Escepticismo constitucional
Para el proceso de reforma, se necesitar¨ªan pol¨ªticos que pudieran armar y conciliar coaliciones amplias de intereses entre generaciones, territorios y partidos
Que me perdonen los constitucionalistas. Ya digo de antemano que no rechazo sus propuestas de reforma de nuestra Carta Magna. Todo lo contrario: nada me gustar¨ªa m¨¢s que nuestros pol¨ªticos, rendidos ante la evidente sabidur¨ªa que destilan sus propuestas, se afanaran en llevarlas a cabo de la mejor y m¨¢s r¨¢pida manera posible.
Pero mucho me temo, y en nada me gustar¨ªa m¨¢s equivocarme, que tardaremos un rato largo en ver esas recomendaciones plasmadas en un renovado texto constitucional ratificado por una amplia mayor¨ªa de partidos pol¨ªticos, refrendado por una igualmente ampl¨ªsima mayor¨ªa de ciudadanos y alabado como un ¨¦xito colectivo sin igual que graciosamente nos conceda otros 40 a?os de libertad, prosperidad y admiraci¨®n internacional.
Aclaro. Si la reforma ni siquiera arranca, no ser¨¢ culpa suya. Los juristas tienen que se?alarnos los fallos t¨¦cnicos que debemos corregir y los eventuales parches que aplicar. Pero lo que vamos a necesitar a partir de ahora son ingenieros pol¨ªticos, ¡°desarrolladores de producto¡± les llaman ahora en las empresas. Y empresarios pol¨ªticos, ¡°emprendedores¡±, les dicen. Y expertos en comunicaci¨®n pol¨ªtica y marketing electoral. Se requieren l¨ªderes capaces de generar el costoso capital pol¨ªtico necesario para invertir en ese proceso de reforma constitucional, pol¨ªticos que puedan armar y conciliar coaliciones amplias de intereses entre generaciones, territorios y partidos, y llevar ese proceso a una ratificaci¨®n con garant¨ªa de ¨¦xito. ?Ustedes los han visto por alg¨²n lado?
El ejercicio que se plantea ahora tiene, adem¨¢s, algunas diferencias sustanciales con respecto al 78. Primero, que all¨ª hab¨ªa un vac¨ªo que rellenar. Se trataba de cambiar una dictadura por una democracia, as¨ª que el statu quo ¡ª¡°dejar las cosas como est¨¢n¡±¡ª no era una opci¨®n, ni siquiera para los franquistas. Segundo, en el 78 el miedo tuvo un efecto positivo: en ausencia de pacto, se volv¨ªa al conflicto ¡ªla Guerra Civil¡ª que hab¨ªa dado origen a la dictadura.
Ahora no hay consenso. Unos quieren reformarla un poco, otros profundamente, y otros quieren rehacerla por completo, lo que lleva a muchos a querer no arriesgarse. As¨ª que el miedo juega del lado del futuro, no del pasado. ?Cambiar de Constituci¨®n sin cambiar de pol¨ªticos? ?C¨®mo se hace? @jitorreblanca
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