Limpieza y resultado electoral
El S¨ªndic se arroga la supervisi¨®n de la Junta Electoral, en lugar de la actuaci¨®n de los ayuntamientos
Una t¨¦cnica argumentativa recurrente que vienen empleando en la campa?a catalana los partidos separatistas, es la de interpelar a sus rivales constitucionalistas sobre si respetar¨¢n o no los resultados en caso de alzarse los primeros con el Govern de la Generalitat. Como quiera que en 40 a?os nunca los constitucionalistas han gobernado en Catalu?a (llamar ¡°constitucionalista¡± al tripartito del PSC se antoja inmerecida sevicia con la Carta Magna en su reciente aniversario) y nunca han impugnado un resultado electoral, es claro que aquella interpelaci¨®n hay que entenderla referida a cuesti¨®n distinta: la que versa sobre si el constitucionalismo se aquietar¨ªa, absteni¨¦ndose de acudir a los tribunales, en caso de que un nuevo Govern secesionista reincidiera en la ilegalidad, como ya de hecho vienen prometiendo sus candidatos bajo la denominaci¨®n de ¡°unilateralismo¡±, enriqueciendo as¨ª el prolijo l¨¦xico metaling¨¹¨ªstico al que el nacionalismo nos tiene acostumbrados.
Se confunde pues, interesadamente, el dif¨ªcil cuestionamiento de la legitimidad de origen de un eventual Govern separatista con la m¨¢s que obligada impugnaci¨®n de la legitimidad de su ejercicio si ese mismo Govern vuelve a la v¨ªa delincuencial, que es la cuesti¨®n a la que el constitucionalismo ci?e fundamentalmente su oposici¨®n.
A las impostadas cuitas sobre el respeto al resultado se suman las insidias sobre un supuesto ¡°pucherazo¡± en ciernes en favor del adversario constitucionalista, al punto de que, una vez frustrado el intento de que hubiera observadores internacionales no invitados a las elecciones de un miembro de la UE, OCDE y el Consejo de Europa, viene el separatismo promoviendo, nada menos, que un recuento alternativo y paralelo al de la Junta Electoral.
No deja de ser llamativo que la interpelaci¨®n instando a respetar el resultado, dudando adem¨¢s de la limpieza del proceso, la plantee quien, precisamente, desde centenares de Ayuntamientos implementa la ocupaci¨®n y patrimonializaci¨®n del espacio p¨²blico con propaganda de sus propias opciones pol¨ªticas. Desde pancartas en parques de bomberos a favor de los ¡°presos pol¨ªticos¡± hasta gigantes lazos amarillos en balcones municipales a despecho de su obligada neutralidad, lo que, en puridad, comprometer¨ªa la legitimidad de origen del Govern resultante.
Pero la palma en esta fiesta sacrificial del fair play electoral se la lleva el ins¨®lito proceder del S¨ªndic de Greuges, que en lugar de supervisar la actuaci¨®n y neutralidad de estas Administraciones locales en defensa de la libertad ideol¨®gica de todos los ciudadanos ¡ªque es su competencia y obligaci¨®n legal¡ª se arroga ¡ªsin competencia legal alguna para ello¡ª la funci¨®n de querer supervisar la actuaci¨®n de la Junta Electoral, haci¨¦ndolo adem¨¢s en defensa, no de los derechos de los ciudadanos, sino de los Ayuntamientos al albur de una inexistente libertad de expresi¨®n de estos que les permitir¨ªa desentenderse de su obligada neutralidad institucional.
No quiere uno pensar en la limpieza electoral ¡ªy legitimidad de origen del futuro Govern¡ª si estas elecciones las hubiera convocado el fugado Carles Puigdemont sin soltar las riendas de la Generalitat.
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