El euro inacabado
Hay que avanzar en la mutualizaci¨®n de riesgos para mantener vivo el proyecto com¨²n
![El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante el debate del estado de la Unión en septiembre, en Estrasburgo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MS5Q7NVCFPZT3CEIRW3WVY4ONU.jpg?auth=5ec781afb3f539e32f83b4e199b563cae7e55c46764e52e84bda2d1614d5f7ff&width=414)
La historia del euro es la de un gran proyecto de ¨¦xito aunque inacabado. De los 15 a?os transcurridos desde su puesta en circulaci¨®n, una tercera parte han sido turbulentos y dif¨ªciles. Crisis econ¨®mica y financiera, riesgo de desintegraci¨®n, pa¨ªses m¨¢s fuera que dentro, tensiones norte-sur¡ Pero la moneda com¨²n ha sobrevivido, con sus 19 Estados y los casi 350 millones de ciudadanos que la utilizan a diario y que de ninguna manera est¨¢n dispuestos a renunciar a ella.
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Una d¨¦cada despu¨¦s de la peor recesi¨®n de la historia moderna en Europa, estamos obligados a plantearnos si el euro ha sido parte del problema o de la soluci¨®n. Hemos sufrido sobre todo una crisis de deuda, cuyo origen fue los elevados d¨¦ficits, m¨¢s la acumulaci¨®n de desequilibrios externos en algunos pa¨ªses. La existencia de un tipo de cambio ¨²nico e irrevocable y una pol¨ªtica monetaria com¨²n, han limitado la capacidad de respuesta. Tampoco los ajustes fiscales han sido inocuos y absolutamente eficaces y ha faltado impulso reformista.
Lo hemos pagado en t¨¦rminos de crecimiento econ¨®mico y desempleo. El ejemplo es Grecia, cuyo PIB se ha recortado un 25% desde el inicio de la crisis. El resto de Europa ha registrado tasas de crecimiento mediocres, de las que este a?o empieza a salir. Hay que aprovechar esta ventana de oportunidad para abordar reformas que profundicen en la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria y corrijan los fallos de dise?o. Existe adem¨¢s el marco pol¨ªtico adecuado, con el eje franco-alem¨¢n bien engrasado ¡ªm¨¢s si la canciller Merkel consigue un acuerdo estable de Gobierno¡ª, los populismos a raya y el Brexit como oportunidad para reforzar la integraci¨®n europea.
Las piezas ya est¨¢n en el tablero. Por una parte, los pa¨ªses del Sur o deudores quieren avanzar a hora de compartir riesgos. Los del Norte quieren garant¨ªas de que estos riesgos se minimizan. La advertencia est¨¢ clara. Si no encontramos ese punto de equilibrio y no abordamos los cambios institucionales adecuados, no solo tendremos dificultades de pol¨ªtica econ¨®mica, sino que las tensiones sociales derivar¨¢n en crisis pol¨ªticas. Y estas son a¨²n mucho peores de manejar.
Si no abordamos los cambios institucionales adecuados, las tensiones sociales derivar¨¢n en crisis pol¨ªticas
Hemos avanzado en esta direcci¨®n espoleados por la grave crisis financiera de hace apenas cinco a?os. La uni¨®n bancaria es el segundo gran proyecto de integraci¨®n europea, despu¨¦s del propio euro. Su raz¨®n de ser es garantizar que los contribuyentes no asumen los costes de las crisis bancarias, sino los accionistas y acreedores. Pr¨¢cticamente la totalidad de los bancos est¨¢n bajo la supervisi¨®n del Banco Central Europeo (BCE) y se rigen por unos mecanismos de resoluci¨®n iguales con un fondo mutualizado que se nutre de aportaciones del sector. La reciente crisis del Banco Popular en Espa?a ha sido el primer test para la uni¨®n bancaria, superado con ¨¦xito.
Pero la uni¨®n bancaria est¨¢ incompleta sin el denominado tercer pilar, un fondo de garant¨ªa de dep¨®sitos com¨²n. Esta tercera pata es esencial para que la mesa se sujete bien al suelo. Los bancos tienen supervisi¨®n y reglas centralizadas y los depositantes deben contar en consecuencia con las mismas garant¨ªas, con independencia del territorio. Los pa¨ªses del Norte o acreedores quieren asegurarse de que los balances de los bancos est¨¢n saneados y no se mutualizan errores del pasado. Piden una valoraci¨®n adecuada de los denominados not performing loans o activos da?ados y que estos se reduzcan. Y quieren tambi¨¦n un sistema ¨¢gil y flexible para desprenderse de esos activos, estimados en torno al bill¨®n de euros. En el caso de Espa?a, desde el pico m¨¢ximo de la crisis en 2013, la ca¨ªda ha sido en torno al 50%, pero es cierto que otros pa¨ªses tienen un problema al respecto.
La mutualizaci¨®n de riesgos en Europa tampoco estar¨ªa completa si no se abordan los diferenciales de competitividad para reducir vulnerabilidades y, por tanto, riesgos. Si Espa?a, Portugal o Irlanda plantearon problemas para la zona euro hace cinco a?os, no fue por su d¨¦ficit fiscal, fue por su desequilibrio exterior. Sin la posibilidad de ajustar el tipo de cambio, los pa¨ªses que comparten pol¨ªtica monetaria pero no son adem¨¢s capaces de impulsar reformas estructurales est¨¢n condenados a provocar shocks de competitividad con efectos letales en el crecimiento y el empleo. El impulso de una ambiciosa agenda de reformas estructurales en Espa?a nos permite hoy cerrar este a?o con el quinto super¨¢vit de balanza por cuenta corriente y es lo que debe marcar el camino de la nueva Europa.
La Comisi¨®n Europea acaba de presentar sus propuestas para el futuro de la Uni¨®n donde se pretende dar un impulso a las reformas estructurales a trav¨¦s de asistencia t¨¦cnica y un nuevo instrumento financiero. Adem¨¢s, propone la utilizaci¨®n del Presupuesto como soporte de la estabilidad macroecon¨®mica. Los pa¨ªses del euro tenemos una pol¨ªtica monetaria com¨²n y normas de comportamiento sobre d¨¦ficit excesivo que han dado resultados. Pero hay que tener alg¨²n instrumento para que, por ejemplo, se reserve un porcentaje de los presupuestos nacionales a inversi¨®n y hacer frente as¨ª a crisis en los mercados laborales de algunos pa¨ªses. La experiencia demuestra que no es suficiente con el presupuesto comunitario en su dise?o actual.
La reciente crisis del Banco Popular en Espa?a ha sido el primer test para la uni¨®n bancaria, superado con ¨¦xito
El caparaz¨®n lo proporcionar¨ªa un Fondo Monetario Europeo (FME), como evoluci¨®n natural del actual MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad). Ser¨ªa el fondo de rescate europeo al que se podr¨ªan sumar competencias para valorar las decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica de los pa¨ªses. Salvando los conflictos que pueda haber con la propia Comisi¨®n Europea e incluso el BCE, el nuevo FME deber¨ªa dotarse de legitimidad democr¨¢tica mediante el control del Parlamento Europeo. Lo mismo en el caso del nuevo ministro de Finanzas europeo.
El debate est¨¢ abierto y no hay que dejar pasar la oportunidad de completar con diligencia el proyecto del euro. Hay que avanzar en la mutualizaci¨®n de riesgos en paralelo a su reducci¨®n para que Europa siga siendo el espacio de democracia y bienestar que queremos para las generaciones futuras.
Luis de Guindos Jurado es ministro de Econom¨ªa, Industria y Competitividad de Espa?a.
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