?Ser¨¢ posible que al fin nos entendamos?

Con este interrogante empezaba Am¨¦rico Castro un art¨ªculo titulado Al volver de Barcelona en El Sol, el 18 de abril de 1930. El historiador escrib¨ªa con los efectos devastadores de la dictadura de Primo de Rivera a¨²n calientes: "La barbarie de quienes arrancaban a las ni?itas catalanas sus gorritos regionales (¡­) de quienes romp¨ªan los libros, y martirizaban a toda una magn¨ªfica regi¨®n. Frente a esto, la vida recelosa de los perseguidos, enquist¨¢ndose m¨¢s y m¨¢s en su localismo, fortalecidos con el glorioso martirio, pero nutri¨¦ndose de incongruencias, que al mismo tiempo fortalec¨ªan¡­" y lamentaba que en Espa?a hubiera fallado la empresa com¨²n, el negocio rec¨ªproco, la mera curiosidad; en suma, eso que se llama cultura compartida, aceptando que el catal¨¢n, como el castellano, son lenguas espa?olas.

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Campa?a tensa

C¨®mo debe ser quien presida Catalu?a

En 1931, reci¨¦n proclamada la Rep¨²blica, escribi¨®: "Entre Madrid y Barcelona, por faltar ¡ªya es verg¨¹enza¡ª, hasta falta la doble v¨ªa. Un p¨¢ramo estepario une (divide) las mejores porciones de Espa?a".

Hoy el AVE une las dos ciudades en dos horas y media, la situaci¨®n es distinta. Y no solo han cambiado las comunicaciones. Con la Constituci¨®n de 1978 y su carga libre y descentralizadora, abrimos una etapa en la que ten¨ªamos una empresa com¨²n: pasar de la dictadura a la democracia y de un Estado centralista a otro, sumamente descentralizado. La izquierda adem¨¢s ten¨ªa el prop¨®sito de construir, bajo el Estado social democr¨¢tico y de derecho, una sociedad en la cual la vida tratara con dignidad a todas las personas.

Los constituyentes recordaron las palabras de Aza?a con ocasi¨®n del debate del Estatut: ¡°Una de las cosas que tiene que hacer la Rep¨²blica es resolver el problema de Catalu?a, y si no lo resolvemos, la Rep¨²blica habr¨¢ fracasado¡±. La joven democracia ten¨ªa el mismo problema. La soluci¨®n pol¨ªtica fue la Constituci¨®n, la restituci¨®n de la Generalitat (con la que de paso se quebr¨® la hegemon¨ªa del PSUC y de los socialistas), el Estatuto de Autonom¨ªa y las elecciones libres para elegir el Parlament.

La contribuci¨®n catalana al doble proceso democr¨¢tico y descentralizador fue determinante. Durante esta etapa, la modernizaci¨®n de Espa?a, y de Catalu?a, ha sido espectacular. El per¨ªodo de libertad m¨¢s largo y fruct¨ªfero de toda nuestra historia. Durante estos a?os en Catalu?a han gobernado casi todo el tiempo partidos nacionalistas con un nivel de competencias superior al de cualquier regi¨®n, l?nder o nacionalidad europea. Entonces ?por qu¨¦ otra vez estamos como en el 31? ?No hemos compartido una empresa com¨²n? Durante la Barcelona Ol¨ªmpica, apoyada con entusiasmo por toda Espa?a, pareci¨® que podr¨ªamos fortalecernos rec¨ªprocamente y convivir en la Espa?a de la Constituci¨®n, pero ese marco, que podr¨ªa haberse ensanchado mucho m¨¢s con la letra y, sobre todo, con el esp¨ªritu federal que en ella alienta, se qued¨® estrecho para los nacionalistas devenidos en independentistas durante el juego dial¨¦ctico entre separatistas y separadores. Y otra vez estamos como en el 31: "Lo m¨¢s urgente, Catalu?a. A¨²n m¨¢s apremiante que las huelgas y el orden p¨²blico".

Es dif¨ªcil responder a las urgencias con tranquilidad y mesura, pero es imprescindible que las respuestas r¨¢pidas no agraven el problema. En todo caso ¡ªes obvio pero conviene recordarlo¡ª las soluciones solo pueden ser las de un Estado democr¨¢tico y de derecho, lo cual obliga, conviene no equivocarse ni andar con medias tintas, a cumplir y a hacer cumplir la Constituci¨®n. Dec¨ªa Aza?a en Plumas y palabras, "yo soy dem¨®crata violento; es decir, que reconozco el derecho (el ajeno y el m¨ªo) y soy inflexible dentro de los l¨ªmites de mi derecho. ?Con qui¨¦n he de juntarme? ?Con los violentos de la otra banda o con los dem¨®cratas, aunque sean mansos? Naturalmente, con los dem¨®cratas".

Parafraseando un p¨¢rrafo brillante de su discurso sobre el Estatuto de Catalu?a, ahora el problema se define de esta manera: conjugar la aspiraci¨®n sentimental y la voluntad pol¨ªtica del nacionalismo catal¨¢n con los intereses generales y permanentes de Espa?a dentro del Estado organizado por la Constituci¨®n de 1978. Naturalmente, a este traje se le pueden ensanchar las costuras. Se puede hacer m¨¢s a la medida de la realidad espa?ola y europea de 2017 pero siempre, seg¨²n el personaje m¨¢s odiado por la derecha franquista: "Pensando en Espa?a, de la que forma parte integrante e inseparable, e ilustr¨ªsima, Catalu?a, es como se propone y se vota la autonom¨ªa de Catalu?a, y no de otra manera¡±.

Jos¨¦ Mar¨ªa Barreda Fontes es expresidente de Castilla-La Mancha. Diputado por Ciudad Real.