¡®Spain Story¡¯

Han sido d¨ªas muy duros que quedar¨¢n impresos en la memoria colectiva. La mirada del escritor de columnas, que se sabe dentro de una sucesi¨®n de eventos que todav¨ªa no ha terminado, no sabe bien d¨®nde posarse. ?En la ineficaz gesti¨®n por parte del Gobierno, que cay¨® en la celada tendida por una Generalitat que nunca tuvo intenci¨®n de cumplir el mandato judicial de detener el refer¨¦ndum? ?En la villan¨ªa de un Govern que no tuvo empacho m¨¢s tarde en centuplicar las cifras de heridos para da?ar a¨²n m¨¢s la imagen de Espa?a? ?En las escenas de odio ideol¨®gico contra la polic¨ªa espa?ola y los partidos opositores protagonizadas, al d¨ªa siguiente, por una multitud borracha de consignas? ?En el dolor de ver que para muchos catalanes el motor de sus vidas es el rechazo de un proyecto en com¨²n? ?En los desgarradores testimonios de tantos otros catalanes que hacen planes para abandonar la tierra en la que tienen o echaron ra¨ªces, cansados de la coacci¨®n nacionalista? ?En la solidaridad ciudadana que ayer se cit¨® en Barcelona? ?O en la firmeza del discurso del Rey, que sorprendi¨® a propios y extra?os, llamando a restablecer el orden democr¨¢tico sin componenda previa con quienes lo hab¨ªan traicionado?

Graves y raudos sucesos que cumplieron el viejo prop¨®sito del nacionalismo catal¨¢n: dirigir el reflector de la prensa internacional hacia Catalu?a, y situar al Estado bajo una luz poco favorable. Gracias al trabajo de muchos, dentro y fuera del Gobierno, esa luz hosca se disipa ya a favor de un tratamiento informativo m¨¢s equilibrado. No ha sido f¨¢cil, porque se luchaba tambi¨¦n contra un zeitgeist que antepone la narrativa al hecho, el story-telling al fact-checking. Mientras al corresponsal extranjero se le trasladaba la importancia del respeto a la ley democr¨¢tica y se le facilitaban aburridos datos para desmontar el argumentario independentista, el Gobierno catal¨¢n hac¨ªa algo mucho m¨¢s eficaz: les contaba una historia. No cualquier historia, sino una historia de rebeldes. Y ya sabemos que, comunicativamente hablando, de la causa de un rebelde importa su glamour y no su justicia. ?Qu¨¦ importancia puede tener que en 1978 una Constituci¨®n, inspirada en buena parte por el catalanismo, fuera votada por la mayor¨ªa de catalanes, si en 1714 hab¨ªa habido una guerra? Si la historia falseada de un pueblo rebelde que acude a su cita con el destino ha encandilado a buena parte de la izquierda patria, no se pod¨ªa esperar otra cosa de observadores for¨¢neos.

Esa deber¨ªa ser ahora tambi¨¦n nuestra estrategia, hacia fuera y hacia dentro: contar la historia de la todav¨ªa joven democracia espa?ola: una sociedad diversa con un legado en com¨²n, que ha alcanzado un asombroso grado de modernidad en pocas d¨¦cadas, en paz con su pluralidad, y que no ve motivo alguno para echarlo ahora todo por la borda y convertirse en una inhabitable Yugoslavia ib¨¦rica. As¨ª que ?ea, espa?oles! Frente a la angustia de que todo pueda estar perdido, opongamos la esperanza de que todo est¨¢ por (re)hacer.

?Juan Claudio de Ram¨®n es ensayista.