¢nica como la de software para ofrecer productos excepcionales¡±.
En 1921 el Teatro Nacional de Praga estrenaba R. U. R., una obra de Karel Capek protagonizada por robots. Aunque el checo acu?¨® el t¨¦rmino para referirse a estas criaturas artificiales, a quien se asocia autom¨¢ticamente con ellas es al escritor estadounidense de origen ruso Isaac Asimov, autor de la c¨¦lebre colecci¨®n de relatos Yo, robot. Sus humanoides, hechos a base de placas de metal, hablaban, caminaban y alardeaban de estar perfeccionados para sustituir a la especie de carne y hueso en su trabajo. Angle tiene un gastado ejemplar de 1967 en la mesa de su despacho. ¡°Le¨ªas este libro y pensabas que era inminente que los robots formasen parte de tu vida. Pero pasaron las d¨¦cadas y nada¡±. A la literatura y al cine hay que culpar de la extendida noci¨®n, tan fant¨¢stica como err¨®nea, sobre c¨®mo debe ser un robot. ¡°Es absurdo, y muy caro, imitar la forma humana. La madre naturaleza dispone de una serie de herramientas, nosotros de otras. Cuando lanzamos Roomba no lo presentamos como un robot, sino como una aspiradora autom¨¢tica, porque hicimos varios test, y cuando pregunt¨¢bamos: ¡®?Es un robot?¡¯. Siempre contestaban: ¡®No, no tiene ni brazos ni piernas¡¯. Tardamos a?os en comercializarlo con el t¨¦rmino robot. Pero est¨¢ claro que para limpiar debajo de la cama es mejor ser peque?a y plana¡±.
En 2019 el mercado de la rob¨®tica estar¨¢ valorado en 110. 000 millones de euros.
El escepticismo ha acompa?ado a Angle durante toda su carrera ¡ª?un robot nunca limpiar¨¢ el suelo tan bien como yo!¡ª y ahora es ¨¦l quien se muestra incr¨¦dulo ante el debate sobre las amenazas y los beneficios de codearnos con robots en casa, el hospital o el supermercado. Solo hay un hecho que no le genera dudas: no hay marcha atr¨¢s. Se calcula que, para 2019, el mercado de la rob¨®tica estar¨¢ valorado en 110.000 millones de euros, seg¨²n la consultora tecnol¨®gica IDC. Su dilatada experiencia en rob¨®tica le ha convertido en una autoridad mundial sobre la materia y no teme posicionarse a contracorriente: ni los robots deben parecerse a los humanos ni los humanos deben temer que los robots les arrebaten sus trabajos o se levanten en su contra. ¡°Al menos en los pr¨®ximos 30 a?os estoy convencido de que los robots van a crear m¨¢s empleos de los que van a destruir. La rob¨®tica est¨¢ propiciando una industria completamente nueva que requerir¨¢ nuevos perfiles profesionales. El mundo va a ser mucho m¨¢s extra?o de lo que hoy alcanzamos a imaginar. Los robots no van a sustituir a los humanos de forma inminente, pero ya hay empresas que en nuestro presente utilizan sistemas de inteligencia artificial para tomar decisiones en procesos de selecci¨®n o en concesiones de pr¨¦stamos, en el caso de los bancos. Y eso s¨ª que da miedo¡±, zanja.
A pesar de las diferencias, en iRobot reconocen que hay una caracter¨ªstica com¨²n a los robots reales y a los de ficci¨®n: enseguida creamos v¨ªnculos emocionales con ellos. Son una especie de mascota. El 90% de los propietarios le pone nombre a su aspirador. Ambrosio, Pepa, Rumbita, Sebasti¨¢n, Jeffrey, Wall-E, Rumbera o R2D2 son algunos de los m¨¢s repetidos en Espa?a ¡ªel mercado de mayor penetraci¨®n del Roomba junto con Estados Unidos¡ª. ¡°Es inevitable. Al final es un peque?o robot que se mueve por tu casa y trabaja para ti. Nos pasa a menudo: llaman al servicio t¨¦cnico porque algo no funciona y cuando les decimos que les mandamos un nuevo Roomba responden: ¡®No, no, no voy a mandarte a Rosie. Solo quiero que la arreglen¡±, cuenta divertido Angle.
La suya se llama Roswell. Las de Christian Cerda, Rapunzel y Ratatouille ¡ªy su Braava, Rosie¡ª, y las de Ken Bazydola, Armstrong, Magellan y Columbus en honor a sus exploradores favoritos. Bazydola, director de producto, saca su iphone del bolsillo, abre la aplicaci¨®n de iRobot y Beyonc¨¦ ¡ªs¨ª, ese es su nombre¡ª empieza a aspirar, envuelta en un discreto zumbido, una de las di¨¢fanas salas de la sede de la compa?¨ªa. Se puede programar para que limpie todos los d¨ªas a la hora deseada ¡ªlas nueve de la ma?ana es la m¨¢s popular¡ª y, terminada la tarea, consultar el mapa que ha creado para comprobar la superficie de la casa que ha cubierto (mapa que, aclara iRobot, no vender¨¢ a terceros, a pesar de la noticia que corri¨® como la p¨®lvora afirmando lo contrario). O, si se prefiere, se le puede decir a los asistentes de voz Alexa o Google Home que le pidan a Beyonc¨¦ que se ponga a trabajar. Es todo lo que hay que hacer. Porque ella sola identificar¨¢ sobre qu¨¦ tipo de suelo se encuentra y aumentar¨¢ su potencia en moquetas y alfombras, se desplazar¨¢ por las distintas habitaciones de la casa y volver¨¢, terminada la tarea, a su base para recargar su bater¨ªa. ¡°A los humanos les intimidan los robots. Por eso era importante dise?ar uno accesible que no te hiciera sentir que es m¨¢s listo que t¨². A nosotros nos ha costado much¨ªsimo trabajo que nuestros productos sean tan sencillos de manejar¡±, dice Bazydola.
En los a?os cincuenta, Asimov imagin¨® que en el entonces lejano 2005 los robots estar¨ªan en todas partes. Pero se qued¨® corto. En iRobot saben por experiencia que, en rob¨®tica, todo progresa muy lentamente. ¡°Se puede programar una aplicaci¨®n en un fin de semana y, si eres listo y tienes suerte, ese software puede convertirse en un buen negocio. Pero un robot pensado para el gran consumo requiere dise?o, fabricaci¨®n, infinitas pruebas, funcionalidad casi humana, precio asequible, durabilidad. Cuando superas un problema, surge otro y otro y otro. Hay que ser muy paciente¡±, matiza Angle. ¡°Cuando yo empec¨¦ hace 27 a?os, tambi¨¦n imaginaba un futuro grandioso: m¨²ltiples robots presentes en nuestro d¨ªa a d¨ªa¡±.
¡°El envejecimiento de la sociedad es una oportunidad para que los robots muestren lo que pueden hacer¡±.
Desde el lanzamiento de Roomba en 2002, iRobot dividi¨® su actividad empresarial en dos grandes ¨¢reas: consumo y defensa y seguridad. En 2011 los robots que entraron en la central nuclear de Fukushima para medir la radiactividad, examinar los escombros y grabar v¨ªdeos para realizar las evaluaciones pertinentes del accidente llevaban la firma de iRobot. Tambi¨¦n el par que se aproxim¨® al Honda Civic abandonado por ?Dzhokhar Tsarnaev, autor junto a su hermano del atentado del marat¨®n de Boston en 2013: la polic¨ªa sospechaba que pod¨ªa haber bombas. A pesar de los ¨¦xitos, en abril de 2016 iRobot vendi¨® su pr¨®spera unidad de defensa y seguridad para concentrarse en los robots dom¨¦sticos y apuntalar su papel en la casa inteligente del futuro. A¨²n es pronto, advierte Chris Jones, vicepresidente de tecnolog¨ªa, ¡°para que se materialice la visi¨®n de smart home que tiene el gran p¨²blico¡±. Ese para¨ªso dom¨¦stico en el que despertaremos envueltos en un susurro de m¨²sica cl¨¢sica, nos ducharemos a la temperatura deseada, la cocina nos recibir¨¢ con un caf¨¦ humeante y tostadas crujientes y las plantas del jard¨ªn siempre lucir¨¢n esplendorosamente hidratadas. De nuevo, hay que culpar a fantas¨ªas futuristas como las de la serie Black Mirror de nuestras altas expectativas. ¡°Pero hay claros avances y nosotros creemos estar en una posici¨®n central por varias razones: tenemos un producto popular, presente en casas de todo el mundo, que est¨¢ conectado, se desplaza por toda la casa y traza mapas gracias a la c¨¢mara que instalamos en 2015. Imaginemos que hemos repartido sensores por toda la vivienda y un d¨ªa nos dejamos la ventana abierta. La casa pensar¨¢: ¡®El aire acondicionado est¨¢ programado, as¨ª que voy a dejarlo encendido en el resto de habitaciones y apagarlo en esta¡¯. Ese tipo de acci¨®n requiere un conocimiento del espacio del hogar que nosotros tenemos. Adem¨¢s, confiamos en poder automatizar estas tareas de una forma sencilla. Nos vemos como un elemento clave en el ecosistema de la casa conectada¡±.
?Cu¨¢ndo? ?Cu¨¢ndo? ?Cu¨¢ndo? Es la pregunta recurrente cuando se amontonan las promesas de futuro: pronto, pero todav¨ªa no, responden. ¡°En el mundo digital se han hecho grandes avances y es mucho lo conocido. Pero en el mundo f¨ªsico, el de los robots, no es as¨ª. Y una casa inteligente necesita que ambos mundos cooperen. Un programa de inteligencia artificial puede entender sin problemas la frase: ¡®Ve a la cocina y tr¨¢eme un refresco¡¯. Pero entre entenderla y ser capaz de ejecutarla hay un abismo¡±, asegura Angle. ¡°De momento ya tenemos un robot que se desplaza por la casa, tiene un mapa de las estancias y puede llegar a entender d¨®nde est¨¢ la nevera, c¨®mo abrirla e identificar aquellos objetos que pueden cogerse¡±.
Llegar¨¢ el d¨ªa en que imaginar a un ni?o ideando un rudimentario sistema para transportar su vaso de leche a la cocina sin moverse del sal¨®n parecer¨¢ tan de ciencia-ficci¨®n como un robot sirvi¨¦ndonos una cerveza fr¨ªa al volver del trabajo. Tan solo hay que tener un poco m¨¢s de paciencia. ¡°Los robots est¨¢n en un punto de inflexi¨®n: por fin est¨¢n empezando a entender bastante de lo que ocurre en su entorno. En el futuro van a desempe?ar un papel importante en nuestras vidas y en iRobot perseguimos que realicen cada vez m¨¢s tareas dom¨¦sticas para que las personas puedan vivir de forma independiente durante m¨¢s tiempo. El envejecimiento de la sociedad es un problema, pero tambi¨¦n una oportunidad para que los robots demuestren lo que son capaces de hacer por nosotros¡±.
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