Su cambio, caballero
Se extiende una nueva costumbre que da un trato asim¨¦trico a hombres y mujeres mediante el lenguaje
La palabra ¡°caballero¡± anda en boca de camareros, conserjes, taxistas, mensajeros y de quienes desempe?an cualquier otro cometido en el que se preste alg¨²n servicio al p¨²blico. ¡°Aqu¨ª tiene su caf¨¦, caballero¡±, ¡°muchas gracias, caballero¡±, ¡°pase usted, caballero¡±, ¡°ya hemos llegado, caballero¡±.
Se trata de un fen¨®meno reciente, no tanto por su uso (pues existe desde antiguo) como por su abundancia. Un var¨®n que visite bares y restaurantes, se traslade en transporte p¨²blico o emprenda a menudo gestiones administrativas escuchar¨¢ la palabra ¡°caballero¡± al menos dos o tres veces al d¨ªa.
Quiz¨¢s esta costumbre nueva se relacione con la inmigraci¨®n de Latinoam¨¦rica y la amabilidad de estas gentes hermanas al desempe?ar algunos oficios, en contraste con el rudo proceder hist¨®rico de sus colegas espa?oles; quienes, sin embargo, han ido incorporando con el tiempo esta expresi¨®n.
Y desde luego que se percibe con agrado la cortes¨ªa impl¨ªcita en esa palabra, porque el t¨¦rmino ¡°caballero¡± s¨®lo muestra connotaciones positivas (por ejemplo, en su definici¨®n como ¡°hombre que se comporta con distinci¨®n, nobleza y generosidad¡±).
Sin embargo, uno se queda intranquilo al pensar qu¨¦ apelativo aplican tan amables trabajadores (y trabajadoras) a las mujeres que acuden a esos mismos establecimientos. El t¨¦rmino sim¨¦trico ser¨ªa ¡°dama¡±. Porque tambi¨¦n el Diccionario considera este vocablo un tratamiento de respeto hacia una mujer, a la que, seg¨²n la acepci¨®n primera, se estar¨ªa considerando igualmente ¡°noble o distinguida¡±.
Ahora bien, el Diccionario omite en el caso femenino la ¡°generosidad¡± que s¨ª hall¨¢bamos en la definici¨®n de ¡°caballero¡±. Pero quiz¨¢s la Academia no tenga la culpa, sino el uso que los hablantes y escribientes venimos haciendo; y del que salen las definiciones. Si la palabra ¡°caballero¡± aparece asociada a casos de generosidad y no ha sucedido hist¨®ricamente lo mismo con ¡°dama¡±, el Diccionario s¨®lo estar¨¢ reflejando el sexismo de la sociedad.
Esa diferencia de uso entre ¡°caballero¡± y ¡°dama¡± se puede apreciar tambi¨¦n en los servicios referidos. Un camarero (y una camarera) pueden se?alar ¡°ah¨ª tiene el cambio, caballero¡±, pero seguramente no se les ocurrir¨¢ decir ¡°ah¨ª tiene su caf¨¦, dama¡±. La igualdad en estas f¨®rmulas parece haberse quedado reducida al consabido ¡°damas y caballeros¡± tan usado en el mundo del espect¨¢culo.
En mi experiencia, los camareros, taxistas, mec¨¢nicos o administrativos dicen en esas mismas ocasiones ¡°se?ora¡±, si aprecian en la clienta una edad adulta dif¨ªcil de definir en estas l¨ªneas. Y ¡°se?ora¡± deber¨ªa encontrar su equivalente en el apelativo ¡°se?or¡±, pero, como venimos exponiendo, ¨¦ste ha sido reemplazado por ¡°caballero¡±.
Se trata de actitudes que tienden a la amabilidad y a la cortes¨ªa, tan apreciables en el sector servicios espa?ol. Pero s¨ª es cierto que con esta nueva costumbre se aprecia un caso de asimetr¨ªa en el diferente trato que se otorga a hombres y mujeres mediante el lenguaje.
No quisiera echar sobre los hombros de gentes honradas, trabajadoras y serviciales ninguna responsabilidad en ello, pues en el terreno de lo consciente s¨®lo se puede imaginar buena intenci¨®n. Ese trato exquisito no deber¨ªa implicar ninguna preocupaci¨®n adicional¡, siempre que se quedase ah¨ª.
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