La matraca

El mejor resumen del proc¨¦s pol¨ªtico catal¨¢n lo ha hecho el compa?ero de celda de uno de los Jordis en la c¨¢rcel de Soto del Real al pedir el cambio de celda porque ya no aguantaba m¨¢s ¡°la matraca independentista¡± de ¨¦ste. Prefer¨ªa que roncase, declar¨®.

Como sufridor experimentado de grandes matraquistas de la noche, de los m¨¢s variados temas, en mis a?os noct¨¢mbulos, que fueron muy largos, comprendo perfectamente al pobre preso, cuya condena ya es suficiente como para que le a?adan otra como es la de aguantar d¨ªa y noche y sin escapatoria la paliza del compa?ero de celda. En los bares, al menos, uno tiene la opci¨®n de irse o de cambiar de sitio en el mostrador. Aunque tampoco esto ¨²ltimo te garantice del todo la libertad: ¡°Vengo contigo ¡ªme dijo en una ocasi¨®n un profesional de las chapas nocturnas peg¨¢ndoseme de nuevo despu¨¦s de haber huido de ¨¦l¡ª porque todos esos de ah¨ª (se?al¨® el otro extremo del mostrador) son unos palizas¡±.

A cierta edad, uno ya no aguanta tanto como de joven las confidencias interminables y los discursos ensimismados de los dem¨¢s, que suelen ser repetidos, por lo que acabas por aprend¨¦rtelos de memoria y a lo que aspira es a que le dejen tranquilo. Supongo que, si est¨¢s preso, la necesidad de que te dejen en paz es mayor a¨²n, puesto que bastante tienes con tus pensamientos como para que venga otro a contarte los suyos. As¨ª que entiendo que el compa?ero de celda del Jordi independentista, no s¨¦ si Cuixart o S¨¤nchez, tanto da, pidiera el cambio a la direcci¨®n de la c¨¢rcel y que ¨¦sta se lo concediera al instante, compadecida de su situaci¨®n. Yo tambi¨¦n me he compadecido muchas veces de m¨ª mismo sin poder optar a lo mismo que el preso por carecer del valor de ¨¦l. Por no ofender uno aguanta a veces cosas que el otro no le aguantar¨ªa a uno.

Le atribuyen a Winston Churchill, el primer ministro brit¨¢nico en la II Guerra Mundial, la afirmaci¨®n de que la vida es demasiado corta para aprender alem¨¢n. Mutatis mutandis yo afirmar¨ªa que la vida es demasiado corta para ser independentista. Pero aqu¨ª sigue uno con el raca raca despu¨¦s de toda una vida aguantando, primero, la matraca nacionalista espa?ola de la dictadura, luego la vasca y ahora la catalana¡­ y de nuevo la espa?ola, con las banderas de unos y otros colgando de los balcones como si todav¨ªa sigui¨¦ramos en aquella. Y, lo que es mucho peor, para seguir. Fue el propio Churchill el que afirm¨® que un fan¨¢tico es alguien que no puede cambiar de opini¨®n, pero tampoco quiere cambiar de tema.