Mi gata no es cuqui ni adorable
Un alegato muy personal contra la imagen candorosa de los felinos
Gatos que se acurrucan en el regazo de su due?o, que se restriegan la cabeza con su cuello, gatitos peluchones con grandes ojos. ?Basta! Basta ya de enga?os y mentiras. Si hay esos gatos, son muy pocos. Y esos ratos id¨ªlicos, mucho menos. Los gatos ara?an todo lo que se pone por delante: cojines, sof¨¢s y due?os. Los gatos tiran al suelo (y rompen) todo lo que se les antoja: el pan reci¨¦n comprado, las llaves de casa, el marco con la foto preferida. Y se acomodan donde les place, all¨¢ t¨² si es el mejor sitio para ver la tele. Los gatos se ponen a correr por las paredes por la noche como posesos. Lo afirmo: los gatos existen para fastidiarnos.
Lo digo con conocimiento de causa. Mi gata Saba es arisca, as¨ª de simple. Molesta todo lo que puede y m¨¢s. Cuando no estoy en casa est¨¢ tranquilita, seguro, pero en cuanto llego empieza la fiesta. Ma¨²lla cada vez que entro en la cocina para que le ponga comida, cada vez, aunque tenga el cuenco lleno. Espera a hacer sus cacas a que haya limpiado el arenero. Me ara?a cada vez que quiero acariciarla. Se pone delante de la tele cuando quiero ver una serie. Ma¨²lla para que le abra la terraza haga el fr¨ªo que haga y luego no sale. Se sube por las mesas y tira l¨¢mparas, bol¨ªgrafos y lo que pille. Rasca las puertas correderas del armario para abrirlas un poco y sacar toda la ropa. Se tira a ara?ar mis piernas cuando camino por el pasillo. No se puede dejar algo de picar en la mesita del sal¨®n porque ella es la primera que lo cata. La m¨ªa es la ¨²nica terraza sin plantas del barrio porque se las come o las desentierra.
Y a pesar de tener rascadores, alfombritas y juguetes, solo se afila las u?as en los dos sof¨¢s que tengo. En el de cuero, adem¨¢s, se pasea cuando acaba de hacer pis para dejar bien marcadas sus huellas h¨²medas. Y el de tela est¨¢ tan andrajoso que da asco sentarse en ¨¦l. Los rascadores y dem¨¢s objetos est¨¢n nuevos, Saba pasa a su lado indiferente.
¡°Yo tengo dos gatos y no son as¨ª¡±, rebate Beatriz Ar¨¦valo, veterinaria madrile?a. Se trata de dos gatos de razas ¡°tranquilas¡±: un gato persa y un Maine coon. ¡°Hay razas que mantienen muchas costumbres del animal salvaje, por ejemplo, el abisinio, que son muy nocturnos y no usan el arenero porque en la naturaleza orinan en los r¨ªos¡±, explica Ar¨¦valo.
Y es que quien piense que un gato es un animal dom¨¦stico y que su h¨¢bitat natural es la casa, anda bastante desencaminado. Ar¨¦valo sentencia: ¡°Los gatos son el animal dom¨¦stico que m¨¢s conserva su parte salvaje¡±. En esa afirmaci¨®n coincide Estefan¨ªa Pineda, veterinaria y especialista en comportamiento animal en el Servicio de Etolog¨ªa Cl¨ªnica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). ¡°Muchos de los problemas que tenemos con los gatos es porque todav¨ªa no hemos podido hacer de ¨¦l un animal dom¨¦stico, al contrario de lo que sucede con el perro que llegan a tener un v¨ªnculo muy estrecho y afectivo con el ser humano. El gato sigue siendo a¨²n el gran desconocido para nosotros porque se ha estudiado mucho menos que el perro, por ejemplo¡±, explica.
As¨ª que, avisados. Porque por mucho que los gatos de Beatriz Ar¨¦valo sean pac¨ªficos y la m¨ªa no, al final ¡°la gente que tiene gato tiene que tener una casa para gatos¡±, afirma Ar¨¦valo. Por ejemplo, ella no tiene muchos adornos en su hogar y los pocos que hay son ¡°muy pesados¡±. De esta manera impide que sus animales tiren las cosas por el suelo. Y a?ade: ¡°Una casa con gato tiene que tener juguetitos de gato por el suelo¡±. No es necesario gastar dinero, pueden ser simples bolitas de papel de aluminio, que crujen y las pueden coger con la boca, o el interior de una bobina de hilo acabada, o un bol¨ªgrafo vac¨ªo. A muchos les gustan los peque?os peluches, que pueden trasladar en la boca. Aunque para jugar, lo mejor es, dice la veterinaria, tener otro gato (?dos? ?C¨®mo Saba?).
Pineda afirma que, generalmente, los gatos son equilibrados. ¡°Es dif¨ªcil que tengan problemas de comportamiento. Muchas de las conductas que para nosotros son malas, para ellos son innatas, naturales. Por ejemplo, tienen una conducta innata de cacer¨ªa. Y por ello hacen cosas como mordernos los tobillos, que para nosotros son inaceptables¡±. O la conducta del rascado ¡°que es un sistema de comunicaci¨®n¡±, dice.
Por ello, esta especialista en comportamiento recomienda no gritarles ni castigarles cuando rascan o ara?an. ¡°Son conductas no alteradas en ellos, no son patolog¨ªas. El gato no entiende por qu¨¦ le castigamos por una conducta que es normal y eso hace un animal ansioso¡±, avisa. ¡°Ellos juegan a veces con la boca. Debemos pensar que sus garras y dientes son un sistema de comunicaci¨®n. Lo que nosotros har¨ªamos hablando, ellos lo hacen rasgu?ando¡±.
La manera de educarlos es redirigiendo conductas, que cambien el lugar donde rascan por otro. ¡°Si ¨¦l es astuto, t¨² m¨¢s¡±, resume Ar¨¦valo. Para esos sof¨¢s llenos de colgajos por los ara?azos, la especialista aconseja lavar la zona con amoniaco para disipar el olor. ¡°Cuando un gato rasca, lo que est¨¢ haciendo es marcar el territorio. Son muy territoriales y marcan con las feromonas que secretan las almohadillas de las patas. Ara?ar el sill¨®n es marcar; est¨¢ comprobado. Lo que hay que hacer es reconducir la costumbre¡±, indica. As¨ª que, adem¨¢s de limpiar el lugar donde suele ara?ar (y no debe) con amoniaco, se puede rociar con un producto especial para el marcado ¡°que es una feromona¡±, dice Ar¨¦valo. ¡°Para que no se tiren a los tobillos hay que jugar m¨¢s con ellos y ponerles juguetes de cacer¨ªa como peque?os animales de goma u otros. Es un animal con unas conductas propias de un felino, por lo que hay que buscarle una salida a esas conductas naturales¡±, a?ade Pineda.
Ayer quise acariciarle a Saba suavemente la cabeza antes de venir a trabajar. El ara?azo fue profundo y me hizo sangrar. La mir¨¦ a los ojos con fiereza y le dije bajito. ¡°T¨² vas a salir de esta casa bien pronto¡±. Y la muy cretina ni se inmut¨®, se dio media vuelta y sigui¨® mirando la calle por la ventana desde su atalaya del respaldo del sof¨¢. Cuando me alej¨¦ cre¨ª escuchar: ¡°Ni lo sue?es, petarda¡±.
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