Correr para olvidar
Por qu¨¦ tratar de ocultar que uno cumple a?os es un impulso tan humano como in¨²til
Soy de esas personas que mantienen en secreto el d¨ªa de su cumplea?os. No por ocultar mi edad, sino porque odio ser el centro de atenci¨®n. Y mire usted si me agobia el tema, que ahora que he escrito esto creo que me estoy pasando de listo. ?A qui¨¦n demonios le va a importar si cumplo a?os hoy o ma?ana? Y si se enteran de que es mi cumplea?os, ?qu¨¦ me hace pensar que se van siquiera a inmutar? Y as¨ª ando todo el rato. Intento cometer todos mis pecados por omisi¨®n, no por acci¨®n. Ni estoy ni se me espera. Por Tutatis, que nadie me espere.
Esto viene a cuento porque hace unas semanas particip¨¦ en la carrera de la Ciencia organizada por el CSIC y ICON. Tras un verano sin correr, hac¨ªa unas semanas que hab¨ªa vuelto a la pr¨¢ctica de este deporte que no s¨¦ si adelgaza, pero me da que me va a matar. En fin, que sab¨ªa que iba a hacer un tiempo regular. Eran poco m¨¢s de las siete de la ma?ana del d¨ªa de la carrera y estaba despierto en mi casa agobiad¨ªsimo sobre qu¨¦ ropa ponerme. No se r¨ªa.
El a?o pasado, cuando me sent¨ªa poderoso, no me aloj¨¦ en esa duda hamletiana. Sab¨ªa que iba a hacer un tiempo decente, por lo que ir vestido de persona que corre era como traer pastas a la gente de la redacci¨®n el d¨ªa de tu cumplea?os. Lo normal. Oiga, se est¨¢ calentito dentro de lo normal. Pero este a?o iba a correr de pena, por lo que me daba cierto apuro que antes de dar la salida alguien pudiera verme y pensar ¡°este t¨ªo corre¡±, inducido, no por mi porte apol¨ªneo, sino porque llevo una camiseta de tejido t¨¦cnico. Y luego, al empezar el asunto, me quedara yo atr¨¢s, transitando a ritmo de cami¨®n de la basura.
Con el uniforme del tipo que creo que soy, proced¨ª a observar mi gesta en el espejo. Estaba rid¨ªculo. La omisi¨®n de mi condici¨®n de corredor se hab¨ªa convertido en una acci¨®n que desvelaba mi naturaleza de mamarracho
Cog¨ª del armario unos pantalones de algod¨®n de H&M que pesan un quintal y que utilizo a veces como pijama, aunque son calurosos para el verano y cortos para el invierno. Est¨¢n en esa categor¨ªa de prendas que, si vives en Madrid, puedes ponerte seis d¨ªas al a?o. Consider¨¦ incluso hacer la carrera en mis Converse All Star.
Lo descart¨¦ por motivos de salubridad. Luego encontr¨¦ en el fondo de un caj¨®n una camiseta de algod¨®n de The Jam que me va gigante. En ocasiones, la uso para bajar a por agua con gas a ¨²ltima hora. Una vez me cruc¨¦ con el jefe de marketing de una firma que es anunciante regular de esta revista visti¨¦ndola, resacoso y con una moneda de dos euros y las llaves de casa en la mano. Tengo trabajo de milagro.
Con el uniforme del tipo que creo que soy, proced¨ª a observar mi gesta en el espejo. Estaba rid¨ªculo. La omisi¨®n de mi condici¨®n de corredor se hab¨ªa convertido en una acci¨®n que desvelaba mi naturaleza de mamarracho. Me acord¨¦ del d¨ªa en que, corriendo por el Retiro, me cruc¨¦ con dos hipsters que trotaban vestidos como yo en aquel momento y lo tristes que me parecieron. Casi tanto como todos aquellos que llevaba 20 minutos adelantando y que iban vestidos como personas que tardan lo mismo en elegir el color de la camiseta que se van a poner para dar una vuelta al Retiro como en darla.
Me cambi¨¦ inmediatamente y me puse exactamente lo mismo que luc¨ª el a?o anterior. Mire, puede esconder a sus compa?eros que hoy es su cumple, no traer pastas¡, pero, al final, alguien le descubrir¨¢ y ser¨¢ usted solo aquel imb¨¦cil taca?o que el d¨ªa de su aniversario no llev¨® ni un m¨ªsero cruas¨¢n. Derrotado una vez m¨¢s por la realidad, sent¨ª que deb¨ªa hacer un acto de desobediencia, una traici¨®n necesaria a mi dolorosa y p¨¦simamente manejada equidistancia: me fum¨¦ un cigarrillo.
Nac¨ª el 17 de mayo de 1972 en el Hospital de Sant Joan de D¨¦u en Barcelona. No se olvide de felicitar a mi madre.
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