Esperpento plus

A la circense fuga de Carles Puigdemont y algunos fieles a Bruselas, le sigui¨® el sainete de nombrarse Gobierno provisional. Y ahora culmina en la provocaci¨®n, v¨ªa judicial, de ¡°la peor pesadilla¡± para el Gobierno de B¨¦lgica, seg¨²n la define su prensa.

La escapada, secreta para medio ex-Gobierno, ha perjudicado a los exconsejeros que arrostraron sus responsabilidades en Espa?a, al presionar en apariencia en favor de medidas cautelares fuertes para evitar el riesgo de fuga. La actuaci¨®n de Puigdemont ser¨¢ divertida para algunos, pero tr¨¢gica para quienes tuvieron la desgracia de haber compartido Gobierno con ¨¦l.

La autodefinici¨®n de Gobierno en el exilio es risible por cuanto no tiene nada que gestionar, contra lo que ocurri¨® con la Generalitat o los Gobiernos republicanos en el exterior durante el franquismo. Manejaron asuntos como la protecci¨®n de los exiliados, el patrimonio y los archivos, las relaciones institucionales con otros pa¨ªses que les mantuvieron reconocimiento. Por eso las ocurrencias del expresident sonar¨¢n a cuerno quemado a supervivientes y herederos de aquellos que lograron en condiciones horrorosas (imperio nazi, divisiones internas) resultados escasos, pero siempre con empe?o de dignidad.

Los problemas creados al sistema judicial y pol¨ªtico de B¨¦lgica por el depuesto presidente demuestran que solo logra expandir la inestabilidad y contagiar el caos. Ratifica que los pocos simpatizantes del proc¨¦s en Europa son movimientos extremistas como los racistas flamencos (a los que agitan, debilitando un Gobierno de coalici¨®n de dif¨ªcil arquitectura) y la Lega noritaliana, alineada con el lepenismo franc¨¦s. Por sus compa?¨ªas les conocer¨¦is.

Y, sobre todo, el episodio belga proyecta la imagen inversa a la que viene pretendiendo: su presunta validaci¨®n internacional se convierte en rechazo de los ¨²nicos que quiz¨¢ podr¨ªan hab¨¦rsela dispensado. Desairan hasta a sus pretendidos amigos: no contentos con intentar la desestabilizaci¨®n de Espa?a, repiten la tentativa con ellos. ?Es este el europe¨ªsmo que cabe esperar del movimiento indepe? Apa?ado va, y con ¨¦l, menoscabada la imagen de Catalu?a y en parte empa?ada la de Espa?a.

Puigdemont se reclama presidente leg¨ªtimo de un Gobierno leg¨ªtimo. Pero no es Gobierno, sino solo los rastros en pedazos que quedan del mismo. Ni es leg¨ªtimo, pues conculc¨® la legalidad. Ni ostenta autoridad ninguna: el propio Puigdemont, porque ha vuelto a mentir, tras perjurar que no volver¨ªa a presentarse a ninguna elecci¨®n, escud¨¢ndose en razones familiares; y su fantasmal Gobierno, porque no parece que el intento de unificar las fuerzas que le han dado apoyo parlamentario, conformando una candidatura ¨²nica, tenga visos de ¨¦xito en el plazo para formar coaliciones, que termina hoy.

Resulta amargo para Catalu?a, y para la Espa?a comprometida con la Catalu?a aut¨®noma y autonomista, comparar la sobria resistencia de Josep Tarradellas durante 40 a?os con las vergonzosas meteduras de pata adolescente de su sucesor en tan solo una semana.