Verdades y mentiras en el ¡®caso Pinto¡¯
Lunes, 2 de octubre de 2017. Planta octava de los juzgados madrile?os de Plaza de Castilla.
Un hombre con traje azul y corbata da vueltas de un lado a otro. Est¨¢ esperando para entrar en la sala. Se aprecia desde lejos que est¨¢ muy nervioso. Es un conocido empresario de 53 a?os cuya vida se trastoc¨® por completo hace cuatro, cuando fue acusado de acosar, amenazar y agredir a una mujer en un caso que ha inundado peri¨®dicos y por el que ha quedado retratado como el malo perfecto: rico de nacimiento, amigo de los Reyes y capaz de hacer lo que sea para conseguir sus prop¨®sitos. Se llama Javier L¨®pez Madrid./
En la planta de abajo espera una mujer, Elisa Pinto. Viste traje de chaqueta y falda, camisa blanca y alt¨ªsimos tacones y va acompa?ada de una amiga. Tambi¨¦n desprende nerviosismo. Esta dermat¨®loga tiene una larga melena rubia, 49 a?os y est¨¢ extremadamente delgada. Ha sido calificada por algunos como psic¨®pata de manual y por otros como v¨ªctima de manual. Acusa a L¨®pez Madrid de haberla vejado y acosado durante dos a?os y de haber pagado para que la apu?alasen dos veces. ?l a su vez la acusa a ella de haber hostigado y amenazado a su mujer, a sus hijos, a sus amigos, a los amigos de sus hijos, a ¨¦l mismo, y de haber organizado una complicad¨ªsima trama basada en mentiras y manipulaciones.
Hoy se van a encontrar cara a cara delante de una de las juezas encargadas de averiguar la verdad de este intrincado caso que ha tocado de lleno a la alta sociedad madrile?a y que tiene todos los ingredientes para convertirse en un c¨®ctel informativo perfecto: sexo, dinero y poder y, en medio de todo ello, las cloacas del Estado.
Cuando te acercas por primera vez a este asunto, es f¨¢cil pensar una cosa por la ma?ana y otra radicalmente distinta por la tarde. Los giros de guion son constantes. Por eso, para entender algo, lo mejor es ordenar los hechos. Y comenzar por el origen de todo: la visita de un matrimonio a la consulta de una dermat¨®loga.
Abril de 2012. El encuentro.
Javier L¨®pez Madrid y su mujer, Silvia Villar Mir -hija del marqu¨¦s Juan Miguel Villar Mir, presidente del grupo que lleva su nombre-, eran pacientes del prestigioso dermat¨®logo Joaqu¨ªn Soto Melo. A principios de 2012, el doctor, de 80 a?os, enferma, cierra la consulta, y pasa muchos de sus clientes a Elisa Pinto, que hab¨ªa trabajado con ¨¦l durante casi dos d¨¦cadas. Ella se convierte en la dermat¨®loga de la familia L¨®pez Madrid.
El caso tiene todos los ingredientes para convertirse en un c¨®ctel informativo perfecto: sexo, dinero, poder y, en medio, las cloacas del Estado.
El empresario tiene en ese momento 47 a?os; la doctora, 43. Ambos est¨¢n en la c¨²spide profesional, econ¨®mica y social. L¨®pez Madrid, abogado y economista, es en ese momento consejero de la constructora OHL y CEO de su grupo matriz, el grupo Villar Mir, el holding empresarial de su suegro que incluye tambi¨¦n la metal¨²rgica Ferroglobe y el grupo Fertiberia. Adem¨¢s ha fundado Tressis, una agencia financiera que va como un tiro. Es un ejecutivo con fama de encantador, car¨¢cter nervioso, amante del lujo, con cargos en distintos consejos de administraci¨®n y una agenda fren¨¦tica en la que se incluyen viajes constantes y reuniones con pol¨ªticos y banqueros. Pertenece al c¨ªrculo ¨ªntimo del rey Felipe junto a los hermanos ?lvaro y Ricky Fuster. Su padre, Germ¨¢n L¨®pez, ya fallecido, hab¨ªa sido un importante empresario, fundador en Espa?a de la importadora Volvo Concesionarios y de la cadena de almacenes Simago.
Elisa Pinto procede de un universo radicalmente distinto. Hija de un jud¨ªo sefard¨ª nacido en Tet¨²an y nacionalizado espa?ol en 1968, y de una mujer de origen soriano, su infancia de clase media transcurri¨® en el barrio de Ventas, en un piso de ladrillo visto. Su padre estaba jubilado y su madre era ama de casa. Fue una ni?a introvertida, lista y muy estudiosa, siempre la primera de la clase en el colegio concertado de monjas de enfrente de su casa. Tras estudiar Medicina en la Universidad Complutense de Madrid aprob¨® el examen MIR en 1993 e hizo la residencia en dermatolog¨ªa en el Hospital Gregorio Mara?¨®n con Soto Melo. Se doctor¨® y contrajo matrimonio con Carlos S¨¢nchez Cabezudo, especialista en cirug¨ªa general y digestiva, con quien sigue casada.
Cuando conoce a L¨®pez Madrid, su trayectoria econ¨®mica y social ha dado un paso de gigante. Vive en un lujos¨ªsimo y amplio ¨¢tico-d¨²plex en la calle P¨ªo XII, en el barrio de Chamart¨ªn, sus hijos (dos ni?os y una ni?a de nueve, ocho y cinco a?os en 2012) acuden a prestigiosos y caros colegios brit¨¢nicos de la zona y sus vecinos son, por ejemplo, Konstantin Sajonia-Coburgo y una de las nietas de Franco, Arancha Mart¨ªnez-Bordi¨². Viste car¨ªsimos vestidos y zapatos y luce bolsos de Herm¨¨s y anillos de Cartier.
Cuando el empresario la conoce, le parece que es una mujer interesante y muy inteligente -adjetivo recurrente en la gente que la ha tratado-. Ella le quita un lunar, intiman y pronto empiezan a hacerse confidencias. La relaci¨®n avanza, tiene su punto ¨¢lgido, y en un momento dado se va apagando.
Junio de 2013. Comienza el acoso.
Mientras la relaci¨®n entre L¨®pez Madrid y Pinto experimenta sus vaivenes, durante el verano y el oto?o de 2013 un grupo de mujeres empieza a recibir decenas de llamadas inquietantes. A veces escuchan a alguien colgar. Otras, una voz distorsionada, como de ni?a, las amenaza:
Al poco, a sus maridos e hijos les empiezan a sonar los m¨®viles tambi¨¦n.
Las llamadas son constantes, a cualquier hora del d¨ªa. Muchas veces, de madrugada. Las mujeres tienen un punto en com¨²n: todas son guapas, y m¨¢s o menos amigas de L¨®pez Madrid.
El empresario tambi¨¦n recibe llamadas. Le insultan. A su mujer le dicen que ¨¦l es infiel, un ser despreciable. A su hija, que su padre solo est¨¢ con su madre por dinero. Alguien quiere hacer mucho da?o a L¨®pez Madrid volviendo loco a su entorno con acusaciones de car¨¢cter sexual. La situaci¨®n se prolonga durante meses.
?Extorsi¨®n? ?Sicarios? ?Una amante despechada? Los amigos de L¨®pez Madrid no tienen ni idea de lo que est¨¢ pasando, pero no aguantan m¨¢s. Viven angustiados sin saber exactamente qui¨¦n les est¨¢ acosando y hasta qu¨¦ punto es peligroso. Unos son muy amigos del empresario; otros, no tan cercanos. Una en concreto, con la que parec¨ªa especialmente obsesionado el acosador o acosadora, sufre un aut¨¦ntico calvario. Cuando las llamadas empiezan a mencionar los nombres de sus hijos, algunos, con miedo, dan un ultim¨¢tum al empresario: o lo denuncia ante la polic¨ªa o lo har¨¢n ellos.
L¨®pez Madrid no quiere que la historia trascienda. Prefiere que alguien investigue el tema de forma discreta y tratar de frenar el acoso sin denunciar. Por consejo de un amigo, va a ver a un detective: Jos¨¦ Villarejo, un personaje peculiar, desconocido entonces para la opini¨®n p¨²blica, que es a la vez comisario de polic¨ªa en activo, abogado y empresario que maneja un complejo entramado societario. ?l es el tercer protagonista de esta historia.
El 10 de diciembre de 2013, acompa?ado de un abogado, L¨®pez Madrid se presenta por sorpresa en la consulta de la doctora Pinto y la acusa de ser la autora de las llamadas. ¡°Elisa, por favor, olv¨ªdate ya¡±, le dice, seg¨²n se escucha en la grabaci¨®n del encuentro, colgada en El Espa?ol. ¡°Yo no s¨¦ qu¨¦ te he hecho para merecer esto, ni s¨¦ c¨®mo puedes mirar a tus hijos por las noches. M¨¦tete en un centro, mira, pero d¨¦jame en paz, deja en paz a la gente. No hay derecho a lo que est¨¢s haciendo¡±.
Le asegura que hay muchas denuncias puestas contra ella, aunque no es cierto. Que va a tratar de pararlas, pero que la polic¨ªa ir¨¢ a verla porque tiene pruebas de su culpabilidad. Todo es un farol. La doctora responde con voz queda: ¡°No s¨¦ qu¨¦ decirte, no s¨¦ de qu¨¦ me est¨¢s hablando¡±. ¡°Ya me has hecho suficiente da?o¡±, insiste el empresario. ¡°Como ves, y eres una buena dermat¨®loga, lo puedes ver en mi cara: ya has hecho suficiente da?o. Ya est¨¢, ya est¨¢ ?vale? (¡) Olv¨ªdate¡±.
13 de diciembre de 2013. Se desata la violencia.
Hasta ese momento las llamadas injuriosas no se hab¨ªan hecho a trav¨¦s de un operativo muy complejo: todas proced¨ªan de cabinas telef¨®nicas o de un ¨²nico tel¨¦fono prepago comprado en un locutorio a nombre de una mujer de 39 a?os residente en Toledo cuyo DNI aparece en Internet. Y la tarjeta que hab¨ªa comprado el autor de las amenazas era de Lebara, una compa?¨ªa con controles de identificaci¨®n m¨¢s laxos que el resto. En algunos locutorios, basta con decir que se te ha olvidado el DNI o que la tarjeta es para tu padre, madre o hermano para que la obtengas sin problema si llevas el n¨²mero del documento anotado en un papel.
Pero, a partir de aquella visita a la consulta, todo cambia. Tres d¨ªas despu¨¦s, alguien compra una segunda tarjeta prepago, esta vez a nombre de Javier L¨®pez Madrid. M¨¢s tarde se adquieren otras, una de ellas a nombre de uno de sus hijos, menor de edad. En total se van a usar m¨¢s de ocho, compradas todas en dos locutorios de Madrid (uno de ellos, el mismo en el que se hab¨ªa adquirido la primera, la de la mujer de Toledo). Se utilizan para verter insultos telef¨®nicos cada vez m¨¢s brutales. Aparecen mensajes SMS en los que unos extra?os sicarios acusan al empresario de ser quien les paga. Y desde esos mismos tel¨¦fonos se empiezan a mandar amenazas tambi¨¦n a Elisa Pinto.
Un grupo de amigos de L¨®pez Madrid, ¨¦l mismo y su familia comienzan a recibir amenazas telef¨®nicas entre junio y septiembre de 2013.
La doctora, por otro lado, acude a la polic¨ªa antes de Navidad a poner una denuncia. Dice a los agentes que ha visto a dos personas en la terraza de su lujosa casa. Regresa otro d¨ªa y asegura que alguien ha amenazado a su hijo a la salida del colegio; luego, que recibe constantes amenazas de muerte por tel¨¦fono y SMS; finalmente, que le han clavado un cuchillo mientras estaba en su coche. Todo esto lo hace sin mencionar ante los agentes a L¨®pez Madrid. Solo les dice que el agresor es muy poderoso y que no puede revelar su identidad. Finalmente, descontenta por la actuaci¨®n policial, Pinto acude a la Guardia Civil, da el nombre del empresario y asegura que lleva dos a?os acos¨¢ndola sexualmente. Tres d¨ªas despu¨¦s, denuncia que la han acuchillado de nuevo, en plena calle y en presencia de su hijo mayor, de 10 a?os, agresi¨®n de la que meses despu¨¦s acabar¨¢ acusando al comisario Villarejo.
La doctora asegura que vive en p¨¢nico, que ha tenido que contratar seguridad privada y que L¨®pez Madrid le ha hecho padecer un infierno. ?l, que ha sido renuente a hacerlo, tambi¨¦n la acaba denunciando. Dice que ¨¦l, sus hijos, su mujer, sus amigos y los hijos de sus amigos viven inmersos en una pel¨ªcula de terror organizada por Pinto, a la que califica de obsesiva desequilibrada.
Hoy siguen abiertos dos procedimientos judiciales: uno, en el juzgado 39 de instrucci¨®n de Madrid, por el acoso y agresiones presuntamente infligidos por Javier L¨®pez Madrid a Elisa Pinto ¨Cen el que est¨¢ imputado el comisario Villarejo por el segundo apu?alamiento de la mujer, que le ha reconocido como su agresor-; otro, en el juzgado 26, por el presunto acoso y amenazas de Elisa Pinto a Javier L¨®pez Madrid y su entorno. La juez del 39, Bel¨¦n S¨¢nchez, archiv¨® el caso contra L¨®pez Madrid por falta de pruebas en su contra y por falta de credibilidad de la denunciante, pero lo reabri¨® tras una resoluci¨®n de la Audiencia Provincial de Madrid que daba la raz¨®n a un recurso de Pinto y determin¨® que se practicaran nuevas diligencias.
Las pruebas del acoso.
Elisa Pinto asegura que, al poco de conocerse, el empresario traspasa todos los l¨ªmites, que ella le para los pies y que ¨¦l entonces comienza a acosarla. Que se presenta por sorpresa en lugares en los que ella se encuentra y que a lo largo de 2012 y 2013 le manda de d¨ªa y de noche chats interminables de car¨¢cter sexual y violentos en los que tambi¨¦n la amenaza con destruirla social y profesionalmente si no accede a sus requerimientos. Retrata a un hombre acostumbrado a tener lo que quiere que no acepta un no por respuesta.
Pero la doctora no ha aportado a¨²n ninguno de estos mensajes a los jueces. En una conversaci¨®n grabada por la Guardia Civil que ella mantiene con una paciente en junio de 2014 -en la que le pide ayuda para filtrar su caso a la prensa-, asegura que tiene peritados algunos de los chats de Whatsapp que ha recibido. Este peritaje, sin embargo, no ha llegado a ninguno de los dos juzgados que llevan el asunto y ella dice ahora que en realidad borraba los textos para que no los vieran sus hijos.
?Qu¨¦ pruebas presenta ella entonces para acreditar el acoso? Fotos, audios y regalos de L¨®pez Madrid. Algunas im¨¢genes son de escenas cotidianas y viajes; otras, sexualmente expl¨ªcitas. Hay tambi¨¦n siete audios de contenido sexual y algunos regalos como un Ipod o dos anillos de Tiffany¡¯s y Cartier (este ¨²ltimo, encargado por ella en la tienda y recogido y pagado por ¨¦l). Todo ello podr¨ªa ser algo normal en el marco de un affaire. Por eso es importante determinar si lo hubo.
Al principio los dos lo negaron. L¨®pez Madrid reconoci¨® m¨¢s tarde ante la polic¨ªa, en 2015, que hubo algo entre ellos ¨Cno ¡°relaci¨®n sentimental¡±, pero algo-. No as¨ª Elisa Pinto, que ha mantenido desde el comienzo que solo se vieron una vez fuera de la consulta, en una cafeter¨ªa, y que la relaci¨®n se ci?¨® a un flirteo a base de mensajes de Whatsapp durante el verano de 2012. Sin embargo, algunas grabaciones reproducidas en sede judicial chocan con su versi¨®n. En una conversaci¨®n con una amiga se le escucha decir:
La charla, grabada por la Guardia Civil, es bastante clara. Sin embargo, las dos mujeres, tras escucharla en sede judicial y a pesar de que se les advirti¨® de su obligaci¨®n de decir la verdad y de que pod¨ªan incurrir en falso testimonio, negaron en julio pasado que haya habido nada m¨¢s que un flirteo entre L¨®pez Madrid y Elisa Pinto.
L¨®pez Madrid por su parte, ha aportado en su defensa una serie de correos electr¨®nicos (52) que ella le escribi¨®, fechados entre febrero y octubre de 2013, cuando la doctora asegura que estaba siendo acosada de forma terrible por el empresario. Algunos son consejos m¨¦dicos o de nutrici¨®n sin m¨¢s. Pero en otro, de febrero de 2013, Pinto reenv¨ªa un enlace a un art¨ªculo con dibujos de posturas sexuales de la revista Men`s Health; en marzo, le manda un link a un art¨ªculo de medicina y, cuando ¨¦l responde que es ¡°un lujo tenerla de m¨¦dico de cabecera¡±, la doctora contesta a su vez: ¡°?s¨®lo como m¨¦dico de cabecera?¡±. En dos correos de mayo incluye unos enlaces a unos art¨ªculos de Fernando S¨¢nchez Drag¨® sobre la lujuria y en otro le env¨ªa su nueva direcci¨®n de correo. Todos son extremadamente amistosos.
A finales de julio y en agosto, cuando seg¨²n la doctora el acoso era m¨¢s intenso que nunca y ¨¦l amenazaba con arruinarle la vida, ella sigue mandando correos. En uno le pregunta cu¨¢ndo vuelve de las vacaciones y en otro le habla de un ¡°regalo toscano¡± que le iba a hacer.
El 5 de septiembre, seg¨²n la doctora Pinto, ¨¦l intenta asfixiarla en plena calle (algo que no denuncia ante la polic¨ªa). Dos d¨ªas m¨¢s tarde, ella le env¨ªa un correo con un texto sobre la amistad y lo bueno que es rodearse de personas mejores que uno mismo. Otros dos d¨ªas despu¨¦s le manda de forma muy cordial una informaci¨®n sobre una app para celiacos (un hijo de L¨®pez Madrid lo es) y el 16 un enlace a un art¨ªculo de Salvador Sostres sobre el hotel Costes de Par¨ªs.
?Por qu¨¦ mand¨® esos correos? La doctora ha declarado muchas veces que acept¨® mantener una relaci¨®n por esa v¨ªa como mal menor, para reconducir hacia una amistad la supuesta obsesi¨®n sexual de ¨¦l, y uno de sus abogados ofreci¨® una explicaci¨®n para cada uno de ellos en uno de sus escritos. Otro d¨ªa, sin embargo, Pinto cambi¨® su versi¨®n y dijo a la juez que en realidad no los recordaba, que quiz¨¢ estaban manipulados.
Por otro lado, durante esos meses de supuesto acoso, la doctora Pinto deposit¨® en Tressis, la agencia de valores fundada y presidida entonces por L¨®pez Madrid, un mill¨®n de euros. Luego, en diciembre, d¨ªas despu¨¦s de que ¨¦l la visitara en la consulta acus¨¢ndola de ser la autora de las llamadas que hostigaban a sus amigos y a su familia, la doctora abri¨® un plan de pensiones en la misma empresa, con 10.000 euros.
A partir de diciembre de 2013, el caso se convierte en un galimat¨ªas de tarjetas prepago, correos, audios y unos supuestos sicarios que aparecen en escena.
?Por qu¨¦ crear nuevos v¨ªnculos e invertir en la compa?¨ªa de alguien que te est¨¢ acosando? La doctora asegura que cuando fue a Tressis desconoc¨ªa que era de L¨®pez Madrid; que se lo encontr¨® all¨ª por sorpresa, que ella entonces quiso retirar el dinero y que ¨¦l le rog¨® que no lo hiciera. Frente a esto, el consejero delegado de Tressis declar¨® ante la juez que fue L¨®pez Madrid quien concert¨® la cita inicial y quien introdujo a la mujer. Y un correo de la propia Elisa Pinto confirma m¨¢s esta versi¨®n que la suya: El 5 de junio, un d¨ªa despu¨¦s de abrir la cuenta, de forma totalmente cordial ella le explica por mail a L¨®pez Madrid que va a mandar su DNI a Tressis para formalizar la inversi¨®n -mientras le cuenta una enigm¨¢tica historia sobre porqu¨¦ en su documento pone que ha nacido en Madrid en 1968 en vez de en Chicago en 1973 (algo que le hab¨ªa dicho al empresario con anterioridad, pero que no es cierto: seg¨²n los registros, la mujer naci¨® en la madrile?a maternidad de Santa Cristina).
La defensa del empresario ha presentado tambi¨¦n, como prueba de descargo, regalos que la doctora le hizo durante la ¨¦poca del presunto acoso. Dicen, por ejemplo, que ¡°el regalo toscano¡± al que hace referencia en el correo de 25 de agosto de 2013 consisti¨® en unos chocolates que ella le envi¨® a Tressis. Y aportan la carta manuscrita que supuestamente los acompa?aba: ¡°No pod¨ªa no envi¨¢rtelas¡ estas tabletas llevan tu nombre desde julio (aunque acaben de llegar de Toscana). Dicen los entendidos que es el mejor chocolate del mundo¡±.
Aportan otro regalo, tambi¨¦n con carta manuscrita, que dice lo siguiente: ¡°Contenido de la caja sorpresa: 1) Libro de bolsillo y tapa blanda!!!!!! Ya no tienes excusa!!!! 2) Luz¡ (sin comentarios) 3) una tableta para endulzar el d¨ªa de las ¨²nicas tres que consegu¨ª en Mil¨¢n¡±. La doctora Pinto ofrece la siguiente explicaci¨®n: la caja y la letra s¨ª son suyas¡ pero porque el d¨ªa que L¨®pez Madrid fue a su consulta acus¨¢ndola de estar hostigando a sus amigos, el empresario, al ver all¨ª una caja de regalo que no era para ¨¦l, la rob¨®.
Abril de 2014. La Guardia Civil investiga.
El servicio de atenci¨®n a mujeres y menores de la Guardia Civil (EMUME), donde Pinto acude a denunciar el acoso, investiga a fondo durante meses. Finalmente, en tres informes, los agentes se?alan que los posicionamientos de los tel¨¦fonos desde los que se han hecho las llamadas amenazantes apuntan a Elisa Pinto y no a Javier L¨®pez Madrid.
El primer informe, de diciembre de 2014, sobre dos de los tel¨¦fonos que se han usado para acosar, concluye que tanto el tel¨¦fono de la doctora como el que hace las amenazas ¡°casi siempre conectan desde antenas pr¨®ximas entre s¨ª y siempre cercanas tanto al domicilio de Elisa como a su lugar de trabajo¡±. En dos ocasiones el tel¨¦fono con el que se amenaza activa repetidores en San Mart¨ªn de la Vega (Madrid) y en Quintana de Gormaz (Soria), justo coincidiendo con visitas de la doctora a esas localidades.
Los agentes reflejan adem¨¢s que la dermat¨®loga les minti¨® cuando acudi¨® a San Mart¨ªn de la Vega: la llamaron cuando estaba all¨ª y asegur¨® que se encontraba en su consulta. En realidad hab¨ªa ido a ver a un santero llamado Antonio. Se lo reconoci¨® despu¨¦s a los investigadores y les confes¨® que les hab¨ªa mentido porque le daba verg¨¹enza contarlo. Las grabaciones de las conversaciones con el santero revelar¨ªan despu¨¦s que la doctora le preguntaba al santero si le estaba dando ca?a a ¡°¨¦l¡± (en medio de una conversaci¨®n sobre L¨®pez Madrid) y que, para justificar su desesperaci¨®n, le hab¨ªa contado que hab¨ªan tratado de secuestrar a uno de sus hijos en la Iglesia, algo que jam¨¢s denunci¨® ante la polic¨ªa.
Pinto se defiende del informe sobre los posicionamientos de los tel¨¦fonos argumentando que los supuestos sicarios la segu¨ªan d¨ªa y noche, y que por eso los mensajes de acoso se mandaban desde donde ella estaba. La Guardia Civil dice que tras examinar las c¨¢maras de la DGT descartaron que alguien la hubiera seguido a San Mart¨ªn de la Vega y que comprobaron tambi¨¦n sobre el terreno que en el pueblo de Soria, de 147 habitantes, nadie hab¨ªa detectado personas ajenas a la localidad esos d¨ªas. Tambi¨¦n verificaron que el coche de la doctora carec¨ªa de balizas de seguimiento.
Tres meses m¨¢s tarde, La Guardia Civil emite un segundo informe sobre otros tres tel¨¦fonos que hac¨ªan llamadas amenazantes y las conclusiones son similares: los m¨®viles activan las antenas pr¨®ximas a las que activa el tel¨¦fono de Pinto y, salvo en dos ocasiones, siempre est¨¢n cerca de su domicilio y de su lugar de trabajo. Un tercer informe de abril de 2015 indaga qui¨¦n estuvo hablando cerca del locutorio en el que se compr¨® uno de los tel¨¦fonos el lunes 17 de noviembre de 2014, a esa hora. Y el n¨²mero que aparece activando repetidores cercanos es el del marido de Elisa Pinto, Carlos S¨¢nchez Cabezudo.
Julio de 2015. Los informes policiales.
Elisa Pinto, por otro lado, descontenta por la investigaci¨®n que hab¨ªan llevado a cabo los agentes de polic¨ªa de la comisar¨ªa de Chamart¨ªn, hab¨ªa puesto una queja ante la Secretar¨ªa de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior.
La brigada de extorsiones y secuestros de la Comisar¨ªa General de Polic¨ªa Judicial investiga los hechos bajo el paraguas del juzgado de instrucci¨®n 26 de Madrid, y no da credibilidad al relato de la doctora. Las agresiones de arma blanca que dice haber sufrido en enero y abril de 2014, se?alan en uno de los informes, se producen siempre en circunstancias extra?as. ¡°Nunca hay testigos, nunca queda constancia en las c¨¢maras¡±, y ¡°las heridas son siempre superficiales¡±. Seg¨²n el documento, tampoco es coherente el hecho de que dos de los tel¨¦fonos desde los que se realizan las llamadas de acoso est¨¦n a nombre de Javier L¨®pez Madrid y de su hijo, porque resulta muy extra?o comprar una tarjeta prepago para delinquir y ponerla a nombre de uno mismo. Adem¨¢s, algunos mensajes intimidatorios enviados a Pinto deletrean el nombre del supuesto culpable: ¡°nuestro jefe Villarejo estar¨¢ contento¡±, algo de todo punto inusual, seg¨²n los investigadores.
Los agentes creen que todo es un rastro preparado de antemano para guiar a la polic¨ªa. Otro ejemplo: un d¨ªa apareci¨® junto a la comisar¨ªa de Chamart¨ªn uno de los tel¨¦fonos empleados para acosar, que estaba a nombre de L¨®pez Madrid. Lo encontr¨® una mujer poco despu¨¦s de que Elisa Pinto abandonara las dependencias para poner una denuncia. ¡°O el agresor sigui¨® a la doctora hasta la misma puerta de la comisar¨ªa, o ella lo abandon¨® ah¨ª¡±, ha declarado el inspector jefe.
Adem¨¢s, a?aden que algunos de los mensajes mandados desde las inmediaciones de la casa de Elisa Pinto son de madrugada. Si ella no es culpable, esto supondr¨ªa que un grupo de sicarios pasaba todas las noches bajo su casa mandando Whatsapps. El informe sostiene que es raro que viviendo al lado un embajador y estando la vivienda a 500 metros de una comisar¨ªa nadie haya detectado la presencia de gente extra?a apostada en un lugar de forma constante y durante noches enteras.
La polic¨ªa investiga a fondo otro episodio peculiar. Elisa Pinto aseguraba que ella tambi¨¦n hab¨ªa recibido algunas llamadas durante el oto?o de 2013 (cuando el entorno de L¨®pez Madrid empez¨® a ser acosado). La primera, en septiembre. Pero que esta no proced¨ªa de un n¨²mero an¨®nimo¡ sino de una de las amigas del empresario, una mexicana. La doctora afirma que esta mujer la llam¨® para decirle: ¡°Al¨¦jate de L¨®pez Madrid, me vale madres llevarte por delante¡±.
La versi¨®n de la amiga mexicana de L¨®pez Madrid, que era una de las que recib¨ªa m¨¢s llamadas amenazantes, es muy distinta. Dice que d¨ªas antes le hab¨ªa llegado un cat¨¢logo de Chanel donde se le dec¨ªa que llamara a una tal Roc¨ªo para preguntar por un evento. Y le daban un n¨²mero de tel¨¦fono. Ella llama, otra mujer responde y le dice que no se escucha bien. Vuelve a llamar y en esta ocasi¨®n la misma voz le dice que se ha equivocado. El n¨²mero escrito result¨® ser el de Elisa Pinto. Es decir, seg¨²n esta versi¨®n, alguien le estaba tendiendo una trampa para que llamara a la doctora.
La polic¨ªa verific¨® despu¨¦s con Correos que, efectivamente, d¨ªas antes de la llamada, la amiga mexicana de L¨®pez Madrid hab¨ªa recibido ese paquete en su domicilio. Los agentes hablaron adem¨¢s con gente de la empresa de moda para que les confirmara si le enviaban a ella ese tipo de cat¨¢logos y le respondieron que no, que no estaba en sus bases de datos. Quien s¨ª figuraba era Elisa Pinto. A ella s¨ª se los mandaban.
Por otro lado, y ante unas similitudes que hab¨ªan observado entre la letra del hijo mayor de la doctora y la de tres an¨®nimos amenazantes recibidos (uno por la mujer de L¨®pez Madrid, otro por un amigo suyo y otro por Elisa Pinto), la secci¨®n de Documentoscopia de la Polic¨ªa Nacional elabora una pericial caligr¨¢fica completa. Y concluye que los an¨®nimos y los ex¨¢menes del ni?o han sido escritos por la misma persona.
Frente a estas imputaciones, Pinto acusa a la polic¨ªa de cometer constantes irregularidades. Se queja, por ejemplo, de que un informe dice que su coche no aparece el d¨ªa del segundo acuchillamiento en las c¨¢maras de videovigilancia de la calle Triana, el lugar de la agresi¨®n, cuando el veh¨ªculo s¨ª se ve circulando en la grabaci¨®n; y afirma que se le ha imputado injustamente haber lavado el coche y sus heridas antes de denunciar cuando no ha sido as¨ª.
¡°Fuimos desgranando los hechos durante meses con total objetividad¡±, ha defendido ante la juez el inspector jefe responsable de la investigaci¨®n, que se?ala que esas dos inexactitudes (procedentes de los atestados y de un informe sobre las c¨¢maras que hab¨ªa le¨ªdo y que no era correcto) en nada alteran sus conclusiones, basadas en much¨ªsimos m¨¢s datos y averiguaciones. Y reitera que a lo largo de la investigaci¨®n han constatado muchas otras mentiras e incongruencias de Elisa Pinto, como inventarse haber recibido llamadas que despu¨¦s la compa?¨ªa de tel¨¦fonos ha demostrado que nunca recibi¨®.
El polic¨ªa ha declarado tambi¨¦n que su equipo y ¨¦l mismo creen que alguien ayud¨® a la doctora; que probablemente no pudo ejecutar sola toda esta complicada trama.
Villarejo y los contactos policiales de L¨®pez Madrid.
La doctora, por su parte, insiste en que las investigaciones policiales protegen a L¨®pez Madrid y manipulan la realidad ¨Caunque hay que recordar que parte de la investigaci¨®n la llev¨® a cabo otro cuerpo: la Guardia Civil-. ?Por qu¨¦ lo sostiene? Por la presencia en esta historia de una persona que se ha convertido en una marca que todo lo contamina: Pepe Villarejo.
L¨®pez Madrid contacta con Villarejo no como polic¨ªa sino como detective, seg¨²n ha explicado, en septiembre de 2013, cuando empezaron las llamadas a su familia y amigos. Seg¨²n el empresario, su trabajo se ci?¨® a asesorarle cuando ¨¦l a¨²n se resist¨ªa a denunciar. Posteriormente, Villarejo le dijo que lo hiciera y le puso en contacto con otros polic¨ªas; algunos, mandos como el comisario Enrique Garc¨ªa Casta?o, quien a su vez le orient¨® sobre d¨®nde y c¨®mo poner su denuncia.
Seg¨²n Elisa Pinto, la participaci¨®n de Villarejo en el caso es mucho mayor. No solo lo ve como el hombre que est¨¢ detr¨¢s de todos los mensajes y el jefe de la supuesta banda de sicarios, sino que asegura que fue ¨¦l el autor de su segunda pu?alada.
El 10 de abril de 2014 ella marchaba en su todoterreno con su hijo sentado en el asiento del copiloto. En un momento dado cambi¨® de ruta, se meti¨® por la calle Triana, de una sola direcci¨®n, y se baj¨® un momento para coger el alzador del ni?o, que no lo llevaba puesto. En ese momento, y seg¨²n su relato, alguien se le acerc¨® y la apu?al¨® en el abdomen diciendo: ¡°L¨®pez Madrid quiere que cierres la boca¡±. Su hijo no vio a nadie porque estaba dentro del veh¨ªculo. Ella volvi¨® al coche, el ni?o llam¨® al Samur y, como no sab¨ªan el nombre de la calle, se fue conduciendo cerca de su casa, donde fue atendida.
La descripci¨®n que da en un primer momento Pinto del agresor es la de un ¡°var¨®n espa?ol de 45 a?os, 1¡¯75, complexi¨®n fuerte, pelo corto canoso y ropa negra¡±. Cuando va a declarar al d¨ªa siguiente a la polic¨ªa, los a?os ya no son 45, sino 50-60 (Villarejo, un se?or con cojera, ten¨ªa 64 en ese momento). Dice que las caracter¨ªsticas f¨ªsicas son ¡°coincidentes¡± con las del primer apu?alamiento, pero que no est¨¢ segura. M¨¢s tarde dice que los autores del primer y segundo apu?alamiento son con total seguridad personas distintas y que el del segundo puede ser la persona que hab¨ªa acompa?ado al empresario a su consulta (que ella asegura que no fue el abogado Rafael Redondo, como dice L¨®pez Madrid).
A Villarejo lo menciona despu¨¦s. ?Qui¨¦n le pone sobre su pista? Uno de los abogados de Pinto, que visita al comisario para ver si pueden llegar a un acuerdo, le dice que ha sido un ex del CNI que la ayuda en temas de seguridad quien le ha contado que ¨¦l est¨¢ metido en el asunto (la reuni¨®n est¨¢ grabada y aportada a la causa). Por otro lado, en junio de 2014, en una conversaci¨®n telef¨®nica grabada por la Guardia Civil, la doctora dice algo parecido a su interlocutora, la paciente que la estaba ayudando a hablar con periodistas sobre el caso.
Meses m¨¢s tarde, Elisa Pinto explica ante la Guardia Civil que fue el propio L¨®pez Madrid quien le dijo en junio de 2013 que hab¨ªa contratado a un comisario de polic¨ªa para que le ayudara a ¡°gestionar su resistencia¡± (sexual, se entiende) y que era un experto ¡°en poner en su sitio a las chulas¡± como ella. Asegura que durante los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2013 ¨¦l le hablaba sin parar de Villarejo y que ella estaba asustad¨ªsima por ¡°el p¨¢nico¡± que le ¡°inspiraban las informaciones que sobre ese comisario le¨ªa en Internet¡± (aunque en ese momento apenas hab¨ªa en la red informaci¨®n sobre Villarejo, que empez¨® a ser portada de los peri¨®dicos como parte de las cloacas del Estado m¨¢s de un a?o despu¨¦s por su vinculaci¨®n con el caso del ¨¢tico de Ignacio Gonz¨¢lez, el peque?o Nicol¨¢s o la polic¨ªa patri¨®tica). La doctora empieza a pedir hacer un reconocimiento fotogr¨¢fico.
Despu¨¦s de los informes de la Guardia Civil, el caso vuelve en 2015 a la comisar¨ªa de Chamart¨ªn. El periodista Eduardo Inda, que es qui¨¦n da a conocer el caso p¨²blicamente en su blog en mayo de ese a?o, va a hablar con el comisario, Jaime Barrado, para informarle de que hay una orden de alejamiento dictada contra L¨®pez Madrid (de noviembre de 2014) y que la doctora cree que el autor del apu?alamiento es Villarejo. Se hace poco despu¨¦s la diligencia de reconocimiento en sede policial y la doctora lo identifica en una foto como su segundo agresor. El detective-polic¨ªa-empresario en ese momento ya es un protagonista habitual de las noticias y su foto ya se ha publicado.
A partir de ah¨ª el caso se retuerce. El comisario Barrado acaba suspendido de funciones tras una extra?a maniobra contra ¨¦l de una persona relacionada con Villarejo que, seg¨²n el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que revoc¨® la suspensi¨®n del polic¨ªa, pudo ser una encerrona. Una m¨¢s de las m¨²ltiples derivadas de este enrevesado caso.
Villarejo defiende que el relato de hechos de la doctora Pinto sobre la pu?alada es absurdo: que no tiene sentido que ¨¦l haya estado sigui¨¦ndola de manera permanente y haya aprovechado un descuido de ella para bajarse del coche, apu?alarla, decir en voz alta el nombre del culpable e irse corriendo sin dejar rastro (el comisario tiene cojera). Sostiene, tambi¨¦n, que la herida es peque?a y se la hizo ella misma como parte de su plan para incriminar a L¨®pez Madrid. La m¨¦dico del Samur que atendi¨® ese d¨ªa a la doctora Pinto puso en el atestado que la herida ten¨ªa un cent¨ªmetro y que, en su opini¨®n, no era compatible con arma puntiforme. En el Gregorio Mara?¨®n, despu¨¦s, calificaron la herida como de no penetrante, pero dijeron que era de cuatro cent¨ªmetros. Este punto quedar¨¢ sin aclarar. La doctora del Samur no ha podido declarar en el juzgado porque muri¨® de forma s¨²bita, a los 46 a?os, el pasado abril.
El comisario Villarejo, por otro lado, declar¨® que el d¨ªa del apu?alamiento, a esa hora (sobre las ocho de la tarde), estaba con los periodistas Esteban Urreiztieta y Eduardo Inda en una reuni¨®n en el hotel Holiday Inn Bernab¨¦u. Inda, sin embargo, se?ala que en ese momento estaba en una tienda comprando un regalo, y que lo sabe porque ha mirado sus movimientos de tarjetas bancarias para comprobar qu¨¦ hab¨ªa hecho ese d¨ªa. Urreiztieta, por su parte, asegura que, aunque en esa ¨¦poca se reun¨ªa a menudo con Villarejo, no guarda las notas del 10 de abril de 2014 ni lo tiene apuntado en la agenda, y que por tanto no puede confirmar si estaba o no con ¨¦l.
?Un pasado extorsionador?
Cuando el asunto salta a los medios de comunicaci¨®n el blog de Inda, con las iniciales de E. P. como la doctora acosada, entra en escena otra persona: Alejandra, hija de Joaqu¨ªn Soto Melo, mentor de Elisa Pinto desde que coincidieron en el Hospital Gregorio Mara?¨®n cuando ella hizo la residencia en dermatolog¨ªa. La mujer lee la informaci¨®n y va a declarar ante la Guardia Civil. Asegura que Pinto tuvo ¡°una relaci¨®n sentimental puntual y espor¨¢dica¡± con su padre y que este sufri¨® un chantaje durante muchos a?os por parte de ella. Se?ala que su padre no quiso denunciar ¡°por las posibles consecuencias que ello pudiera originar, ya que podr¨ªa comprometer su vida laboral¡±.
Los posicionamientos de los tel¨¦fonos que se usan para amenazar conducen a Elisa Pinto. Ella asegura que es porque la siguen d¨ªa y noche.
Cuando Soto Melo dej¨® el Hospital Gregorio Mara?¨®n y empez¨® a trabajar para Sanitas y a coordinar el servicio de dermatolog¨ªa del Hospital La Zarzuela, contrat¨® a su hija. Le dijo que ten¨ªa que contar con la doctora Pinto, ¡°que era de su confianza y era muy buena¡±. Ella dice que empez¨® a ver ¡°cosas muy raras¡± entre ambos y que un d¨ªa su padre le cont¨® que hab¨ªa mantenido una relaci¨®n sexual espor¨¢dica con Elisa Pinto y que a partir de ese momento le hab¨ªa sometido a numerosos chantajes: le dijo que estaba embarazada de ¨¦l y le pidi¨® mucho dinero para ir a abortar a Par¨ªs; que en otra ocasi¨®n le chantaje¨® con unas fotos juntos dici¨¦ndole que las iba a publicar y a ense?ar a los clientes de la cl¨ªnica y a los amigos de su padre (entre ellos los Villar Mir); y que su madre recib¨ªa llamadas en su casa por la noche desde n¨²mero oculto: en algunas colgaban sin decir nada y en otras le dec¨ªan palabras obscenas. Afirma que le dijo muchas veces a su padre que la denunciara, pero que ¨¦l nunca quiso hacerlo por miedo. El doctor falleci¨® en diciembre de 2012.
Pinto dice que todo es falso y que obedece a que ella hab¨ªa tenido problemas con Alejandra; que se llevaba muy bien con Soto Melo y que ¨¦l la recomend¨® a todos sus pacientes cuando se jubil¨®. Ha puesto en entredicho el testimonio de la hija del doctor por la estrecha relaci¨®n de la familia Soto Melo con los Villar Mir. Alejandra, por su parte, ha asegurado que conoce a los Villar Mir de toda la vida pero que a L¨®pez Madrid lo ha visto dos o tres veces, que no pertenecen al mismo c¨ªrculo, y que en qu¨¦ cabeza cabe que vaya a involucrar a su difunto padre en algo as¨ª para ayudar a un se?or al que apenas conoce. Insiste en que fue a contar lo que sab¨ªa a la Guardia Civil por responsabilidad.
Octubre de 2017. ?Qu¨¦ dicen los jueces?
La juez del 39 archiv¨® el caso de Pinto contra L¨®pez Madrid en 2016. Sigui¨® el criterio de la fiscal, que se?alaba que no es cre¨ªble que Pinto diga que la acosan sexualmente desde julio de 2012 y que a la vez mantenga conversaciones y env¨ªe correos como los aportados y que invierta un mill¨®n de euros en su empresa; que tampoco resulta cre¨ªble que diga que L¨®pez Madrid trat¨® de ahogarla en la calle, que no lo denuncie y que dos d¨ªas m¨¢s tarde le mande un correo sobre la amistad; que no es cre¨ªble la err¨¢tica descripci¨®n que hace de su segundo agresor y que va variando de 45 a?os a 50 o 60 y de ser el mismo de la primera pu?alada a no parecerse en nada y luego a ser, con total seguridad, el abogado que hab¨ªa acompa?ado a su consulta a L¨®pez Madrid. La fiscal y la juez, adem¨¢s, se apoyan en los informes de la Guardia Civil, de la polic¨ªa y en la pericial caligr¨¢fica que asevera que fue el hijo de Pinto quien escribi¨® los an¨®nimos amenazantes.
La Audiencia Provincial de Madrid entendi¨® sin embargo que s¨ª hab¨ªa indicios de delito, que el relato de Pinto merec¨ªa m¨¢s cr¨¦dito, y que deb¨ªan practicarse m¨¢s diligencias. En ello est¨¢n. Ahora la polic¨ªa est¨¢ analizando el volcado del disco duro de la doctora, que se obtuvo con una gran resistencia por su parte (L¨®pez Madrid tambi¨¦n entreg¨® el suyo parcialmente borrado, aunque los investigadores lograron recuperar muchas cosas, entre ellas los famosos mensajes de la Reina Letizia llam¨¢ndole compiyogui, que fueron publicados en marzo de 2016 por eldiario.es).
El caso de L¨®pez Madrid contra Pinto, del juzgado 26, sigue en fase de instrucci¨®n.
El empresario, por otra parte, se enfrenta a otras dos imputaciones en dos procedimientos por corrupci¨®n, P¨²nica y Lezo, y el pasado febrero fue condenado a seis meses de c¨¢rcel por gastar 34.800 euros, que luego devolvi¨®, en el caso de las tarjetas black. En mayo dej¨® de ser consejero de OHL, aunque sigue siendo consejero delegado del grupo Villar Mir y presidente del gigante metal¨²rgico Ferroglobe. Se ha trasladado a vivir a Londres (Reino Unido) y dice que ha pensado en quitarse la vida por este asunto que es, sin duda, el m¨¢s turbulento y oscuro de todas sus citas con la justicia.
La doctora mantiene su consulta y sus pacientes. Asegura que ella no se traslada de pa¨ªs porque no se lo puede permitir y que su vida -y la de su familia- ha sido una pesadilla desde que comenz¨® todo.
Se suele atribuir a Abraham Lincoln la frase de que se puede enga?ar a algunos todo el tiempo y a todo el mundo alg¨²n tiempo, pero que no se puede enga?ar a todo el mundo todo el tiempo. En manos de la justicia queda ahora establecer al menos una verdad judicial sobre una historia plagada de mentiras.
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