Catalanes: ?Y si os espera la irrelevancia?
Las palabras de Puigdemont encajan cada vez mejor en espacios de humor mientras los que cuentan dan la espalda a Catalu?a
Cuando uno viaja de enviado especial a un conflicto, una de las fuentes m¨¢s fiables de informaci¨®n es obviamente la cobertura en los buenos peri¨®dicos. Por eso la mayor sorpresa que vivi¨® esta periodista al cubrir el proceso de paz en el Ulster fue chocar una y otra vez con la indiferencia de la prensa brit¨¢nica e irlandesa, que dedicaban a los avances y retrocesos peque?as columnas escondidas o que consagraban a la en¨¦sima suspensi¨®n del autogobierno un triste fald¨®n en p¨¢gina par. En esos d¨ªas, l¨ªderes del Sinn Fein antes temidos como Gerry Adams o Martin Mc Guinness te recib¨ªan con los brazos abiertos y conced¨ªan entrevistas que nos parec¨ªan suculentas a los periodistas que nos acerc¨¢bamos a Stormont, el palacio del poder en Irlanda del Norte, como tambi¨¦n los l¨ªderes unionista como aquel airado reverendo Ian Paisley.
Todos se alegraban de que alguien viniera a escucharles. Porque el eco que encontraban all¨ª era, d¨ªa tras d¨ªa, m¨¢s tendente a cero, en realidad. Y cuando esta periodista preguntaba a los colegas, a ciudadanos corrientes o a familiares de uno y otro bando el porqu¨¦ de esa indiferencia ante algo tan extraordinario ¡ªm¨¢s tarde mereci¨® el Nobel de la Paz¡ª la respuesta sol¨ªa ser la misma: ¡°Estamos hartos. Nos han hecho mucho da?o¡±.
Carles Puigdemont tambi¨¦n da entrevistas a quien le ponga una alcachofa delante, especialmente a prensa extranjera y la catalana af¨ªn. Pero, salvando todas las distancias con el asunto irland¨¦s, sus declaraciones son tan cansinas que cada vez encajan mejor en los programas de humor que en los de informaci¨®n.
La realidad m¨¢s acuciante es que los turistas empiezan a dar la espalda a Catalu?a como antes lo han hecho las empresas y ¡ªno nos enga?emos¡ª ni unos ni otros estar¨¢n deseando volver. Los radares en el mundo global cambian muy f¨¢cilmente de orientaci¨®n, los trenes pasan y lo que se pierde, como el sue?o o el amor sin realizar, no se suele recuperar. Pronto emergen otros destinos, terrenos m¨¢s f¨¦rtiles para hacer negocios o pasarlo bien y la fidelidad a esos niveles no existe. La atenci¨®n habr¨¢ volado.
Los independentistas prosiguen estos d¨ªas su lucha dial¨¦ctica por aparentar coherencia donde no la hay. O por encontrar un p¨²blico. Puigdemont y su lista siguen defendiendo que el presidente es ¨¦l aunque ERC no est¨¢ muy de acuerdo. A ratos se alinea con la ultraderecha antieuropea y a ratos vuelve a recordar que Europa es su destino en lo universal. Junqueras escribe pobr¨ªsimas cartas de amor que solo dan pena o verg¨¹enza ajena y hasta Pilar Rahola decreta que ¡°Europa es una mierda¡±. A veces las barbaridades ya no encuentran siquiera eco en la prensa.
En estos momentos, alguien en sus filas deber¨ªa aterrizar y caer en la cuenta de que el siguiente paso a esto es el silencio, la irrelevancia o la indiferencia nacional e internacional. Por aburrimiento, por da?o, por dignidad, o porque ya no encontrar¨¢n quien les escuche.
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