Relato

Antes de que los catalanes acudan a las urnas, y con independencia del resultado final, existe ya un claro vencedor de este proceso. Aunque pierda el poder, el independentismo ha ganado el relato, y no tanto por sus propios, indiscutibles m¨¦ritos, como por incomparecencia del rival. El desinter¨¦s del Estado espa?ol por combatir en el terreno de la propaganda ha facilitado lo que hace unas pocas semanas parec¨ªa inconcebible. El relato independentista ha resistido las mentiras, las torpezas, e incluso el abandono de sus l¨ªderes, con unos pocos gestos sencillos, tan eficaces como el lazo amarillo y la usurpaci¨®n sistem¨¢tica del vocabulario de otro Estado espa?ol contra el que se rebel¨® otro gobierno catal¨¢n. El recurso a las viejas y sagradas palabras de los a?os 30 del siglo pasado, como Rep¨²blica o exilio, han dado paso en la campa?a a esl¨®ganes y discursos, como persistir es ganar, de los que sus destinatarios no conocen seguramente la letra, pero cuya m¨²sica les suena como una melod¨ªa familiar. Lo mismo ocurre con el uso indiscriminado, pero sobre todo ignorante, del t¨¦rmino fascista. Es evidente que el gobierno del PP nunca estar¨ªa dispuesto a reivindicar un patrimonio simb¨®lico que le pertenece a su pesar pero, en mi opini¨®n, la ol¨ªmpica soberbia con la que ha permitido que los independentistas elaboren su relato sin contrarrestarlo en ning¨²n grado, ha creado un problema que, en el mejor de los casos, complicar¨¢ la convivencia en este pa¨ªs durante muchos a?os. En este sentido, me permito apuntar que la magnanimidad, e incluso promesas de clemencia como la formulada por Iceta, pueden no resultar tanto una muestra de debilidad como un arma eficaz para combatir en una batalla que, de momento, est¨¢ perdida.