?Puede usted distinguir el sonido de un Stradivarius de un viol¨ªn nuevo?
Los sentidos humanos est¨¢n restringidos por nuestra propia biolog¨ªa. La ciencia demuestra que son m¨¢s limitados de lo que creemos
LOS SENTIDOS son la forma que tiene nuestro organismo de captar las se??ales de su entorno. Gracias a eso, cuando est¨¢bamos en el Paleol¨ªtico pod¨ªamos cumplir las necesidades b¨¢sicas como especie: nutrirnos, reproducirnos y evitar los peligros. Ahora, adem¨¢s, podemos hacer un uso recreativo de ellos, como por ejemplo o¨ªr m¨²sica, ver pel¨ªculas o disfrutar de delicados tactos, olores y sabores que no influyen directamente en nuestra supervivencia, pero que nos hacen la vida m¨¢s agradable.
Como cualquier sistema biol¨®gico, los sentidos son limitados. Los ojos son capaces de detectar radiaci¨®n electromagn¨¦tica en un rango muy definido de longitud de onda. Los cambios en la longitud de onda de la luz visible son interpretados por nuestro cerebro como diferentes colores. Si los ojos fueran capaces de detectar otro tramo de longitud de onda como el de los rayos X, el cielo nocturno tendr¨ªa un aspecto diferente (y vac¨ªo, porque gran parte de esta radiaci¨®n la absorbe la atm¨®sfera), o en otro intervalo podr¨ªamos ver varias tonalidades saliendo de una emisora de radio o televisi¨®n. De la misma manera, nuestro o¨ªdo solo distingue ondas de presi¨®n en el aire de una determinada frecuencia. Muchos animales tienen un rango diferente, por eso oyen cosas que a nuestra especie se nos escapa. Y si nos vamos al olfato (la capacidad de detectar ciertos productos qu¨ªmicos), el nuestro es bastante limitado comparado al de un perro o muchos otros animales.
El o¨ªdo humano es incapaz de escuchar nada por encima de 22 kilohercios
A pesar de que los sentidos de los humanos son intr¨ªnsecamente limitados, hay gente que tiene unos m¨¢s desarrollados que otros y que ha hecho de eso su profesi¨®n, como los catadores de vino. Sin embargo, nuestra biolog¨ªa pone un l¨ªmite a la capacidad sensorial y la ciencia ha demostrado que algunas de las afirmaciones sobre ellos son falsas. Por ejemplo, siempre se ha asumido que el sonido de un viol¨ªn Stradivarius es superior al de cualquier instrumento moderno. Para ?buscar una explicaci¨®n se han postulado diferentes conjeturas, llegando incluso a se?alar que su calidad se debe a la presencia de un hongo que contaminaba la madera que utilizaban los lutieres de Cremona, en Italia, responsables de la ?elaboraci¨®n de estas piezas ¨²nicas. Sin embargo, ?es realmente inimitable? Se han realizado varios estudios en diferentes condiciones ac¨²sticas para comprobar la veracidad de esta teor¨ªa en un ensayo de doble ciego, de forma que expertos violinistas ten¨ªan que tratar de distinguir entre el sonido de un Stradivarius real y de otro viol¨ªn nuevo. El resultado es que no fueron capaces de saber cu¨¢l es cu¨¢l.
La ciencia tambi¨¦n se ha encargado de desmontar la idea de que la m¨²sica se escucha mejor en vinilo que en digital. Los fans de los discos gramof¨®nicos argumentan que cuando el sonido pasa a un medio digital se pierde una informaci¨®n que en el sistema anal¨®gico se mantendr¨ªa. Este razonamiento tiene un fallo. Es cierto que hay formatos como el MP3 que comprimen la informaci¨®n, pero asume que el m¨¦todo anal¨®gico de grabaci¨®n es capaz de recoger todas las tonalidades y matices de un sonido, algo que no es cierto. Y, por supuesto, olvidan el ruido del propio tocadiscos y el crepitar de la aguja al tropezar con las motas de polvo. Por convenio, la m¨²sica se digitaliza a 16 bits y con una longitud de onda de 44.100 hercios. Estas cifras se eligieron porque seg¨²n el teorema de Nyquist-Shannon, muy utilizado en telecomunicaciones, para digitalizar una onda necesitamos recogerla con una frecuencia que sea el doble que la m¨¢xima.
El o¨ªdo humano es incapaz de escuchar nada por encima de 22 kilohercios; por tanto, la m¨²sica digitalizada es capaz de recoger sonidos que nosotros no podemos apreciar. De hecho los CD se graban con el formato FLAC (Free Lossless Audio ?Codec) para recoger todo el sonido sin p¨¦rdidas. As¨ª que los que dicen que son capaces de distinguir la melod¨ªa de un Stradivarius frente a otro instrumento debe ser que solo los han o¨ªdo en vinilo.?
Haga una prueba: ponga un vino de dos euros y diga que vale m¨¢s de 100
Otro ambiente donde abundan las teor¨ªas exageradas es en el de las catas de vino. La lengua solo tiene receptores para cinco sabores: dulce (que son az¨²cares simples), ¨¢cido (pH bajo), amargo (alcaloides), salado (iones de sodio) y umami, descrito como carnoso, asado (glutamato principalmente). Sin embargo, cuando leemos la etiqueta o la nota de cata encontramos apelativos como "mineral" o "madera", cualidades que la ciencia todav¨ªa no ha definido. El investigador Richard Wiseman, profesor de Entendimiento P¨²blico de la Psicolog¨ªa, demostr¨® hace unos a?os que en una cata a ciegas la gente era incapaz de distinguir entre las marcas baratas y caras, as¨ª que la pr¨®xima vez que tenga invitados en casa haga usted el experimento. Ponga una copa de vino de 2 euros y diga que es una serie limitada valorada en m¨¢s de 100. Le sorprender¨¢ el resultado.
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