D¨ªa ciego

Esta columna se publica el d¨ªa en que Puigdemont amenaza con proclamar la rep¨²blica catalana. Ignoro si lo har¨¢ y si el Gobierno se decidir¨¢ de una vez a meterlo en la trena. De modo que dedico este espacio min¨²sculo a mi propia independencia.

Nos reunimos con Rafael S¨¢nchez Ferlosio en la curiosa cafeter¨ªa china donde solemos hacerlo. Est¨¢ un poco doblado, torcido, encorvado, pero recio y l¨²cido. En noventa a?os ha tenido ocasi¨®n de ver todo lo posible y lo que ya nunca ser¨¢ probable. Ha conocido los campos yertos de la meseta y los jardines italianos, ha vivido en el palacio del doctor Camis¨®n y se ha ba?ado en los r¨ªos transparentes de Coria, ha sido se?orito y escritor, guapito de tertulia y viejo le¨®n, gram¨¢tico y samur¨¢i. Pero sobre todo ha entendido como nadie en su siglo el esp¨ªritu del castellano.

Tom¨¢s le pregunta por el volumen de la Historia natural de Plinio que falta en la obra completa que un joven Ferlosio regal¨® a su padre. Parece que es el dedicado a las corrientes marinas. Breve apunte sobre las corrientes del Atl¨¢ntico y las del Pac¨ªfico, tan opuestas. Luego, los sonetos de Belli que tradujo Garc¨ªa Calvo y la inconveniencia de usar la palabra ¡°peat¨®n¡±.

Y comparece su gemelo, Juan Benet, el otro que vivi¨® en la intimidad de la lengua castellana hasta morir. Comenta Tom¨¢s la p¨¢gina que public¨® Ferlosio sobre Volver¨¢s a Regi¨®n en 1983. Al llegar a casa la releo. Con ojo exacto contrasta Ferlosio paisajes de sol y de viento: ¡°Los prismas de las casas no ser¨¢n definidos por un sol que se recorte en las aristas, repartiendo las caras de la sombra y las caras de la luz, sino por el viento, que hace gemir esquinas y cumbreras, igual que el arco del viol¨ªn las cuerdas¡±. Prosa que, como el arco de un viol¨ªn, hace gemir la lengua.