El lenguaje clasista de Macron le mete en l¨ªos
El presidente franc¨¦s agranda su reputaci¨®n elitista con declaraciones extempor¨¢neas
El ingenio verbal a veces puede ser la maldici¨®n de las personas m¨¢s inteligentes. El presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, ha demostrado una tendencia a pronunciar frases que acaban meti¨¦ndole en problemas.
La ¨²ltima petite phrase ¡ªo frasecita: un comentario al vuelo, improvisado y f¨¢cilmente descontextualizable¡ª la solt¨® esta semana durante una visita en el departamento de Corr¨¨ze, viejo feudo de los presidentes Jacques Chirac y Fran?ois Hollande. Un grupo de trabajadores de una f¨¢brica en dificultades protestaban en un ambiente de tensi¨®n. Reunido con pol¨ªticos locales, el presidente coment¨®: ¡°Algunos, en vez de montar foll¨®n, deber¨ªan ir a ver si puede buscar trabajo ah¨ª [en otra f¨¢brica cercana], porque adem¨¢s est¨¢n cualificados para hacerlo¡±. La palabra bordel (foll¨®n, l¨ªo, quilombo) tiene connotaciones vulgares. Pero, adem¨¢s, el consejo de buscar trabajo en vez de protestar remit¨ªa a otras declaraciones que permiten deducir un desprecio hacia los desempleados. Hace unas semanas, critic¨® a los ¡°vagos¡± que se oponen a su reforma laboral. Precis¨® despu¨¦s que se refer¨ªa a los pol¨ªticos que durante d¨¦cadas se hab¨ªan quedado de brazos cruzados en vez de reformar Francia, pero no fue la interpretaci¨®n m¨¢s ben¨¦vola la que prevaleci¨®, sino la contraria: el presidente despreciando a los franceses que supuestamente no quieren trabajar. Antes de ser presidente, cuando era ministro de Econom¨ªa con el presidente Fran?ois Hollande, se meti¨® en otra pol¨¦mica al usar el adjetivo hiriente de ¡°iletrados¡± para referirse a los trabajadores de un matadero que iba a cerrar sus puertas. Y otra vez, en una discusi¨®n en la calle con unos trabajadores huelguistas que le reprochaban tener suficiente dinero para pagarse un traje elegante como el que el ministro llevaba, les respondi¨®: ¡°La mejor manera de pagarse un traje, es trabajar¡±.
Todas las frases tienen algo en com¨²n: refuerzan el estereotipo de Macron como un hombre elitista, encerrado en una burbuja de personas con un alto nivel educativo e ingresos elevados, y desconectados de los franceses de a pie. El riesgo para el presidente es doble. Primero, aparecer como el representante de la Francia que gana ¡ªla que mira al resto del mundo, la que habla lenguas, la que viaja y triunfa¡ª frente a la Francia de provincias y rural que sufre los embates de la globalizaci¨®n. Y segundo, en contra de su propia voluntad de devolver al jefe de Estado su aura mon¨¢rquica, desacralizar el poder presidencial con un lenguaje de ¡°automovilista cabreado¡±, en palabras del columnista Alain Duhamel; parecerse m¨¢s al irritable Nicolas Sarkozy que al hier¨¢tico Fran?ois Mitterrand.
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