Tiempo

Carles Puigdemont, todav¨ªa presidente de Catalu?a, hizo el d¨ªa 9 de octubre honor a uno de los chascarrillos m¨¢s c¨¦lebres del repertorio castellano, que usa de forma cari?osa, pero algo negativa para las gentes del lugar, lo de ¡°tienes m¨¢s moral que los jugadores del Alcoyano, que iban perdiendo 9-0 y ped¨ªan tiempo de prolongaci¨®n al ¨¢rbitro¡±.

Hab¨ªa empezado con fuerza el presidente de la cosa, teniendo a m¨¢s de mil periodistas, a todo un pa¨ªs, y a una parte del mundo, esperando sus palabras. Hubo adem¨¢s suspense, puesto que se esperaba una terminante declaraci¨®n de independencia republicana, y se produjo un receso que era en realidad una discusi¨®n entre los socios que apoyaban esa independencia. Los que ten¨ªan acceso a lo que se discut¨ªa durante ese receso informaban de que all¨ª estaba pasando lo que m¨¢s se tem¨ªan los soberanistas: la CUP y Junts pel S¨ª no estaban de acuerdo. O sea, que lo que propon¨ªa el president no era lo pactado con las fuerzas revolucionarias.

La aparici¨®n de un Puigdemont sonriente hizo que cundiera la sensaci¨®n de que todo se hab¨ªa arreglado de acuerdo con sus intereses. Incluso los diputados de la CUP ocuparon sus esca?os con caras algo largas, pero con un gesto que no aventuraba la ruptura. Daba la sensaci¨®n de que Puigdemont hab¨ªa ganado y que iba a proceder a hacer una declaraci¨®n solemne de independencia.

Hasta la mitad del discurso, todo parec¨ªa ir en esa direcci¨®n. Pero de pronto el president us¨® la palabra ¡°di¨¢logo¡±, y la mediaci¨®n volvi¨® a planear sobre sus planes. Puigdemont acab¨® su discurso declarando la rep¨²blica independiente catalana, pero la suspendi¨® en el mismo acto durante algunas semanas.

Estaba haciendo una llamada angustiosa para que el resto de los actores del drama que se viv¨ªa en Espa?a le dieran tiempo para pensar y para llegar a alg¨²n puerto seguro.

Pero ten¨ªa un problema muy grave: ninguno de los dem¨¢s que jugaban en el tablero ten¨ªa el mismo problema que ¨¦l con el tiempo. De hecho, alguno de ellos estaba empujado por la urgencia de poner en marcha su iniciativa. La CUP, elemento fundamental de su estrategia de ganar la calle, mostraba su prisa para vocear al mundo que la rep¨²blica catalana estaba en marcha.

El Gobierno y la oposici¨®n catalana estaban, despu¨¦s de la manifestaci¨®n del domingo, esperando el momento de la vacilaci¨®n. Y Puigdemont se lo dio: mostr¨® su necesidad de tiempo, cuando sus adversarios no la ten¨ªan.

Quiz¨¢ sea el momento en que el Alcoyano pueda ser sustituido por Puigdemont en el chascarrillo.