?Por qu¨¦ est¨¢ tan de moda Jap¨®n?
El pa¨ªs del sol naciente ha quintuplicado el n¨²mero de turistas en apenas siete a?os. Las tarifas a¨¦reas han bajado y de repente todo el mundo quiere ir all¨ª. Pero el fen¨®meno no ha ocurrido por casualidad
Jap¨®n est¨¢ de moda. No lo digo yo. Lo confirman las interminables colas que llenan en casi cualquier ¨¦poca del a?o sus principales templos y santuarios. Y lo corroboran las estad¨ªsticas: en 2009 apenas entraron 4.259.000 turistas. En 2015 ya eran casi 17 millones y el a?o pasado la cifra super¨® los 21 millones. Los espa?oles, con casi 100.000 visitantes, somos el quinto pa¨ªs emisor de turismo a Jap¨®n m¨¢s importante de Europa.
?Qu¨¦ tiene Jap¨®n que a tantos enamora? Acabo de volver de all¨ª y me atrever¨ªa a decir que una mezcla de exotismo oriental, mitificaci¨®n tecnol¨®gica y fama de una urbanidad que no es de este mundo. Porque de verdad que no es de este planeta que puedas dejar una bicicleta en la calle sin candados de alta seguridad y a la ma?ana siguiente contin¨²e all¨ª, que no existan papeleras en los espacios p¨²blicos y que sin embargo tampoco haya una colilla o un papel en el suelo o que dejes el m¨®vil o la cartera encima de la mesa del restaurante para ir al ba?o y cuando vuelvas siga all¨ª. Eso solo pasa en Jap¨®n.
Luego est¨¢ la belleza de sus templos y santuarios, los colores del oto?o ¡ªque son subyugantes¡ª, la floraci¨®n de los cerezos en primavera, el morbo de una megaurbe como Tokio (13 millones de habitantes; 35 si sumamos la zona conurbana) y el atractivo de una cultura oriental que permaneci¨® aislada del resto del mundo durante 250 a?os.
Pero cuando observo ¡ªy sufro¡ª las interminables colas que se forman para pasear bajo los torii de Fushimi Inari, cuando me apretujo cual sardina en lata para entrar a cualquier templo de Kioto o hago largas esperas para hacerme una foto ¡ªest¨²pida, lo reconozco, pero qu¨¦ ser¨ªa de la vida de un turista sin estas fotos tontas¡ª en la estatua de Hachi-ko, el fiel perro que esper¨® a su due?o muerto durante 10 a?os en la estaci¨®n de tren de Shibuya, me pregunto: ?de d¨®nde sale tanta gente??C¨®mo ha crecido tanto el turismo en Jap¨®n en tan pocos a?os? Porque en 2009 a todos estos monumentos que he citado no iba ni el gato. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los turistas que veo son japoneses, ?c¨®mo ha crecido tanto el turismo nacional?
"No son japoneses", me dice David Esteban, un madrile?o que lleva 12 a?os en Jap¨®n y que conoce esta cultura mejor que la de su Aluche natal. "Son chinos y coreanos, lo que pasa es que para los occidentales son todos iguales y no sab¨¦is distinguirlos".
David Esteban es @flapy en las redes, uno de los primeros blogueros nacionales de ¨¦xito gracias a su bit¨¢cora Un espa?ol en Jap¨®n. Ahora ha abierto su propia agencia de viajes en Tokio. Y tiene respuesta para mis dudas:
"El boom del turismo en Jap¨®n es algo completamente programado por el Gobierno. La pir¨¢mide de poblaci¨®n de este pa¨ªs es alarmantemente vieja: en pocos a?os habr¨¢ m¨¢s pensionistas que poblaci¨®n activa. Algo insostenible". (Los datos exactos son que Jap¨®n es uno de los pa¨ªses con menor porcentaje de ni?os respecto a su poblaci¨®n total, el 12,94%, y el que mayor porcentaje de mayores de 65 a?os tiene de todo el mundo, un 26,56%).
"En 2008 el Gobierno se plante¨® muy seriamente hacer algo para frenar esta bomba de relojer¨ªa que amenaza con colapsar su econom¨ªa", contin¨²a explic¨¢ndome David. "Se tomaron varias medidas que empezaron a funcionar en 2010; una de ellas fue permitir a los jubilados seguir trabajando conservando parte de su pensi¨®n. Por eso ves taxistas o gu¨ªas tur¨ªsticos de m¨¢s de 70 a?os. Pero la medida m¨¢s importante fue fomentar la entrada de divisas favoreciendo el turismo. Para ello se dise?¨® un plan de promoci¨®n (en Espa?a, por ejemplo, han abierto una oficina de la JNTO, la Japan National Tourist Organization, que nunca antes hubo) y lo m¨¢s importante: se elimin¨® el visado para chinos, coreanos, taiwaneses y otros ciudadanos asi¨¢ticos, siempre que vinieran en grupos organizados por un turoperador. Se abrieron nuevos hoteles, se mejoraron los servicios y, muy importante tambi¨¦n, se se?aliz¨® con r¨®tulos en ingl¨¦s el metro, los trenes y todas las infraestructuras de transporte. Cuando yo llegu¨¦, en 2005, no hab¨ªa un solo cartel en ingl¨¦s en el metro de Tokio. Ahora te puedes mover sin problema aunque nadie te hable en ingl¨¦s. Y el plan ha funcionado: la mayor¨ªa de esos enormes grupos que ves en Kioto, en Miyayima, en?Nikk¨ o en Nara son chinos. Vienen a riadas".
Vuelvo a la estad¨ªsticas que publica la JNTO y leyendo la letra peque?a me doy cuenta de que David Esteban tiene raz¨®n: de los 21 millones de turistas que entraron en 2016, 20 millones eran asi¨¢ticos, 17,2 de los cuales proced¨ªan de China, Taiwan, Corea y Hong Kong. Una invasi¨®n en toda regla.
Jap¨®n invadi¨® China en 1894 y en 1937. Y parece que ahora los chinos quieran devolverle la visita, pero esta vez m¨¢s pac¨ªfica. En vez de seguir una bandera, siguen una banderita: la que alzan los gu¨ªas que manejan los tremendos grupos de asi¨¢ticos que pululan por los santuarios y los jardines oto?ales.
Jap¨®n est¨¢ de moda. Y merece la pena, no dude en visitarlo. Eso s¨ª, si va en temporada alta (primavera y oto?o) h¨¢gase sinto¨ªsta, como ellos, y ¨¢rmese de paciencia. ?Sayoonara!
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