Las redes sociales, un inagotable surtidor de odio
La tecnolog¨ªa permite rastrear a quienes insultan, acosan o denigran en la web. Poner filtros de antemano puede ser la antesala de la censura
El profesor del Instituto de Tecnolog¨ªa de Georgia Melvin Kranzberg formul¨® las seis de leyes rigen la relaci¨®n entre la sociedad y ese nuevo ecosistema digital construido por programadores e ingenieros. Este historiador estadounidense, que combati¨® en Europa durante la II Guerra Mundial y fue galardonado por su eficacia a la hora de interrogar a los prisioneros alemanes y obtener informaci¨®n de los emplazamientos de armas nazis, sab¨ªa que lo importante de las innovaciones tecnol¨®gicas es el uso que se les da. Pueden ser utilizadas para desarrollar terapias m¨¦dicas o para crear armas de destrucci¨®n masiva. De ah¨ª que la primera ley de Kranzberg rece: ¡°La tecnolog¨ªa no es ni buena ni mala, ni tampoco neutra¡±.
Con las grandes herramientas de la comunicaci¨®n digital ocurre algo parecido. Twitter y Facebook pueden ser grandes aliados de los medios de informaci¨®n tradicional para alcanzar una audiencia global o convertirse en un peligroso surtidor de noticias falsas. Pueden ser el veh¨ªculo a trav¨¦s de cual los ciudadanos lanzan al mundo sus ocurrencias (simples, sesudas, alambicadas, irrelevantes) o un lugar en el que escupir odio, quebrantar la privacidad de las personas o insultar a diestro y siniestro.
Pol¨ªticos, periodistas, actores, deportistas, presentadores de televisi¨®n o toreros son la diana de millones de usuarios de las redes sociales que se escudan en el anonimato para lanzar mensajes injuriosos con los que manchar la imagen del rival. Los comentarios soeces, las bravuconadas o las ocurrencias deleznables que antes se vert¨ªan en la barra de un bar ahora se suben a Twitter y a Facebook o se comparten en foros de WhatsApp. Polic¨ªas municipales de Madrid despellejan en un chat a la alcaldesa Manuela Carmena mientras las redes se llenan de mensajes ofensivos y machistas contra In¨¦s Arrimadas, Ada Colau o Alicia S¨¢nchez-Camacho.
El odio se ha instalado en Internet amparado en una enga?osa impunidad. Cada vez son m¨¢s las denuncias contra esos usuarios que piensan que en las redes sociales cabe todo. Los tribunales han empezado a poner coto a aquellos comentarios vertidos en las redes sociales que atentan contra el honor, la intimidad y la propia imagen. Los mismos delitos que rigen en la vida real se replican en el mundo digital.
Por si no bastara con la acci¨®n de la justicia, el PP ha propuesto que las redes sociales dejen de ser un territorio donde los usuarios se escudan en un nombre falso y se obligue a que cada perfil corresponda a una identidad. Habr¨¢ que calibrar bien propuestas como estas porque obligar a los usuarios a que emitan sus comentarios bajo su nombre y apellido real ir¨ªa contra el derecho a publicar bajo seud¨®nimo. La tecnolog¨ªa permite rastrear la direcci¨®n electr¨®nica de los que insultan, acosan o denigran en la web. Poner filtros de antemano a las redes sociales puede ser la antesala de la censura.
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