La nada
Einstein pretendi¨® cargarse el ¨¦ter en 1905, su 'annus mirabilis', pero reconoci¨® en 1920 que se hab¨ªa equivocado
La mayor parte de la gente compra el hielo en el chino, pero seguro que queda alguno que prefiere hacerlos metiendo bandejas de agua en el congelador de casa. Estos ¨²ltimos sabr¨¢n que no conviene llenar demasiado de agua las bandejas, porque luego el hielo crece, se desborda, no hay manera de separar los cubitos y la fiesta se convierte en el t¨ªpico infierno navide?o. Es lo que tienen los cambios de fase. El agua puede adoptar tres fases ¡ªhielo, agua l¨ªquida y vapor de agua¡ª y el cambio de una fase a otra, como el del agua l¨ªquida al hielo, supone una expansi¨®n del material.
Uno de los descubrimientos m¨¢s asombrosos de la f¨ªsica es que el espacio vac¨ªo es una cosa, un material que pesa, se deforma, se contrae o se expande como cualquier otro material. La nada no existe. No es m¨¢s que un mito urbano. La historia de esta idea es desconcertante, tal vez conmovedora. El espacio vac¨ªo era para Newton un mero escenario sin actores, la nada en sentido estricto. Su fuerza de la gravedad se transmit¨ªa por ese vac¨ªo de manera instant¨¢nea, como un (buen) truco de magia. Una teor¨ªa de enorme ¨¦xito, que todav¨ªa usamos para enviar sondas a Marte, pero sustentada en unos cimientos muy porosos.
Fue Maxwell, el gran sucesor de Newton en la saga de los creadores de mundos, quien mostr¨® que ese espacio vac¨ªo newtoniano, esa encarnaci¨®n de la nada, no es m¨¢s que un producto de nuestra imaginaci¨®n. Hay un experimento incre¨ªble que se suele hacer en la escuela. Pones virutas de hierro sobre un papel, luego colocas un im¨¢n debajo del papel y ves la fuerza electromagn¨¦tica delante de tus ojos. Las virutas se organizan como las arrugas de un mel¨®n entre los dos polos del im¨¢n. La brillante explicaci¨®n matem¨¢tica de esos hechos descubierta por Maxwell poco despu¨¦s implicaba que el espacio era una cosa, el ¡°¨¦ter¡±, por donde la luz y las dem¨¢s ondas electromagn¨¦ticas viajaban como olas en el agua tras tirar una piedra al lago.
Einstein pretendi¨® cargarse el ¨¦ter en 1905, su annus mirabilis, pero reconoci¨® en 1920 que se hab¨ªa equivocado. De hecho, su teor¨ªa de la relatividad general implicaba que el espacio vac¨ªo era una cosa capaz de curvarse, contraerse o expandirse como cualquier material. En fin, lo que Maxwell llamaba el ¨¦ter.
Si el espacio es una cosa, entonces, podr¨¢ sufrir los mismos cambios de fase que el agua. Y algunos cambios de fase, como vimos, suponen una expansi¨®n del espacio. Como el Big Bang. As¨ª piensa el premio Nobel Frank Wilczek.
Ya s¨¦ que ¨¦sta es la columna de los robots, pero hoy quer¨ªa hacerte un regalo de Navidad. Que te sea leve.
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