Enormidades

Estamos tan absortos en nuestra propia enormidad que es dif¨ªcil atender a lo que ocurre fuera de Espa?a, con la ¨²nica excepci¨®n de B¨¦lgica, donde sigue Puigdemont, que ya podr¨¢ pasar la Navidad en cualquier sitio menos en casa. Sin embargo, en el mundo florecen ejemplos de la misma din¨¢mica que nos ha abocado al abismo catal¨¢n. Cuando Trump parec¨ªa m¨¢s debilitado que nunca por la confesi¨®n de Michael Flynn ¡ªel exasesor de Seguridad Nacional de su Gobierno que declar¨® haber mentido al FBI al negar los contactos con Rusia que pudieron haber favorecido ilegalmente la campa?a electoral de su jefe¡ª, el presidente de EE?UU sale del apuro con la enormidad m¨¢s gorda que se le ocurre, y se carga de un plumazo la precaria paz en Oriente Pr¨®ximo reconociendo a Jerusal¨¦n como, literalmente, ¡°capital eterna del pueblo jud¨ªo¡±. Es la l¨®gica de Twitter, donde el pensamiento no importa gran cosa, las ocurrencias triunfan, el ingenio manda sobre la inteligencia y el ¨¦xito instant¨¢neo tiene mucho m¨¢s valor que los fundados en la solidez y/o en la permanencia. ?Qui¨¦n se acuerda ya de Flynn? ?Cu¨¢ntos likes podr¨ªa obtener ahora que Jerusal¨¦n, Ham¨¢s, violencia e Intifada ser¨¢n trending topics absolutos dentro de nada? ?Y cu¨¢ntos usuarios de redes sociales se molestar¨¢n en documentarse sobre el complej¨ªsimo conflicto palestino-israel¨ª antes de decidir si lo que pasa les gusta o no? Vivimos sometidos al imperio de la enormidad, de las ocurrencias, de las realidades ef¨ªmeras que nos siguen pareciendo mentira cuando ya han suplantado a verdades que cre¨ªamos asentadas, casi inmutables. Los tiempos l¨ªquidos han pasado al estado gaseoso y los espa?oles hemos dejado de ser una excepci¨®n. Es tan triste que ni siquiera sirve de consuelo.