Negociar desde la legalidad
Habr¨¢ que buscar pol¨ªticos en los banquillos de todos los partidos
Nadie duda a estas alturas de que la ¨²nica forma de buscar soluciones a la cuesti¨®n catalana es negociando y votando. Aunque las conversaciones y la consulta tienen que estar dentro de la legalidad constitucional. Todo lo dem¨¢s son brindis al sol o propuestas tramposas como las planteadas hace dos domingos en Zaragoza por Podemos, Bildu y los independentistas. No se puede plantear un refer¨¦ndum de independencia pactado por una sencilla raz¨®n: el derecho de autodeterminaci¨®n no est¨¢ en la Constituci¨®n. Salvo que se cambie la ley.
Tampoco es de recibo pedir, como ha hecho Pedro S¨¢nchez, que el Gobierno de Espa?a y la Generalitat se sienten ahora a dialogar, sin que Carles Puigdemont d¨¦ marcha atr¨¢s, el Parlament declare no v¨¢lidas las leyes aprobadas los d¨ªas 6 y 8 de septiembre y se reconozca que el refer¨¦ndum no tiene validez jur¨ªdica. Lo primero, antes de negociar, es restaurar el orden constitucional. A partir de ah¨ª, se puede ¡ªincluso se debe¡ª abrir una negociaci¨®n amplia sobre todos los aspectos que puedan contribuir a restablecer las relaciones entre Catalu?a y el resto de Espa?a.
El expresidente del Gobierno Felipe Gonz¨¢lez (el pol¨ªtico espa?ol que m¨¢s tuvo que negociar en sus 13 a?os de mandatos consecutivos) suele contar lo que le suced¨ªa con los sindicatos. La t¨¢ctica sindical era sentarse a negociar poniendo encima de la mesa la situaci¨®n, como si fuera una barra de salchich¨®n. Antes de empezar, cortaban el salchich¨®n por la mitad, se guardaban su parte y propon¨ªan negociar sobre la mitad del Gobierno. As¨ª, en sucesivas conversaciones, los representantes sindicales se iban quedando con casi todo el embutido y el Gobierno con dos o tres lonchas escasas.
Esa parece que es la t¨¢ctica de los independentistas menos radicales (que son minor¨ªa clara). El mensaje que est¨¢n lanzando a Mariano Rajoy, a trav¨¦s de Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, es: convencemos a Puigdemont para que no declare la independencia de Catalu?a a cambio de sentarnos a negociar sobre la base de lo conseguido hasta ahora; es decir, sobre la parte del salchich¨®n del Estado. As¨ª no se llega a ninguna parte.
En lo que s¨ª tienen raz¨®n muchos catalanes, incluidos los l¨ªderes del PSC, es en que el PP no ha dado ni un paso en los ¨²ltimos a?os para buscar una soluci¨®n negociada con el nacionalismo catal¨¢n y que esa falta de propuestas pol¨ªticas ha engordado el independentismo mes a mes. Por eso, hoy es m¨¢s necesario que nunca que el Gobierno y los partidos nacionales que se declaran defensores de la Constituci¨®n (PSOE y Ciudadanos) presenten una propuesta pol¨ªtica sobre el futuro de Catalu?a. O, por lo menos, que pongan encima de la mesa su voluntad de negociar con amplitud de miras.
No se puede perder de vista que el 47% de los votantes en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas catalanas lo hicieron a favor de la coalici¨®n secesionista (Junts pel S¨ª) y sus aliados antisistema de la CUP. Los resultados del refer¨¦ndum ilegal del domingo no son fidedignos por la falta de garant¨ªas pero existe un sentimiento creciente independentista en Catalu?a que ir¨¢ a m¨¢s con la siguiente generaci¨®n. Por eso, hay que tomarse en serio una negociaci¨®n que modifique el marco de convivencia de todas las comunidades aut¨®nomas espa?olas. Y eso no se consigue sin una reforma de la Constituci¨®n.
Ya veremos hasta d¨®nde se llega, pero 40 a?os es una edad razonable para que se puedan plantear cambios. Aunque no hay que perder de vista que esa reforma tiene que ser aprobada por todos los espa?oles, no es una locura plantear una o varias excepcionalidades para Catalu?a, como de hecho existe con el Pa¨ªs Vasco y Navarra.
Ayer, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba propon¨ªa en un art¨ªculo publicado en este peri¨®dico ¡°constitucionalizar el Estatuto de Catalu?a de 2006¡±, haciendo algunas modificaciones en la Carta Magna espa?ola. Esa y otras ideas se pueden poner sobre la mesa en una posible negociaci¨®n.
Hay, sin embargo, un problema dif¨ªcil de solucionar: qui¨¦nes pueden ser los interlocutores para esas conversaciones. Parece claro que aquellos que han vulnerado las leyes no puedan estar en la mesa de negociaci¨®n; sobre todo, porque lo razonable es que queden inhabilitados en cuanto den el pr¨®ximo paso de la declaraci¨®n unilateral de independencia. Y ?por el otro lado? Cada vez me cuesta m¨¢s ver a Mariano Rajoy negociando con visi¨®n de futuro unas reformas en las que claramente no cree. O a Pedro S¨¢nchez, que sigue movi¨¦ndose a impulsos, cada vez que los l¨ªderes de Podemos le afean la conducta.
As¨ª que habr¨¢ que buscar pol¨ªticos en los banquillos de todos los partidos. Seguro que los hay. Todo, menos caer en la broma de los mediadores internacionales o en el arbitraje del abad de Montserrat, que ha reinventado el nacionalcatolicismo en versi¨®n catalana y que prepara el palio bajo el que acudir¨¢ el futuro presidente de la rep¨²blica. Lo importante es dise?ar un proyecto pol¨ªtico nuevo y abierto que pueda invertir el sentido de la marcha de la mayor¨ªa de los catalanes. Sin olvidar que para que una negociaci¨®n no fracase hay una palabra m¨¢gica: renuncia. Por ambas partes.
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