Rusia se apunta a la guerra h¨ªbrida
Las guerras ya no se declaran, lo virtual es tan relevante como lo f¨ªsico y las batallas se producen cada vez m¨¢s en el espacio informativo
La desinformaci¨®n representa un grave desaf¨ªo para las democracias europeas. La difusi¨®n de noticias falsas y narrativas tendenciosas a trav¨¦s de las redes sociales, y el efecto de c¨¢maras de eco que generan, amenaza la salud de nuestros debates p¨²blicos. Twitter y Facebook facilitan estos debates, en efecto, pero tambi¨¦n, cada vez m¨¢s, la polarizaci¨®n y la confrontaci¨®n. Y m¨¢s en tiempos donde las emociones priman sobre la racionalidad y la posverdad sobre el rigor factual. Un entorno, pues, propicio para convertir fortalezas como el libre flujo de informaci¨®n o el car¨¢cter abierto y plural de las sociedades europeas en una vulnerabilidad estrat¨¦gica. Y ah¨ª es donde irrumpe una Rusia que, convencida desde hace a?os de afrontar una amenaza existencial proveniente de Occidente, ha decidido apostar fuerte en el frente de lo que denomina ¡°guerra de la informaci¨®n¡±.
Parad¨®jicamente, el Gobierno ruso cree que simplemente reacciona y hace probar a Europa y EEUU su propia medicina. En la perspectiva del Kremlin, todo forma parte de un gran plan euroatl¨¢ntico ¨Cdesde K¨®sovo a cualquier manifestaci¨®n en Mosc¨²¨C urdido con el ¨²nico fin de usurpar el poder en Rusia. De ah¨ª que los estrategas rusos hayan conceptualizado la llamada ¡°guerra no lineal¡± y que aqu¨ª se ha popularizado como guerra h¨ªbrida. La idea central es que las guerras ya no se declaran, los elementos virtuales son tan relevantes como los f¨ªsicos y las batallas se producen cada vez m¨¢s en el espacio informativo. Lo m¨¢s importante y preocupante es que no se establece una distinci¨®n n¨ªtida entre los periodos de guerra y paz y se asume la naturaleza permanente de la guerra informativa. Situaci¨®n que se agrava con el aparente convencimiento entre la elite del Kremlin de la imposibilidad de un acomodamiento satisfactorio con Occidente. Debilitar a la UE y la OTAN es, pues, un objetivo prioritario. Y qu¨¦ mejor manera que hacerlo operando desde dentro de cada uno de los Estados miembros aprovechando, de forma pragm¨¢tica y desideologizada, cualquier crisis o vulnerabilidad.
La desinformaci¨®n ¨Ces decir la difusi¨®n de informaci¨®n falsa de forma deliberada¨C es as¨ª un elemento decisivo dentro de este esquema de guerra pol¨ªtica multidimensional. De ah¨ª que la maquinaria de propaganda rusa est¨¦ concebida como un arma estrat¨¦gica, pero con vocaci¨®n de ser empleada masivamente para socavar, desorientar, agitar, debilitar o paralizar al adversario. Los esc¨¦pticos con el desaf¨ªo de la desinformaci¨®n rusa arguyen que no hay nada nuevo en esto. Y en parte est¨¢n en lo cierto. Las injerencias, el enga?o y la manipulaci¨®n pol¨ªtica son tan antiguos como nuestra especie. Pero dos elementos diferenciales agravan la situaci¨®n actual. Por un lado, el contexto de posverdad, de crisis de la mediaci¨®n ¨Ccuestionamiento de los grandes medios tradicionales y de los expertos¨C y de deslegitimaci¨®n de las democracias liberales como resultado de la crisis econ¨®mica. Por otro lado, el auge digital que permite llegar de forma inmediata y sistem¨¢tica a audiencias masivas con facilidad y bajos costes.
Y lo hemos visto por toda Europa en m¨²ltiples ocasiones en los ¨²ltimos a?os, de los pa¨ªses n¨®rdicos a Francia, Espa?a o Alemania pasando por el laboratorio ucraniano. As¨ª por ejemplo, cuando todos los indicios apuntaban a la insurgencia rusa como responsable del derribo del vuelo MH17 en julio de 2014 en Ucrania, r¨¢pidamente la maquinaria rusa puso en circulaci¨®n docenas de hip¨®tesis alternativas. Algunas de ellas absolutamente delirantes, pero no importa lo absurdas que fueran, el objetivo no era convencer sino generar el suficiente ruido y confusi¨®n que induzcan a pensar que, sencillamente, no era posible determinar qui¨¦n derrib¨® realmente el avi¨®n.
El diagn¨®stico est¨¢ claro, pero en absoluto el remedio. La maquinaria de desinformaci¨®n rusa ofrece productos sofisticados dif¨ªciles de desentra?ar y combatir y adaptados a cada audiencia objetiva. Rusia, por ejemplo, alimenta tanto a la izquierda populista como a la derecha xen¨®foba. En el plano t¨¢ctico, han proliferado diversas iniciativas ¨Centre ellas el East Stratcom de la UE¨C para monitorizar y denunciar las noticias falsas y ofrecer informaci¨®n veraz. Pero esto, aun siendo necesario, es solo parte de la soluci¨®n y acarrea dilemas, ya que siempre ser¨¢ m¨¢s sencillo y barato saturar un entorno con informaci¨®n falsa que desmentirla y adem¨¢s implica que quien desinforma marca la agenda. Pero qu¨¦ hacer en el plano estrat¨¦gico sigue resultando incierto. ?Es posible y recomendable limitar el flujo de informaci¨®n? ?Podemos hacerlo anticipadamente sin conocer el contenido solo el emisor? ?Qu¨¦ hacer cuando la autor¨ªa no est¨¢ clara? Preguntas, de momento, sin respuestas evidentes.
Nicol¨¢s De Pedro es investigador principal en CIDOB.
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