Contra la singularidad en la Constituci¨®n
La clave para una Espa?a inclusiva no es el reconocimiento de una plurinacionalidad sino un r¨¦gimen ling¨¹¨ªstico general y justo
Escuchamos que la Constituci¨®n necesita reformarse. Estoy de acuerdo. Escuchamos que un objetivo deseable de esa reforma habr¨ªa de ser perfeccionar las trazas federales del modelo territorial fijado en 1978. Como soy federalista, me resulta f¨¢cil estar tambi¨¦n de acuerdo. Escuchamos, finalmente, que esa reforma federal tendr¨ªa que recoger la llamada singularidad de Catalu?a. No estoy de acuerdo e intentar¨¦ explicar por qu¨¦.
En primer lugar, me cuesta entender de qu¨¦ singularidad se trata. El hecho de poseer una lengua espec¨ªfica (junto a la com¨²n), una historia institucional propia (tambi¨¦n junto a la com¨²n), normas privativas de derecho civil o una acusada vocaci¨®n de autogobierno, no distingue a Catalu?a de manera evidente de otras comunidades en las que concurren estas mismas circunstancias. Hay que recordarlo: el caf¨¦ para todos no fue una estratagema para privar de relieve a ciertas comunidades, sino la derivada necesaria de una pluralidad interna que va m¨¢s all¨¢ de la existencia de Pa¨ªs Vasco o Catalu?a.
En segundo lugar, y m¨¢s importante, opino que una constituci¨®n moderna y pluralista no debe servir para recoger singularidades de dif¨ªcil contorno, sino para permitir que esas singularidades, all¨ª donde existan, puedan aflorar espont¨¢nea y libremente. Algo que el actual tenor de nuestra Constituci¨®n ya permite: no hay ning¨²n aspecto de la personalidad cultural de los catalanes que no haya podido florecer en libertad en estos ¨²ltimos cuarenta a?os. En estas p¨¢ginas, Josep Ramoneda abogaba hace poco por una segunda revoluci¨®n laica que despegue la Patria del Estado. Es una idea interesante pero incompatible con la insistencia en reconocer constitucionalmente la ?singularidad de Catalu?a?. Mientras al Estado se le pide neutralidad identitaria, el ?ser? de los catalanes quedar¨ªa prefigurado por la Constituci¨®n. No parece lo m¨¢s laico.
Pero de tanto arrugar la nariz cada vez que se menciona la necesidad de llevar a la ley fundamental la singularidad catalana, he acabado por entender que s¨ª hay una singularidad que la reforma de la Constituci¨®n debe intentar reflejar: la espa?ola. Seg¨²n lo veo yo, la singularidad espa?ola reside en nuestro tipo de pluralismo ling¨¹¨ªstico, donde una lengua com¨²n se solapa con al menos otras tres lenguas de gran arraigo y dimensi¨®n pol¨ªtica. No cabe el enga?o: la convivencia de lenguas no es tan buena como se pregona; est¨¢ de hecho, en el fondo de la crisis territorial. Lo que se precisa no es por tanto una nueva foralidad, esta vez ling¨¹¨ªstica, que sancione las actuales tensiones, sino un r¨¦gimen ling¨¹¨ªstico general, justo e inclusivo, apuntado en la Constituci¨®n y desarrollado luego por ley. La clave para una Espa?a inclusiva no es as¨ª el reconocimiento de una plurinacionalidad que consagrar¨ªa uniformidades yuxtapuestas, sino crear el marco federal que pacifique de una vez nuestra querella ling¨¹¨ªstica. Para que las lenguas sean un tesoro y no un pend¨®n.
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