Desborde
No se puede ignorar que ha habido desbordes inadmisibles, indignos de una sociedad culta, democr¨¢tica y civilizada
Asistimos al pico m¨¢s agudo de la crisis catalana con el intento de forzar la ruptura del orden institucional. En jerga podemista se define este punto como ¡°desborde¡± para se?alar el colapso de las estructuras de poder anegadas por el ascenso de la movilizaci¨®n. Y ahora nos hallamos en la cota m¨¢s alta del desbordamiento, entre el forzado simulacro del refer¨¦ndum y la declaraci¨®n de independencia proyectada para esta semana. Es lo que el te¨®rico de los ciclos de protesta Sidney Tarrow llama el ¡°momento de locura¡± en que alcanzan su cl¨ªmax las oleadas de insurrecci¨®n popular. Y, en efecto, esta nueva ¡°rebeli¨®n de los catalanes¡± ha supuesto un aut¨¦ntico desborde. Un desborde fraudulento y chapucero, a medio camino entre la kermesse hero?que y la asonada carlista con curas trabucaires. Pero, caricaturas al margen, no se puede ignorar que ha habido desbordes inadmisibles, indignos de una sociedad culta, democr¨¢tica y civilizada, pues aunque la sangre no ha llegado al r¨ªo, sus aguas han desbordado demasiados cauces que deber¨ªan haberse respetado. Se han desbordado los legales, vulnerando normas estatutarias y ¨®rganos jurisdiccionales. Los policiales, con la desobediencia de los Mossos a la autoridad judicial. Los pol¨ªticos, violando los derechos de sus adversarios y de la mayor¨ªa de los catalanes. Y los morales, avasallando a sus conciudadanos para privarles de sus derechos como sujetos en pie de igualdad. Lo que puede tipificarse como fascismo de baja intensidad, dada su muy elevada violencia simb¨®lica con frecuentes episodios de acoso, humillaci¨®n y xenofobia. Y eso con la tolerancia de una sociedad silenciada y enmudecida, pero que se cree superior al resto.
Todo ello ha generado un acontecimiento medi¨¢tico, en el sentido de Dayan y Katz, que ha logrado desbordar al Estado de derecho, amenazando su estabilidad institucional. Por eso, conforme la crecida se calme, habr¨¢ que reconstruir los cauces devastados. Y aqu¨ª es donde surge el peligro de que se propongan soluciones dispuestas a entregar por las buenas lo que no se logr¨® obtener a la fuerza, como el propuesto ¡°refer¨¦ndum pactado¡± como soluci¨®n m¨¢gica. Pero hay dos razones s¨®lidas, y no son legalistas, que aconsejan cuestionar esta propuesta. La primera es que no se puede reconocer el derecho de secesi¨®n a los territorios contribuyentes netos, pues debe recordarse que tanto Escocia como Quebec tienen una renta per capita inferior a la media de sus pa¨ªses. Y la segunda es que se sentar¨ªa un precedente perverso al ser tomado como una recompensa a la rebeli¨®n, con un mensaje falaz y tr¨¢gico: cumpliendo la ley no se consigue nada, desbord¨¢ndola se obtiene (casi) todo.
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