Mustique
Lo que hace falta para gestionar nuestra privacidad es tener tino. Como Aline Griffith, Ada Colau e Isabel Gemio
Llama la atenci¨®n como las bodas de los hijos de Isabel Preysler generan una expectaci¨®n que se transforma en pol¨¦mica. A veces pienso que estas reacciones son como una radiograf¨ªa de los espa?oles, un catalizador. Entendemos que estamos todos invitados, porque veremos cada detalle retratado en la revista ?Hola! Entonces diseccionamos cada imagen, criticando a viva voz, o en silencio, anotando todo lo que nos gustar¨ªa evitar o imitar. Medio satisfechos con el banquete, queremos postre. Y es la pol¨¦mica. La exigimos, somos un pa¨ªs contradictorio al que le abruman los conflictos pero no puede vivir sin ellos.
En esta ocasi¨®n, la pol¨¦mica es la ausencia de Enrique Iglesias en la boda de su hermana. Para m¨ª el verdadero conflicto es lo dif¨ªcil que resulta a los caballeros vestirse para una boda en la playa. Pocos lo comentan y es un caso de discriminaci¨®n no asumido. La novia lo tiene m¨¢s f¨¢cil, dispone de m¨¢s opciones. Igual la hermana y, por supuesto, las madres de los novios. Pero, el novio y sus invitados, educados en que a una boda se va de azul marino y con zapato negro de cordones, ?c¨®mo encajan la arena, la humedad, las iglesias-choza al aire libre, esos mosquitos que luego elimina el Photoshop, el vaiv¨¦n de las olas record¨¢ndoles que no est¨¢n del todo en tierra firme? Yo escojo ir de rosado o mimetiz¨¢ndome con la arena pero pienso en esa inmensa mayor¨ªa silenciosa de varones que ven c¨®mo sus novias, hermanas y amigas escogen Formentera, Bali, Los Roques, como escenarios para sus bodas sin poder expresar sus temores. ?Es tan dif¨ªcil para un hombre preguntarse qu¨¦ me pongo como responderlo! Al final, terminan asumiendo un vestuario inconsistente como el primer paso para un matrimonio feliz. Demasiado riesgo innecesario. Aparte de hacernos maridos tambi¨¦n quieren vernos sometidos vestidos de vainilla, el ¨²nico color que Espa?a acepta como claro.
En medio de todo esto, el traje de Isabel Preysler es un homenaje a la cordura y a las aguas de Mustique que, seg¨²n cuentan, pasan del turquesa al oliva dejando una estela ultravioleta. Mustique es esa isla diminuta donde la privacidad es enorme, atinado escenario para bodas que se har¨¢n muy p¨²blicas. All¨ª fue feliz la tormentosa princesa Margarita de Inglaterra. Y Jerry Hall cuando era esposa de Mick Jagger. Forma parte del romance entre Preysler y Miguel Boyer, porque fue donde se escaparon en sus primeros viajes. Quiz¨¢s por eso la eligi¨® su hija Ana para casarse. Cuando la casa real brit¨¢nica tuvo que enfrentarse al esc¨¢ndalo de unas fotos de Andr¨¦s, el duque de York, con la actriz de cine er¨®tico Koo Stark tomadas en la isla, fue un empresario venezolano, al frente de la Administraci¨®n de Mustique, quien defendi¨® su mayor bien, esa privacidad, delante de la prensa internacional. Su hija, Ariadna, invit¨® a mi hermana Valentina a pasar un weekend con ellos. Viajar¨ªan en avioneta privada, quiz¨¢s cenar¨ªan con Mick y la princesa Margarita. Mi joven hermana se abrum¨®. Y declin¨®. Esper¨¦ en mi cuarto a que la invitaci¨®n viajara hacia m¨ª. Pero no fue as¨ª. Ciertas invitaciones solo pasan una vez. Y cada uno hace con su privacidad lo que quiere. Incluyendo a Ada Colau: la alcaldesa de Barcelona habl¨® sin pelos en la lengua de su vida afectiva y sexual en un programa de televisi¨®n donde se celebra y se tritura la privacidad hasta ponerse morados.
Pantone ha elegido el color ultravioleta como el tono oficial para el a?o 2018. Sin embargo, todo el mundo vaticina que no ser¨¢ el morado sino el negro el color de tendencia. Tras a?os de ausencia, black is back. Isabel Gemio lo visti¨® para recoger su Ondas a toda una carrera. Gemio se despide de la radio dejando claro que no era su intenci¨®n hacerlo. Cada vez hay menos micr¨®fonos para la mujer madura.
Vuelve el negro, vuelve Mustique y se marcha Aline Griffith, autora de La esp¨ªa que vest¨ªa de rojo, novela donde la condesa de Romanones hilaba an¨¦cdotas de su vida trufadas de espionaje y exageraci¨®n. Con esa mezcla, Aline convirti¨® su privacidad, el hecho de que hab¨ªa sido esp¨ªa, en una fuente de ingresos con prestigio, casi tan intachable como su t¨ªtulo nobiliario y su elegancia. El d¨ªa que la conoc¨ª estuvo revisando mi apariencia y, al final, me dispar¨®: ¡°?T¨² de qu¨¦ familia eres?¡±. Fue esnob, pero fue atinado. Eso es lo que hace falta para gestionar nuestra privacidad. Tener tino. Como Aline, Ada e Isabel.
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