El silbato nacionalista
El nacionalismo catal¨¢n utilizaba argumentos cuyo significado solo conoc¨ªa una parte de la sociedad hasta que se ha polarizado el debate y el contenido se ha hecho evidente para todos, poniendo a la realidad frente al espejo
Dog whistle politics es un concepto habitual en la pol¨ªtica anglosajona. Define etiquetas y argumentos que funcionan como esos silbatos especiales que emiten sonidos tan agudos que solo los perros pueden identificar: la mayor¨ªa de la poblaci¨®n no oye nada extra?o cuando dichos argumentos son mencionados, pero para una minor¨ªa estas mismas palabras tienen un significado distinto, muy concreto. De esta forma, activan una respuesta concreta esquivando la atenci¨®n del resto. Esto es particularmente ¨²til cuando se juega con mensajes potencialmente pol¨¦micos o polarizadores. En Estados Unidos el t¨¦rmino se populariz¨® con la conocida como ¡°estrategia sure?a¡± de los republicanos, seg¨²n la cual el partido de Nixon apel¨® al voto blanco de los Estados del sur a partir de mediados de los a?os sesenta, siguiendo a la aprobaci¨®n de las leyes proderechos civiles por parte de los dem¨®cratas en Washington. Sab¨ªan que las ideas raciales y racistas ten¨ªan un mercado all¨ª, pero iban a resonar en un pa¨ªs cada vez m¨¢s diverso y abierto, en el que poco a poco el consenso se constru¨ªa en torno a la norma social antirracista. Por ello, los republicanos necesitaban cuestiones que hiciesen referencia indirecta a los afroamericanos, pero sin atribuir directamente la causa. ¡°Los problemas de los centros de las ciudades¡±, ¡°las drogas¡±, ¡°la necesidad de ley y orden¡± son algunos ejemplos de estos dog whistles.Una t¨¦cnica que ha penetrado en la pol¨ªtica espa?ola de los ¨²ltimos a?os casi sin darnos cuenta. Y lo ha hecho por la puerta del conflicto catal¨¢n.
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El nacionalismo espa?ol m¨¢s ultra es poco sutil. Suele emplear un tono humillante de superioridad (¡°qu¨¦ pone en tu DNI¡±) mientras propone acciones, como el boicoteo a productos catalanes, que no dejan demasiado lugar a la imaginaci¨®n. Lo cual le resta apoyos y relevancia p¨²blica. Su contraparte catalana, sin embargo, lleva a?os labr¨¢ndose una imagen no solo moderada, sino incluso abierta, moderna y libre. Lo cual no es tarea sencilla, habida cuenta de que el nacionalismo es una ideolog¨ªa excluyente por definici¨®n. Pero el movimiento independentista camina por un fino desfiladero. A un lado est¨¢ el argumento de la minor¨ªa catalana oprimida por parte de Espa?a. Dicha exclusi¨®n justificar¨ªa la secesi¨®n. Este diagn¨®stico es muy discutible por las consabidas razones: Espa?a es una democracia consolidada y Catalu?a disfruta de un nada desde?able nivel de autogobierno. Pero en teor¨ªa es dif¨ªcilmente rebatible: si la catalana fuera realmente una minor¨ªa oprimida sin esperanza de ser libre bajo el yugo espa?ol, la independencia ser¨ªa dif¨ªcil de negar desde un punto de vista democr¨¢tico. Dado que esa no es la situaci¨®n, y que resulta complicado que una mayor¨ªa crea que s¨ª lo es, el independentismo siempre ha tenido que confiar en el nacionalismo en ¨²ltima instancia para dar potencia y redondear su coalici¨®n. Esta combinaci¨®n contradictoria, de sustrato excluyente asociada a la queja sobre una supuesta exclusi¨®n, es lo que ha llevado a los independentistas a intentar construirse una imagen lo m¨¢s abierta posible. Pero debe mantener la base nacionalista, y para ello los dog whistles son particularmente ¨²tiles.
El nacionalismo catal¨¢n, pese a ser excluyente, se ha labrado una imagen abierta y moderna
Probablemente, el ejemplo m¨¢s famoso es la referencia constante a la superioridad econ¨®mica (pero no solo) de Catalu?a sobre otras partes de Espa?a. Aquel eslogan fugaz de la CiU de 2013, ¡°la Espa?a subsidiada vive a costa de la Catalu?a productiva¡±, lo representa a la perfecci¨®n. Pero un problema de los dog whistles es que al cabo del tiempo todo el mundo puede o¨ªrlos claramente. De hecho, CiU se vio obligada a retirar de manera casi inmediata el cartel que inclu¨ªa aquella frase, enterr¨¢ndola para siempre precisamente por las quejas y presiones que recibi¨®. Otros mensajes m¨¢s recientes, y supuestamente neutros, van en la l¨ªnea de resaltar que la comunidad pol¨ªtica catalana es ¡°diferente¡±, tal y como afirmaba hace s¨®lo unas semanas la diputada?del Partit Dem¨°crata en el Congreso de los Diputados M¨ªriam Nogueras.
Se evita normalmente emplear el calificativo ¡°mejor¡±, precisamente para no romper el hechizo, pero est¨¢ impl¨ªcito en este tipo de mensajes que suelen contrastar el supuesto autoritarismo espa?ol o ¡°castellano¡± (no pocas veces se le tilda as¨ª, directamente) con la te¨®rica libertad y pluralismo de Catalu?a. ¡°Som gent de pau¡± (¡°somos gente de paz¡±), llegan a corear en las manifestaciones y en las redes. Lo cual implica, l¨®gicamente, que el resto no lo somos. El famoso v¨ªdeo publicado por la plataforma independentista ?mnium Cultural en el que una mujer interpelaba al mundo para que ¡°ayudase¡± a Catalu?a implicaba, necesariamente, que una mayor¨ªa del resto del pa¨ªs estaba de acuerdo con la supuesta represi¨®n ejercida por el Estado espa?ol sobre las aspiraciones ¡°democr¨¢ticas¡±.
Es aqu¨ª donde se encuentra el argumento nacionalista con el de la minor¨ªa reprimida, y por eso la diferenciaci¨®n de culturas y actitudes pol¨ªticas fue el producto m¨¢s perfecto de las dog whistle politics independentistas. Porque unos lo o¨ªan como llamada a defender la libertad. Pero para los otros era el supremacismo impl¨ªcito que anhelaban.
Se evita el calificativo de ¡°mejor¡±, pero se resalta la ¡°diferencia¡±, que parece m¨¢s neutro
Huelga decir que no hay apenas base emp¨ªrica para tal diferenciaci¨®n: los niveles de corrupci¨®n, cooptaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n o problemas con la separaci¨®n de poderes son casi id¨¦nticos en Madrid y en Barcelona. Y aunque la polic¨ªa, la judicatura u otras instituciones del Estado hayan podido tener actuaciones muy criticables, esto es igualmente cierto de las propias de la autonom¨ªa catalana. Esta ausencia de contraste es particularmente evidente para la grada no independentista, con lo que el verdadero significado de cada silbido se vuelve claro y meridiano para todos: quiere decir lo que quiere decir, y habla de superioridad.
Cuando los debates se polarizan y todos los argumentos se someten a un escrutinio extremo, las dog whistle politics funcionan peor hasta que, al final, dejan de hacerlo por completo. Cuando eso sucede, el contenido real de los mensajes se vuelve evidente para todo aquel que quiera verlo. Ello incluye tambi¨¦n a los compa?eros de viaje de los nacionalistas: aquellos que, sobre todo desde la izquierda soberanista, insisten en que en su lucha no tiene nada que ver con la exclusi¨®n, solo con la libertad. Pero a medida que aumenta el tono de la discusi¨®n, as¨ª como la importancia de lo que hay en juego, la realidad les pone frente al espejo. Les pone, en definitiva, frente a la tesitura de escoger entre sus supuestos valores de apertura e inclusi¨®n, o seguir apoy¨¢ndose en la muleta del nacionalismo excluyente.
Jorge Galindo es soci¨®logo y candidato doctoral en el departamento de Sociolog¨ªa de la Universidad de Ginebra.
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