Se?al de alarma
El crimen de Zaragoza alerta sobre la actual incitaci¨®n pol¨ªtica al odio
Si un militante antisistema y violento agrede a un ciudadano espa?ol por lucir unos tirantes con los colores de la bandera nacional, es f¨¢cil adivinar cu¨¢l fue el insulto que acompa?¨® a los golpes: facha. Ha ocurrido en Zaragoza y el agresor ha sido identificado como Rodrigo Lanza, de pasado violento en sus tiempos de okupa en Barcelona. La v¨ªctima, un hombre de 55 a?os, ha muerto a consecuencia del brutal ataque.
Editoriales anteriores
El crimen supuestamente cometido por Rodrigo Lanza es un evidente delito de odio, un hecho aislado, del que no puede culparse m¨¢s que a quien lo cometi¨®, pero son demasiados los s¨ªmbolos que este drama particular comparte con los que se han puesto en juego en la escena pol¨ªtica en los ¨²ltimos tiempos. En ella, se prodigan los insultos, la quema de banderas, la descalificaci¨®n del contrario y una estrategia de provocaci¨®n que busca denodadamente la violencia del bando contrario, exagerando sus ataques, para apuntalar las propias tesis.
Por fortuna no ha anidado en Espa?a la violencia pol¨ªtica que en otros lugares siembran las formaciones extremistas de uno y otro color. Despu¨¦s de d¨¦cadas de terrorismo y tensiones territoriales, Espa?a sigue siendo un pa¨ªs pac¨ªfico de bajos ¨ªndices de delincuencia y, hoy, nula violencia pol¨ªtica. El n¨²mero de homicidios, a la baja, no alcanza los 300 anuales. Todos ellos esconden un drama detr¨¢s y muchos (el 15%) forman parte de la lacra social de la violencia machista. El grave homicidio de Zaragoza es alarmante porque tiene unas connotaciones especiales al inscribirse en un momento de especial crispaci¨®n pol¨ªtica y social en la que l¨ªderes irresponsables no dudan en fomentar el odio. Es un fen¨®meno preocupante, con epicentro en Catalu?a, que, como indican los sondeos, se ha convertido en uno de los m¨¢s importantes motivos de inquietud de la sociedad espa?ola.
Sin embargo, tras el crimen de Zaragoza no hay una trama o una organizaci¨®n pol¨ªtica dispuesta a sembrar el terror. Responde, seg¨²n todos los indicios, a una personalidad agresiva y rencorosa permeable, eso s¨ª, a los esquemas dominantes de la actual confrontaci¨®n pol¨ªtica. Sus antecedentes, dejando tetrapl¨¦jico a uno de los polic¨ªas que pretend¨ªa desalojarle del inmueble que okupaba y sum¨¢ndose despu¨¦s a las denuncias p¨²blicas por torturas de uno de los agentes que testificaron en su contra dan cuenta de su esquema de valores.
Es de esperar que las consignas del odio que hoy proliferan sigan siendo incapaces de movilizar negativamente a la sociedad espa?ola y que el homicidio de Zaragoza quede en un hecho aislado, pero este deber¨ªa servir al menos para reflexionar acerca del riesgo de esas estrategias pol¨ªticas de confrontaci¨®n que ya est¨¢n erosionando la convivencia. Tambi¨¦n, por cierto, es una apelaci¨®n a la reflexi¨®n sobre la anomal¨ªa de este pa¨ªs, una de las pocas democracias, por no decir la ¨²nica, que estigmatiza a su propia bandera con tanta sa?a. Los nacionalismos, en alianza con los extremismos, han impedido su normalizaci¨®n. En Zaragoza, una mente perturbada ha identificado sus colores en unos tirantes como el enemigo a patear.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.