Lenguaje para despu¨¦s de una batalla
El ruido de fondo en el ¡®proc¨¦s¡¯ tiene que ver con el nombre de las cosas. No es lo mismo narrar una patria que una sociedad, ver grupos homog¨¦neos que sociedades abiertas y plurales. Esta es una propuesta para renovar el vocabulario
¡°El mundo determinado gramaticalmente es el horizonte en que se interpreta la realidad¡±. (J. Habermas
Es de sobra conocido que la pelea por los nombres de las cosas, por eso que los especialistas denominan el establecimiento del marco, suele ser la primera batalla de posici¨®n en pol¨ªtica. A partir de ella, casi todo queda descrito. Esto, en ocasiones, de tan conocido se termina olvidando.
Y lo cierto es que la realidad, aunque algunos no lo aceptan, admite multiplicidad de enfoques.
Art¨ªculos anteriores del autor
En lo relativo a nuestro modelo de convivencia, no es lo mismo narrar una patria que describir una sociedad. No es lo mismo interpretar a partir de lo vasco, lo catal¨¢n, o lo espa?ol que hacerlo a partir de los vascos, los catalanes o los espa?oles.
No es lo mismo describir el pa¨ªs que habitamos en t¨¦rminos de hechos diferenciales y derechos hist¨®ricos que hacerlo en t¨¦rminos de pluralismo y convivencia c¨ªvica. No es lo mismo ver grupos cerrados, predefinidos y homog¨¦neos que describir sociedades abiertas y plurales. No es lo mismo reivindicar derechos de un colectivo diferenciado que definir derechos de ciudadan¨ªa para el conjunto de una sociedad. No es lo mismo ver una sociedad de ciudadanos y ciudadanas plurales que una pluralidad de naciones. Lo dijo muy bien alguien hace no muchas fechas: ¡°Cuando hablamos del espacio p¨²blico que compartimos, no es lo mismo definir la pertenencia al mismo con el verbo ser que hacerlo con el verbo estar¡±.
Tras la batalla electoral que dibujar¨¢ en Catalu?a un nuevo escenario parlamentario ¡ªesperemos que tambi¨¦n de gobernabilidad¡ª convendr¨ªa que recuper¨¢ramos consciencia de que la batalla de fondo, durante todo eso que llaman el proc¨¦s, ha sido una batalla por los nombres de las cosas.
¡®Pueblo¡¯ tiene un marco rom¨¢ntico y sugiere homogeneidad. ¡®Sociedad¡¯ apela al dinamismo
Y que la situaci¨®n a la que ha llegado la sociedad catalana tiene mucho que ver con la ausencia de un lenguaje s¨®lido y alternativo al que algunos han tratado de imponer como lenguaje ¨²nico de descripci¨®n de las cosas. Esa es la batalla que hasta la fecha no ha sido dada: una batalla por el lenguaje, por las descripciones y los sustantivos, por los verbos y los adverbios.
Sobre una casi inexistente defensa de alternativas gramaticales ¡ªcomo si de una nueva l¨ªnea Maginot se tratara¡ª pasaron por encima y casi se generalizaron conceptos rom¨¢nticos de pueblo, la multiplicaci¨®n de las naciones, las apelaciones a un nosotros y un ellos, el derecho de autodeterminaci¨®n de los pueblos puros, los conjuntos cerrados y las fronteras n¨ªtidas. Entraron en juego los quien s¨ª y los quien no, se impuso el autoatribuido derecho a definir que algunos se arrogaron en exclusiva para negar consecuentemente el de todos los dem¨¢s.
Por todo ello, ser¨ªa un gran paso adelante que las pol¨ªticas de restablecimiento de la convivencia que se apliquen a partir del d¨ªa 21 est¨¦n tambi¨¦n nutridas por algunas alternativas en la descripci¨®n de la realidad. Especialmente, desde las distintas izquierdas.
¡®Ciudadan¨ªa¡¯ pertenece al campo de racionalidad y se puede legislar, frente a ¡®naci¨®n de naciones¡¯
Sociedad frente a pueblo. La idea de pueblo tiene un marco rom¨¢ntico y sugiere una homogeneidad est¨¢tica. La idea de sociedad apela a una estructura din¨¢mica que deriva de un marco racional y que sugiere pluralidad. El primero determina una definici¨®n un¨ªvoca y cerrada. La segunda demuestra consciencia de una realidad plural y abierta.
El pueblo tiene siempre habitantes primigenios, due?os originarios que tarde o temprano terminan cayendo en la tentaci¨®n de decidir qui¨¦n entra y qui¨¦n no entra, qui¨¦n pertenece y qui¨¦n no pertenece. Una sociedad no tiene due?o. Acoge dentro muchas y muy diversas formas de entender la vida, no entra en qu¨¦ hay que ser sino que admite muchas y muy diversas formas de estar para igualarlas, todas ellas, en una misma condici¨®n de ciudadan¨ªa.
Ciudadan¨ªa frente a naci¨®n de naciones. La noci¨®n de ciudadan¨ªa pertenece al campo de la racionalidad y en consecuencia es legislable. El campo de obligaciones y derechos que de ella deriva queda determinado por la propia deliberaci¨®n democr¨¢tica y sus l¨ªmites los establece la propia sociedad. Sus materiales son fr¨ªos y discutibles, respetuosos y no invasivos con la intimidad de cada mujer y de cada hombre. Un enfoque liberal, socialdem¨®crata o de izquierdas no puede ver naciones antes que ciudadanos. No define el espacio p¨²blico desde universos sentimentales. No obliga a sentir la pertenencia. La piensa.
Derecho a convivir frente a derecho a decidir. Porque la inmensa complejidad humana no es divisible entre dos. No est¨¢ escrito en ninguna tabla de la ley que el conjunto de una sociedad deba diseccionarse en un s¨ª o un no frente a una pregunta de patria. Una pregunta que conduce a elegir dentro del marco de quienes nos interpretan en t¨¦rminos de identidades nacionales diferenciadas. Sin embargo, la realidad de cualquier sociedad occidental y democr¨¢tica es mucho m¨¢s heterog¨¦nea, posnacional, transnacional, compleja y mestiza que la pretendida homogeneidad que subyace en el discurso de la autodeterminaci¨®n de las naciones. Antes que la obligatoriedad de elegir una ¨²nica patria, una sociedad tiene derecho a convivir, a compartir el espacio p¨²blico entre todas las m¨²ltiples formas de entender la vida que habitan dentro de ella.
Solidaridad frente al Espa?a nos roba. Deben incrementarse los flujos de solidaridad desde las autonom¨ªas con mayor nivel de renta ¡ªdesde todas ellas¡ª hacia aquellas otras que lo tienen sustancialmente inferior. Un pa¨ªs con amplias disparidades por territorios incuba dentro de s¨ª desigualdades que son inaceptables desde el punto de vista de la cohesi¨®n social. Frente al lenguaje del Espa?a nos roba, hace falta un nuevo lenguaje orientado a la solidaridad interna de un pa¨ªs con amplias disparidades por territorios y, en consecuencia, con problemas serios de desigualdad. Solidaridad y cohesi¨®n. Esta deber¨ªa ser la prioridad de la pr¨®xima negociaci¨®n sobre financiaci¨®n auton¨®mica.
Son solo algunos ejemplos: ciudadan¨ªa, sociedad, convivencia, solidaridad. Seguramente, hay muchos m¨¢s. T¨¦rminos que merecen estar presentes en el debate por la recuperaci¨®n de la convivencia. No son conceptos carentes de fuerza y belleza. De alguna manera, apuntan a una realidad definida con fronteras algo m¨¢s amplias.
¡°Los l¨ªmites de mi lenguaje son los l¨ªmites de mi mundo¡±, dec¨ªa hace 90 a?os uno de los fil¨®sofos m¨¢s grandes del siglo XX.
Ser¨ªa muy esperanzador que algunas de las principales fuerzas pol¨ªticas estuvieran dispuestas a ampliar sus propios l¨ªmites. Y con ellos, los de la conversaci¨®n pol¨ªtica en Espa?a.
Eduardo Madina fue diputado en el Congreso.
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