¡°Bea ya es mujer¡±, la excepci¨®n de ¡®Verano azul¡¯
En la tele se sangra mucho m¨¢s que en la vida real, pero casi nunca por la vagina
Bea lee una novela, m¨¢s formalita imposible. Est¨¢ sentada con los mayores, donde las sombrillas. En vez de bikini, lleva falda larga y camisa con mangas de farol lo que en la playa significa que tambi¨¦n lleva compresa. Desde la orilla, los chicos de la pandilla la observan admirados. Bea est¨¢ con la regla, tiene el mes, le ha venido el ¡°peri¨®dico¡±, seg¨²n Tito, su hermano peque?o.
El episodio no se titula Bea ya es mujer, como todas recordamos por la frase compungida, emocionada y con violines de fondo de su madre a su padre: ¡°Agust¨ªn, ?Beatriz ya es mujer!¡±. No, el cap¨ªtulo se titula Beatriz, mon amour y se estren¨® el 22 de noviembre de 1981. Por orden de emisi¨®n fue el s¨¦ptimo de Verano Azul, sin embargo, en la memoria colectiva es claramente el segundo, solo superado por la muerte de Chanquete.
Visto ahora (est¨¢ colgado ¨ªntegro en la web de RTVE) resulta ?o?o, anticuado, involuntariamente gracioso. Bea acaba corriendo por la orilla con su falda al viento de la mano de sus amigos mientras estos le recitan los versos de F¨¦lix Antonio Gonz¨¢lez: Que ni el viento la toque / porque tiene pena de muerte el viento si la toca.
¡°Mi hermana es hoy mujer, y lo de antes no sirve¡±, dice Tito en un momento dado. ¡°Pues yo la veo igual, est¨¢ de buena como siempre¡±, contesta Pira?a. ¡°Tiene la regla porque es su obligaci¨®n¡±, a?ade Quique. Vale, la revoluci¨®n feminista no estaba siendo televisada, pero yo es apenas el ¨²nico pantallazo que recuerdo relacionado con la primera regla.
Encuentro en Periods in pop culture, un ensayo sobre la menstruaci¨®n en el cine y la televisi¨®n de Lauren Rosewarne, profesora de ciencia pol¨ªtica y estudios de g¨¦nero australiana, otros ejemplos. Entre ellos, tres que fijo que vi en su momento, pero que he olvidado, quiz¨¢s porque ya me pillaron menstruando, dado que llegaron casi una d¨¦cada despu¨¦s del m¨ªtico episodio de Verano Azul.
Rudy, la hija peque?a de los Huxtable tuvo su menarquia en 1990 en La hora de Bill Cosby (en el cap¨ªtulo su madre se empe?a en celebrarlo con un D¨ªa de la mujer). En el episodio Blossom blossoms (Blossom florece, 1991), la ni?a que luego se convertir¨ªa en Amy de Big Bang Theory menstr¨²a por primera vez a los 14. La ausencia de su madre (que vive en Par¨ªs) hace que la adolescente sue?e con la Se?ora Huxtable en un m¨¢gico momento metatelevisivo. Pero al final, el cap¨ªtulo trata m¨¢s sobre c¨®mo lidia el padre divorciado de la cr¨ªa con la regla que sobre c¨®mo lo hace ella. Es un viejo truco de guion: desaparecemos a la madre (la de Nemo, la de Bambi¡) para que el padre enrollado brille a sus anchas.
El tercer ejemplo es el que m¨¢s me duele no recordar porque era muy fan: Darlene, la peque?a de Roseanne ¨Cla fe¨²cha, la borde, la que molaba¨C tuvo su primer periodo en 1989 a los 11 a?os. Roseanne Barr, que tambi¨¦n produc¨ªa la serie, siempre esgrimi¨® un discurso feminista y el cap¨ªtulo ofrece una visi¨®n humor¨ªstica, positiva y amorosa de todo el asunto. Pero nadie lo recuerda.
Porque las menarquias imposibles de olvidar son las de Carrie (1976) ensangrentando a sus compa?eras de vestuario (y luego asesin¨¢ndolas por re¨ªrse de ella) y la de Brooke Shields ti?iendo de rojo El lago azul (1980), otra fantas¨ªa gore, porque, palabrita de copa menstrual, es imposible manchar un metro c¨²bico de agua clara con lo que sale de ah¨ª.
¡°En las ocasiones en las que la menstruaci¨®n aparece en pantalla¡±, esta ¡°es traum¨¢tica, vergonzosa, angustiante, ofensiva, c¨®mica o completamente catastr¨®fica¡±, escribe Rosewarne en su ensayo. Es decir, cuando ocurre es ¡°abrumadoramente negativa¡±, pero, sobre todo, ocurre poco (ella cita 200 referencias expl¨ªcitas en cuatro d¨¦cadas de tele y cine).
La regla de Bea no es terror¨ªfica ni objeto de mofa. Los chicos de la pandilla la viven con cierta melancol¨ªa de final del verano, pero con un respeto casi reverencial. Tito le da un beso a su hermana cuando finalmente comprende lo que pasa. Pero ante todo la regla de Bea es excepcional. A las de mi generaci¨®n nos marc¨® tanto simplemente porque no era algo que ve¨ªas normalmente en la tele, y la de Bea protagoniz¨® todo un episodio de una serie de 20.
Anda que no tuvo tiempo Winnie Cooper de menstruar en todos Aquellos maravillosos a?os¡ Pues no. ?Alguien recuerda a Buffy sangrando entre los vampiros? ?Regl¨® Candy Candy entre suspiro y soponcio? ?Cu¨¢ndo demonios les vino la regla a las ni?as de Padres Forzosos (un saludo, John Stamos)? ?Y a las de Los problemas crecen? ?A las de Enredos de familia? ?Ten¨ªa la regla Heidi? Clarita fijo, ?se enterneci¨® la Se?orita Rottenmeier cuando le vino? ?Hablaban sobre tampones las chicas modernas de Salvados por la campana o las que sent¨ªan con toda su intensidad sexual la Sensaci¨®n de vivir? ?T¨² te acuerdas? Yo tampoco.
En estas series se hablaba de orfandad, trabajo infantil, drogas, sexo y violencia como si tal cosa. Un poco de flujo menstrual normalizado no me parece para tanto. Pero ni siquiera pasaba en las series para adultos: encuento en Google que en 10 a?os de Friends, solo se hizo una vez referencia al periodo, a pesar de que alguien se ha molestado en calcular que durante 840 d¨ªas de los 3,650 que dur¨® la serie, alguna de las tres protagonistas ¨CM¨®nica, Rachel o Phoebe¨C habr¨ªa estado menstruando.
El problema es que en la tele se sangra mucho m¨¢s que en la vida real, pero casi nunca por la vagina. Me gustar¨ªa creer que ahora las series tween tratan el asunto con m¨¢s normalidad, pero me cuesta imaginar a la preadolescente Dora en la ciudad comprando tampones por favor / ?tampons, please!
Ante la invisibilidad generalizada de la regla en la tele, aun con su ?o?er¨ªa, la regla de Bea fue pionera y transgresora. A m¨ª me vino muchos a?os despu¨¦s de ver el cap¨ªtulo. A los 14, ya ten¨ªa ganas. Mi madre empez¨® con 9 y mi hermana con 11, as¨ª que mi menarqu¨ªa no tuvo mucho misterio. Al d¨ªa siguiente se pod¨ªa ir sin uniforme al colegio, y el modelito planeado con semanas de antelaci¨®n eran unos vaqueros blancos el¨¢sticos que no iba a dejar de ponerme bajo ning¨²n concepto. As¨ª que esa misma tarde me ense?aron a introducirme un tamp¨®n, las tres metidas en el cuarto de ba?o, con un bote de vaselina, nervios y ataques de risa (ah¨ª ten¨¦is una escena normalizadora, queridos guionistas). El ¨²nico momento ceremonioso de aquel d¨ªa ocurri¨® en la mesa de la cena, cuando mi padre, muy serio, solt¨® un ¡°Me ha dicho mam¨¢ que ya eres mujer¡± digno de Pira?a. Seguro que mi madre nunca us¨® esa frase, estoy convencida de que ¨¦l la sac¨® de Verano Azul. Yo puse los ojos en blanco y todos nos re¨ªmos. Nadie recuerda que sonaran violines.