Ulzama
Caballos de carreras y toros de lidia se cr¨ªan, y por lo com¨²n envejecen, en los paisajes mas hermosos y civilizadamente naturales que quedan en el mundo
El pasado verano visit¨¦ la yeguada de Ulzama, en el bonito valle navarro de ese nombre. All¨ª los caballos de competici¨®n descansan de sus esfuerzos, cubren a las yeguas y procrean hijos que ser¨¢n como ellos, incluso mejores. A algunos de esos pensionistas les he visto correr en el hip¨®dromo. Ahora, como cant¨® Philip Larkin, languidecen a la sombra de unos ¨¢rboles o se acercan al visitante, curioseando en sus bolsillos en busca de alguna golosina. Ya no recuerdan sus nombres, que quiz¨¢ fueron gloriosos, esos nombres que coreamos los aficionados con entusiasmo en las tardes famosas en que dieron lo mejor de s¨ª mismos en la pista. ?Qu¨¦ sencillo es el para¨ªso para quienes lo han merecido! El sol que calienta los huesos de los mayores y el retozar de los m¨¢s j¨®venes, la lluvia que lava sin dejar rastro la memoria de los ¨¦xitos y las derrotas, incluso la nostalgia de la fusta ayer tan exigente...
En verdad los caballos de carreras y los toros de lidia son animales afortunados. Se cr¨ªan y por lo com¨²n envejecen (s¨ª, tambi¨¦n los toros) en los paisajes m¨¢s hermosos y civilizadamente naturales ¡ªyeguadas, dehesas...¡ª que quedan en el mundo. Los trabajos de sus d¨ªas con los que pagan este destino son breves, radiantes y enraizados en su forma de ser. Disfrutar¨¢n esta suerte mientras queden competiciones h¨ªpicas y ferias taurinas: luego se extinguir¨¢n, porque para mascotas no sirven. Les aniquilar¨¢n quienes hoy los compadecen... esos mismos que ufanos profetizan un futuro feliz sin corridas. Imagino el di¨¢logo, dentro de medio siglo: ¡°?Te acuerdas de las corridas de toros? ¡ª?Ay, s¨ª! ?Desaparecieron antes que los peri¨®dicos de papel o despu¨¦s? ¡ªBastantes a?os despu¨¦s. ¡ª?Cu¨¢ntas cosas buenas se han perdido!¡±.
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