Valpara¨ªso, capital del grafiti
Apenas quedan muros en las calles de esta ciudad chilena que no luzcan decorados con impactantes obras de arte callejero. Creadores locales, nacionales e internacionales acuden hoy a dejar su huella en este municipio porte?o.
Visitar Valpara¨ªso y ascender a las lomas que cercan la ciudad es adentrarse por un museo al aire libre donde las casas prestan sus muros a los artistas, y la arquitectura y la pintura se entrelazan en una amalgama ca¨®tica, como corresponde a un medio urbano tan abrupto y variopinto. El arte callejero toma posesi¨®n de los altos cerros de la ciudad en un estallido de colores, estilos y formas que en su descenso vertiginoso hacia el mar se recrea aqu¨ª y all¨¢ con pinturas singulares, algunas de considerable dificultad t¨¦cnica, y casi siempre espectaculares.
La tercera ciudad de Chile se asienta a duras penas sobre un gran anfiteatro natural formado en torno al puerto, fundamento estrat¨¦gico que la ha convertido en el importante centro comercial, econ¨®mico y tur¨ªstico que es. Una brisa gratificante espera en el mirador a 60 metros de altura al que se accede por el ascensor vertical enclavado en la roca. Desde all¨ª se divisa el conjunto de la ciudad y se distinguen los edificios administrativos y las construcciones nobles: la iglesia de la Matriz, la Bolsa de Comercio, el Reloj Turri, el Museo de Bellas Artes, el Edificio de la Armada; La Sebastiana, residencia del poeta Pablo Neruda; el cementerio de los Disidentes, reservado durante d¨¦cadas a los residentes de fe protestante y del resto de confesiones no cat¨®licas. El estilo colonial espa?ol se combina con el victoriano brit¨¢nico y otros europeos en un mestizaje ecl¨¦ctico y desordenado.
Contemplar Valpara¨ªso y rastrear su historia hace imposible sustraerse a la sucesi¨®n de terremotos devastadores que la han puesto a prueba. Aunque en la parte baja de los cerros, pr¨®xima al centro urbano, los palacetes llegan a entremezclarse con las casuchas de adobe, hay una l¨ªnea circular imaginable en la falda monta?osa que, como apuntan los versos de Neruda, distingue lo estable de lo quebradizo. ¡°Las s¨®lidas casas de los banqueros trepidaban como heridas ballenas, mientras arriba las casas de los pobres saltaban al vac¨ªo como aves prisioneras que probando las alas se desploman¡±.
El fen¨®meno del
arte urbano alcanza en Valpara¨ªso
una densidad
y una efervescencia extraordinarias
Murales y grafitis de arte pop, abstracto, figurativo, ornamentan las paredes de los conglomerados de casas encaramadas a las cumbres, incrustadas en las laderas, reposadas en las quebradas de esta urbe de orograf¨ªa imposible. Es un proyecto art¨ªstico, pero tambi¨¦n social y pol¨ªtico, que compromete al conjunto de la ciudad y que convoca a los artistas de la pintura urbana chilena, latinoamericana y europea. Firmas individuales o colectivas, como Charquipunk, Tombo, Los Plus, Los Keos, Caos, Pegk, Blek le Rat y otros muchos maestros grafiteros y muralistas han dejado la huella de su talento expresivo puesto al servicio de una empresa general.
Valpara¨ªso es un buen escaparate porque el fen¨®meno, bien presente en capitales europeas como Berl¨ªn y Lisboa, alcanza aqu¨ª una densidad y una efervescencia extraordinarias. ?Hay alguna otra ciudad que haya concentrado en similares espacios tantas manifestaciones de arte urbano? De la mano de los aerosoles, l¨¢tex, tintas y rodillos, los barrios altos, los m¨¢s pobres, emiten ahora mensajes est¨¦ticos, sociales y culturales en espacios marcados por el deterioro, el abandono, la degradaci¨®n. Pero m¨¢s que un lavado de cara, que tambi¨¦n, el arte callejero tiene aqu¨ª el efecto de rehabilitar esta urbe de 275.000 almas permanentemente animada por los graznidos de las gaviotas y las sirenas de los buques que entran y salen del puerto en incesante trasiego.
M¨¢s all¨¢ de la belleza paisaj¨ªstica, del colorido y la gastronom¨ªa, algo profundo debe tener esta ciudad que, adem¨¢s de atraer a los turistas, sirve de refugio a artistas e intelectuales. En su Oda a Valpara¨ªso, Neruda da cuenta del car¨¢cter desordenado, desma?ado, que le atribuye: ¡°Qu¨¦ disparate eres, qu¨¦ loco, puerto loco, qu¨¦ cabeza con cerros, desgre?ada, no acabas de peinarte, nunca tuviste tiempo de vestirte, siempre te sorprendi¨® la vida, te despert¨® la muerte¡±, pero tambi¨¦n pondera su magnetismo: ¡°Estrella oscura eres de lejos, en la altura de la costa resplandeces y pronto entregas tu escondido fuego¡±.
Los grafitis aportan a los habitantes de Valpara¨ªso una expresi¨®n colectiva diferente y valiosa, una identidad nueva que invita a salir de la abulia, la resignaci¨®n y la desidia para penetrar en el terreno de la creatividad, la transformaci¨®n urbana y la dignificaci¨®n del espacio com¨²n. Pocas veces la transgresi¨®n, consustancial a la intervenci¨®n del arte callejero, tiene un impacto tan reparador, cicatrizante, en el tejido urbano y en el ¨¢nimo del vecindario.
Tras conquistar las colinas, la est¨¦tica sobria, sencilla, cargada de imaginaci¨®n y fantas¨ªa, humor e inteligencia se expande por una serie de barrios como contrapunto a la dejadez, la suciedad y pobreza de las casas de paredes desconchadas y tejados de hojalata, a la falta de asfaltado, a la penuria de equipamiento urbano. El arte callejero detiene el deterioro, revaloriza los espacios, ofrece otra personalidad, abre una nueva ventana colectiva. Decidida a convertirse en una de las capitales mundiales del grafiti, la ciudad se ha entregado al arte urbano y con el cambio ha descubierto la manera de reivindicarse a s¨ª misma con una piel nueva.?
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