Una reforma urgente
La nueva financiaci¨®n auton¨®mica tiene que garantizar el Estado de Bienestar
La reforma de la financiaci¨®n auton¨®mica se ha convertido en los ¨²ltimos meses en un aut¨¦ntico avispero pol¨ªtico. Las razones de este enconamiento auton¨®mico son varias, pero destacan dos. La primera y principal es la absurda y negligente demora del Gobierno en encarar un problema, el del desequilibrio de financiaci¨®n entre autonom¨ªas, que constituye una bomba de relojer¨ªa capaz de producir graves tensiones pol¨ªticas a corto plazo. La torpeza del Gobierno no puede excusarse en la eclosi¨®n del problema catal¨¢n, por muy grave que sea este. Solo una justificaci¨®n cabe para tan irresponsable aplazamiento (superior ya a dos a?os): que el Gobierno carece de un criterio claro para abordar una reforma compleja y potencialmente conflictiva.
La segunda raz¨®n para el encrespamiento pol¨ªtico de las autonom¨ªas es la aprobaci¨®n de un cupo vasco, que ha subrayado las carencias financieras de otras autonom¨ªas. La percepci¨®n p¨²blica es que el Gobierno paga con una sobrefinanciaci¨®n, calculada adem¨¢s de forma poco transparente, el apoyo pol¨ªtico del PNV en algunos momentos delicados. Algunos Gobiernos auton¨®micos han descubierto lo que desde mucho tiempo atr¨¢s era evidente: que no existe un sistema de financiaci¨®n normalizado para pagar los servicios p¨²blicos a cargo de las autonom¨ªas; que dicha financiaci¨®n es bilateral y responde a compensaciones arbitrarias, con poca relaci¨®n con las necesidades reales de gasto, a cambio de apoyos pol¨ªticos. Algunas comunidades han ca¨ªdo en la cuenta, estupefactas, que si ayer estaban suprafinanciadas hoy han ca¨ªdo en infrafinanciaci¨®n (Valencia); otras como Andaluc¨ªa se encuentran a la espera de recursos que nunca llegan.
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Por mucha prisa que ahora se d¨¦ el Gobierno, lo m¨¢s probable es que el nuevo sistema no est¨¦ listo en esta legislatura. Lo que importa es que existan ideas claras sobre c¨®mo hay que proceder y que haya margen para el acuerdo. El primer paso (y el m¨¢s dif¨ªcil) es determinar cu¨¢l es el grado de solidaridad entre territorios que debe tener el nuevo sistema. El segundo paso, en l¨ªnea con las recomendaciones de la comisi¨®n de expertos, tiene que ser la simplificaci¨®n institucional. Basta con un Fondo, el de Garant¨ªa, y quiz¨¢ los tres restantes tengan que ser refundidos en uno solo, para calcular de forma clara el gasto por unidad en funci¨®n de la poblaci¨®n ajustada en cada territorio. Los ingresos tienen que garantizar el Estado de bienestar en cada territorio. Para ello, es obligado armonizar las bases imponibles y liquidables de los impuestos cedidos. Los Gobiernos auton¨®micos han de poder subir el IVA y los impuestos especiales, pero de forma colegiada, para evitar diferencias graves entre comunidades. Hay que limitar la capacidad de endeudamiento (as¨ª no ser¨ªa necesario condonar deuda, como propone Iceta), e incentivar la corresponsabilidad fiscal.
El sistema de financiaci¨®n resultante tiene que basarse en un procedimiento est¨¢ndar, predeterminado en cada uno de sus c¨¢lculos y ajustes, con poco margen para la arbitrariedad pol¨ªtica. Y debe contar con un mecanismo de estabilizaci¨®n en fases recesivas o de crisis. La ausencia de un mecanismo as¨ª ha agravado las diferencias percibidas en unas y otras comunidades.
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