Manada, no. Jaur¨ªa
La m¨¢s aberrante de las sorpresas de este proceso es que se ha convertido en un debate p¨²blico sobre la porci¨®n de culpa de la v¨ªctima en su propia violaci¨®n
El 20 de agosto de 2016, Agust¨ªn Mart¨ªnez, el abogado de uno de los miembros de La Manada, cinco sevillanos detenidos por la presunta violaci¨®n en grupo de una chica de 19 a?os en San Ferm¨ªn cuyo juicio empez¨® el pasado 13 de noviembre, recordaba el principio de presunci¨®n de inocencia, quer¨ªa hacer un llamamiento para "evitar la realizaci¨®n de juicios paralelos". Aquel d¨ªa, a una radio andaluza, asegur¨® que el caso pod¨ªa dar lugar a muchas sorpresas. Y unas cuantas ha dado.
La primera y m¨¢s aberrante, un proceso que se ha convertido en un debate p¨²blico sobre la porci¨®n de culpa de la v¨ªctima en su propia violaci¨®n. Despu¨¦s, un juez que admite como prueba la investigaci¨®n de un detective privado sobre lo que publicaba y no publicaba la joven tras la agresi¨®n y que rechaza las conversaciones de WhatsApp del grupo de La Manada de antes del delito. Algunos medios de comunicaci¨®n que dan cabida a la duda sobre si ella dijo la verdad, titulares enfocados a la actitud de la joven y su conveniencia, y el tratamiento de algunos programas de televisi¨®n hacia los acusados (con el continuo pixelado de sus caras o entrevistas a familiares y amigos que denuncian lo descabellado de la acusaci¨®n).
Un caso en el que el revuelo social ha provocado una mezcla de conceptos que hace que se confundan y enfrenten algunas ideas, por ejemplo la presunci¨®n de inocencia de ellos con la falsedad en el testimonio de ella, o el car¨¢cter y los actos de la v¨ªctima con circunstancias atenuantes para la acusaci¨®n. Si apuran, unas cuantas fotos de Instagram podr¨ªan acabar siendo eximentes de un delito penado con c¨¢rcel.
El pasado jueves, en Espejo P¨²blico, presentado por Susanna Griso en Antena 3, una periodista aseguraba que en este caso hay seis v¨ªctimas y no una: ¡°Sean culpables ellos o sea culpable ella, al final son seis v¨ªctimas que se van a tener que enfrentar a una opini¨®n p¨²blica y a unas dudas de la opini¨®n p¨²blica, porque al final todos por determinadas experiencias tendemos a etiquetar. Es verdad que judicialmente hay unas pruebas y unos resultados, y luego est¨¢ esa parte del catecismo, de la parte moral... Todos tenemos derecho a un no, ella en este caso tiene derecho a un no y tambi¨¦n ellos tienen esa oportunidad de decir que no ante una provocaci¨®n¡±. Esto, literal, en un programa l¨ªder de la franja horaria de la ma?ana con un 23,7% de cuota de pantalla.
Que todos hemos de esperar a la decisi¨®n del juez para decir ¡°culpables¡± o ¡°inocentes¡± es algo tan evidente como indiscutible. E indiscutible tambi¨¦n es que en cualquier patio de vecinos, figurado, real o virtual, unos y otros arreen sus cabras al monte. Y en esos montes, los hay que ponen en duda la veracidad de la acusaci¨®n, porque, como cualquiera sabe, las mujeres a veces no tenemos nada que hacer y nos dedicamos a poner denuncias a hombres inocentes por violaci¨®n, que es algo muy entretenido.
Ante las decisiones de un sistema que se presupone imparcial, garantista e independiente, ?c¨®mo no extra?arse, protestar, indignarse? ?C¨®mo no reclamar la insultante obviedad: una justicia justa? El viernes pasado, miles de personas (en su mayor¨ªa mujeres) salieron a la calle en Sevilla, Madrid, Valladolid o Barcelona en apoyo a la v¨ªctima tras la aceptaci¨®n en el caso del informe encargado por los acusados a una empresa de detectives privados sobre la vida de ella en redes sociales en las semanas posteriores a la presunta agresi¨®n ¡ªalgo que no viene a cuento, que no agrava ni aten¨²a ni exime del delito¡ª. Un d¨ªa antes, una de las noticias de El Mundo Today se convert¨ªa, quiz¨¢s, en la menos disparatada de todas hasta el momento: ¡°Los jueces desestimar¨¢n las denuncias por violaci¨®n si la v¨ªctima ha tenido el ¨¢nimo de ir a denunciar y meterse en juicios¡±. Y a?ad¨ªa en el subt¨ªtulo: ¡°Si la agresi¨®n es real, la v¨ªctima no est¨¢ como para salir de casa y hablar de lo ocurrido con desconocidos, argumenta el Ministerio de Justicia¡±.
Llevan raz¨®n, s¨ª, quienes piden esperar para condenar, as¨ª es y ha de ser la justicia. Y tienen tambi¨¦n sus razones quienes protestan por el tratamiento que se est¨¢ dando a la v¨ªctima, la sociedad tiene derecho a protestar, y el deber de indignarse, ante lo que no considera justo. En este caso, no solo no es justo, es reprobable moralmente que, para creer m¨¢s o menos a quien denuncia una violaci¨®n, se tengan en cuenta las sonrisas o las cervezas o las salidas con amigos tras esa agresi¨®n. Y aunque injusto y reprochable, no es raro. No al menos si una se detiene y piensa en cualquier momento de cualquier d¨ªa.
Cada ma?ana, en cada radio y en cada televisi¨®n y en cada peri¨®dico, la mayor¨ªa de los tertulianos, entrevistados y firmantes son hombres; en el gimnasio, grupos de encerados musculosos revisan con descaro el g¨¦nero a trav¨¦s de los espejos mientras levantan alg¨²n kilo y sudan hormonas; en clase de spinning las canciones de reguet¨®n braman que d¨®nde vamos tan solas, que nos van a dar lo nuestro porque saben que lo queremos aunque no lo digamos; en el metro alguno se arrima m¨¢s de la cuenta u ocupa su asiento y la mitad del tuyo; en la oficina necesitas el doble de tiempo y el doble de esfuerzo para que te reconozcan la mitad que al Sr. X, que comparte estatus y escritorio contigo; los chavales piensan que tienen derecho a controlar a sus parejas, a saber sus contrase?as de Instagram o Facebook, creen que los celos desmedidos son normales y entienden al otro como una propiedad; la publicidad contra la violencia de g¨¦nero nos insta a nosotras a tener cuidado con ellos, los agresores; cada cinco horas se comete un delito contra la libertad sexual en Espa?a; cada ocho, una mujer presenta una denuncia por violaci¨®n; 44 han sido asesinadas en lo que va de 2017. Los carteles de cine, la direcci¨®n, la producci¨®n, los guiones siguen siendo de ellos; los anuncios de Navidad (y los que no lo son) siguen siendo de ellos; los altos cargos, las decisiones, las presidencias, la pol¨ªtica, la investigaci¨®n, los premios, los cach¨¦s, los plat¨®s siguen siendo de ellos; los cat¨¢logos de regalos siguen estando divididos entre el rosa y el azul; los recreos de los colegios siguen separ¨¢ndose entre pelotas y cuchicheos; hay grupos de WhatsApp con iconos de tetas enormes y grupos de WhatsApp con abdominales perfectos y brillantes.
Con este panorama, ?a qui¨¦n le extra?a que se nos sigan culpando en parte de las agresiones, abusos y violaciones ¡ªpor ir frescas, por hablar con quien no debemos, por ir cortas, por llevar escote, por beber, por no ir con amigas, por andar en la calle a las cinco de la ma?ana¡ª? ?Qui¨¦n se echa las manos a la cabeza porque ahora se nos exija, como condici¨®n sine qua non para creernos, que nos recluyamos despu¨¦s, que nos quedemos llorando en casa, que cumplamos a rajatabla con el papel de v¨ªctima que la sociedad presupone, que guardemos luto a nuestra propia mierda?
Deber¨ªa empezar a irritarnos cada una de esas cosas, cada d¨ªa; para que dentro de un tiempo no haya quienes fuercen, soben, sujeten, retengan, desnuden, besen o penetren a una mujer en contra de su voluntad; que no haya quienes minen, devoren, consuman, arrasen, devasten y machaquen la vida de ninguna m¨¢s. Que no haya quienes lo hagan en grupo y adem¨¢s lo graben, lo compartan, lo comenten y se jacten. Y a esos, por cierto, no se les puede llamar manada. Esos son una jaur¨ªa.
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