Enrique de Inglaterra, de ni?o d¨ªscolo a pr¨ªncipe sereno
Una vez superada su ¨¦poca rebelde, la casa real brit¨¢nica rentabiliza la imagen de su miembro m¨¢s amable, dedicado a seguir la labor humanitaria de su madre
Identificado durante a?os como un pr¨ªncipe d¨ªscolo y un tanto desorientado, Enrique de Inglaterra parece haber encontrado finalmente acomodo entre los cors¨¦s de palacio. Los actos oficiales que hoy trufan la apretada agenda del nieto de la reina Isabel confirman su resoluci¨®n de consagrarse a causas caritativas en la estela de lady Di, esa madre cuya p¨¦rdida traumatiz¨® su infancia, como ¨¦l ha confesado. A sus 33 a?os, el ¡°nuevo Enrique¡± (como le llaman ahora) encara un papel m¨¢s activo en su condici¨®n de quinto en la l¨ªnea sucesoria al trono, mientras los brit¨¢nicos se preguntan si sus planes incluyen las rumoreadas campanas de boda con su novia, la actriz Meghan Markle.
El pr¨ªncipe que d¨ªas atr¨¢s predicaba en un discurso la necesidad de los valores del ¡°trabajo en equipo, el respeto, la disciplina y el liderazgo¡± en el mundo moderno hace tiempo que ya no es el mismo personaje retratado de juerga en juerga y que irritaba a muchos al lucir un uniforme nazi como disfraz. Ni el que m¨¢s tarde fue cazado con la c¨¢mara de un m¨®vil desnudo y rodeado de chicas en una alocada noche en Las Vegas, o solo hace dos a?os abrazado a un playboy y presunto narco liban¨¦s en unas vacaciones en su yate, entre otras muchas perlas de su curr¨ªculo de juventud.
A pesar de tantas situaciones comprometidas del pasado, siempre ha sido muy popular entre los brit¨¢nicos, que lo perciben m¨¢s cercano que a su hermano mayor (el amable, pero distante, Guillermo). Apuesto desde sus 1,86 metros de altura, es simp¨¢tico en las distancias cortas y a menudo dispuesto a romper el protocolo para hacerse un selfie. Y la casa real, muy curtida tras los esc¨¢ndalos del Dianagate, est¨¢ m¨¢s que dispuesta a rentabilizar ese despliegue de encanto y de relaciones p¨²blicas ¡ªtan parecido al de su madre¡ª para apuntalar su papel.
Los principales r¨¦ditos de esa estrategia han venido de la mano de los Juegos Invictus para soldados heridos en combate, una iniciativa que Enrique auspici¨® en 2014, y que le ha reportado una imagen de seriedad y de sensibilidad respecto a cuestiones humanitarias entre la prensa brit¨¢nica . Lleva a?os implicado en causas caritativas, como su ONG Sentebale dedicada a los hu¨¦rfanos de Lesotho u organizaciones por la conservaci¨®n de espacios naturales en ?frica. Pero la liza deportiva de los Invictus es su criatura y la que reivindica su madurez despu¨¦s de una d¨¦cada de carrera militar que abandon¨®, muy a su pesar y a demanda de Isabel II.
Siempre ha idealizado aquellos a?os en las filas del Ej¨¦rcito brit¨¢nico, que supusieron su despliegue en Afganist¨¢n como copiloto de los helic¨®pteros Apache y en los que asegura que fue tratado ¡°como uno m¨¢s¡±. Tambi¨¦n le ayudaron, ha contado, a superar ¡°una etapa de caos completo¡± que sufri¨® siendo veintea?ero. En verano, con ocasi¨®n del 20? aniversario de la muerte Diana de Gales cuando ¨¦l solo ten¨ªa 12 a?os, accedi¨® a abrirse en canal ante las c¨¢maras y a reconocer que precis¨® de terapia para superar ese trauma. La vida militar fue uno de sus salvavidas y, en honor de sus antiguos colegas heridos en combate, concibi¨® la organizaci¨®n de unos juegos que movilizan a m¨¢s de 500 soldados de 16 pa¨ªses.
Por eso no le sent¨® nada bien que el foco medi¨¢tico en la tercera edici¨®n de los Invictus, celebrada a finales de septiembre en Toronto (Canad¨¢), estuviera permanentemente en la presencia de la actriz con la que lleva un a?o de relaci¨®n. Lo que interesaba a los medios por encima de todo era confirmar hasta qu¨¦ punto Enrique est¨¢ dispuesto a llevar hasta el final la relaci¨®n, hip¨®tesis que finalmente aval¨® resignado al subir a la tribuna de invitados para plantar el primer beso p¨²blico a Markle. Sea como sea, los observadores tienen claro que ha accedido, a su manera, a adaptarse a las formas del redil real.
Una revoluci¨®n por delante
Guillermo de Inglaterra present¨® a su novia Kate Middleton en su graduaci¨®n militar y apenas se les vio juntos. Su hermano confirm¨® su relaci¨®n con Meghan Markle con un comunicado, y en la escena de su primer beso p¨²blico tambi¨¦n estaba la madre de la estrella de?Suits, una afroamericana divorciada a quien el pr¨ªncipe salud¨® con cari?o y complicidad. De confirmarse el tan especulado anuncio de compromiso real, Enrique propiciar¨¢ en el seno de la casa de los Windsor una peque?a revoluci¨®n: convertir¨ªa en su esposa a una americana, actriz, mestiza, dos a?os mayor y divorciada.
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