Estilizar
Todo bicho viviente se desvive por un buen almuerzo, pero solo nosotros somos capaces de convertir su masticaci¨®n en una de las bellas artes
Tan orgullosos como estamos de nuestra excepcionalidad en el gran orden de las cosas, de ser el homo sapiens, el ¨²nico animal racional, la especie elegida que se sit¨²a a medio camino entre Dios y la piedra, resulta chocante que nos pasemos el d¨ªa discutiendo sobre nuestros instintos m¨¢s animales.
Tomen el sexo, por poner un ejemplo tonto. Anteayer repas¨¦ en La 2 Ninette y un se?or de Murcia, la obra de Miguel Mihura adaptada al cine por Fernando Fern¨¢n G¨®mez en 1964. Con Franco todav¨ªa muy vivo y la sociedad muy atada y bien atada, ni Mihura ni Fern¨¢n G¨®mez pudieron por entonces bordar una obra maestra del destape, que solo habr¨ªa de prosperar en la d¨¦cada siguiente, pero el esp¨ªritu de la obra es justamente ese, con los ojos del protagonista recorriendo el cuerpo de la virgen vestal francesa de cabo a rabo, con los insistentes cierres del cerrojo de la puerta significando cada uno un ayuntamiento y hasta con Alfredo Landa augurando lo que habr¨ªa de venir. Las comedias rom¨¢nticas actuales ¡ªmis favoritas son las brit¨¢nicas¡ª van de sexo, pero se disfrazan de amor y lujo. El cine espa?ol, desde las adaptaciones de Mihura hasta el porno blando de Almod¨®var, va de sexo-sexo y no muestra el menor inter¨¦s por disimularlo. Somos una sociedad avanzada, en ese sentido.
Si en algo acert¨® Freud, fue en definir el amor rom¨¢ntico como una mera sublimaci¨®n del sexo: una trampa darwiniana para perpetuar la especie. Todas las criaturas de Dios incurren con placer en el coito, pero solo nosotros convertimos esa vulgaridad zool¨®gica en una categor¨ªa literaria, en una era del cine espa?ol, en un poema decimon¨®nico.
El mismo razonamiento explica la congesti¨®n que padecemos de programas gastron¨®micos, cocineros cabreados y humos de Boletus edulis que ni quitar¨ªan el hambre a un vegano de la s¨¦ptima generaci¨®n. Todo bicho viviente se desvive por un buen almuerzo, pero solo nosotros somos capaces de convertir su masticaci¨®n en una de las bellas artes. Como acaso dijo o debi¨® decir Nietzsche, triste condici¨®n la del ser humano, que para hacer llegar algo al est¨®mago tiene que met¨¦rsela por la cara. Humor alem¨¢n, ?no es cierto?
La m¨²sica, de igual modo, es una estilizaci¨®n del sonido, como el lenguaje humano lo es de los sistemas de comunicaci¨®n precarios que utilizaron nuestros ancestros. Las ratas sienten el mismo miedo que nosotros, pero no escriben novelas de Stephen King. Ojal¨¢ el nacionalismo pueda tambi¨¦n estilizarse m¨¢s all¨¢ del racismo zool¨®gico que impera en la naturaleza ¡°roja en diente y garra¡± que atemorizaba a Tennyson.
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