Good Bye, Puigdemont!
La ¨¦pica de la clandestinidad es sugestiva para quienes llevan a?os desliz¨¢ndose en la ¨¦pica ret¨®rica del proc¨¦s
Claro que para el Govern es una tentaci¨®n actuar como si fuesen el Govern en la clandestinidad, como si fuesen depositarios de la Generalitat aut¨¦ntica huidos de la represi¨®n al modo de aquellos dirigentes que manten¨ªan viva la llama de las viejas instituciones catalanas durante el franquismo. ?Bruselas quiz¨¢? La ¨¦pica de la clandestinidad es sugestiva para quienes llevan a?os desliz¨¢ndose en la ¨¦pica ret¨®rica del proc¨¦s. Desde luego no es lo mismo el peque?o Llu¨ªs Llach que el gran Pau Casals, el peque?o Mainat que el gran Pompeu Fabra, el peque?o Puigdemont que el gran Tarradellas, y desde luego no es lo mismo el franquismo represor que esta democracia europea... pero son detalles f¨¢ciles de sortear para un Proceso que se ha mantenido siempre en un carril paralelo a la realidad.
Que Puigdemont pueda verse como un trasunto de Tarradellas resulta delicioso, sobre todo porque era Tarradellas quien advert¨ªa que en pol¨ªtica se puede hacer todo menos el rid¨ªculo. ?l se cuid¨® de hacerlo. Pero sus sucesores han perdido el pudor tiempo atr¨¢s. La imagen de Ada Colau sin ser capaz de responde a preguntas b¨¢sicas como si Barcelona est¨¢ en Espa?a o si Puigdemont es el president demuestra sus dificultades. No terminan de regresar a la realidad. Pero entretanto en las calles de Catalu?a se impone la normalidad de que no hay un sol poble sino una sociedad plural, que no hay Rep¨²blica bananera (o butifarrera) sino un Estado democr¨¢tico europeo que funciona bajo la l¨®gica de la legalidad, que no hay tanques sino Constituci¨®n. Hasta Podemos, tan escandalizado con la intervenci¨®n de Catalu?a, ha intervenido a Podem, su marca catalana.
De repente la realidad. Y, en la realidad, los mossos retiran las fotos del President y los consellers, ya sin escolta y coche oficial, no pueden entrar en los edificios p¨²blicos m¨¢s que a recoger. Incluso la cosa podr¨ªa ser m¨¢s sofisticada y s¨ª se les permita estar en el despacho, y en lugar de recomendarles que pongan el curr¨ªculum en Linkedin, para dejarlos all¨ª donde no podr¨¢n firmar un papel o gestionar una sola partida con validez. Como en la pel¨ªcula Good Bye, Lenin, se tratar¨ªa de que crean que siguen en el tiempo del proc¨¦s, bajo la Rep¨²blica de Catalu?a, y a ellos, como a Christiane, la protagonista del filme, siempre les quedar¨¢ la posibilidad de ver TV3 para sentir que est¨¢n disfrutando de las mieles redentoras de la Rep¨²blica, que se mantienen en Europa recibidos como socio preferente, que 1.700 empresas han llegado a Catalu?a para aumentar su riqueza entre la euforia de un sol poble.
La realidad no es f¨¢cil cuando se ha estado mucho tiempo lejos de ella. El propio Junqueras, siempre con su tono de capell¨¤ misacantano, escribe el domingo en el bolet¨ªn parroquial de El Punt Avui una homil¨ªa sobre las pr¨®ximas decisiones que costar¨¢ entender, y eso parece significar volver a la realidad. Para muchos es algo impensable, y van a mantenerse en el matrix del proc¨¦s. Puigdemont quiz¨¢ se levantase hoy por la ma?ana, se mirase en el espejo, donde ver¨ªa todav¨ªa al Molt Honorable al que se le cuadran los mossos de la escolta, y quiz¨¢ pensara que aqu¨ª ya no es posible prolongar esa ficci¨®n, sentado en el bar de abajo por m¨¢s que los parroquianos all¨ª le llamen president. La ¨²ltima tentaci¨®n es huir a B¨¦lgica, acogido por un partido nacionalista ¨Cqu¨¦ m¨¢s da si neofascista¨C para dejar crecer el mito, tan del gusto de su clientela, de que son La R¨¦sistance heroica de la represi¨®n espa?ola, vestales de la llama sagrada de la Rep¨²blica de Catalu?a. Eso, admit¨¢moslo, s¨ª que puede ser un final delirante a la altura del Proc¨¦s.
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