El crecimiento no es suficiente
Las pol¨ªticas tradicionales quiz¨¢ ya no sirven para econom¨ªas que se han transformado
Los datos macroecon¨®micos de las econom¨ªas avanzadas pueden ser desconcertantes. Consideremos, por ejemplo, los salarios y el desempleo. En Estados Unidos y muchos pa¨ªses europeos, el salario medio se ha estancado, a pesar de que muchas de estas econom¨ªas se han recuperado de la crisis financiera de 2008. Es m¨¢s, el incremento del empleo no ha conducido a una desaceleraci¨®n o reversi¨®n de la ca¨ªda del porcentaje de la renta nacional que se destina a salarios. Por el contrario, la mayor parte de la riqueza creada desde la crisis de 2008 ha ido a parar a manos de los tenedores de capital. Esto podr¨ªa explicar los bajos niveles de consumo y el hecho de que una pol¨ªtica monetaria laxa no pueda producir un repunte de la inflaci¨®n.
El empleo tambi¨¦n parece estar comport¨¢ndose de manera an¨®mala. La mayor parte del crecimiento del empleo ha sido en ocupaciones que requieren bajas cualificaciones y que est¨¢n peor remunerados, produciendo un vaciado del medio de nuestra distribuci¨®n laboral. Gente que antes conformaba la clase media occidental hoy forma parte de las clases media baja y baja, y vive en la precariedad.
La mayor parte del crecimiento del empleo ha sido en ocupaciones que requieren bajas cualificaciones
Las cifras de productividad son otro de los elementos disonantes en nuestros datos macroecon¨®micos. Seg¨²n la OCDE, en la ¨²ltima d¨¦cada la productividad de las "empresas frontera" ¡ªdefinidas como el 5% de empresas que lideran en esta m¨¦trica¡ª aument¨® en m¨¢s de un 30%, mientras que el resto del sector privado casi no experiment¨® alza alguna. En otras palabras, un n¨²mero reducido de empresas concentraron todas las ganancias en eficiencia y eficacia sin darse pr¨¢cticamente difusi¨®n alguna.
A nivel macro, la productividad agregada de Estados Unidos ha aumentado en m¨¢s del 250% desde principios de los a?os 1970, mientras que los salarios por hora se han mantenido congelados. Esto significa que el crecimiento de la productividad no s¨®lo ha estado circunscrito a un n¨²mero muy limitado de empresas, sino que la productividad y las rentas del trabajo se han desacoplado. La consecuencia fundamental de este fen¨®meno es que los salarios ya no desempe?an el papel redistributivo crucial que han cumplido durante d¨¦cadas. Algunos hemos descrito este fen¨®meno como una fractura de nuestro contrato social ya que modifica de manera fundamental la relaci¨®n entre el capital y el empleo.
Deber¨ªa ser evidente, por lo tanto, que muchas de las econom¨ªas del mundo est¨¢n atravesando un cambio estructural y que esa transformaci¨®n viene motivada por la obsolescencia de la relaci¨®n ¡°empleos-productividad-ingresos¡± que ven¨ªa operando desde hace d¨¦cadas. Este cambio de paradigma ha llevado a la erosi¨®n de la clase media occidental y al ascenso del precariado, una nueva clase socioecon¨®mica que comprende no s¨®lo a quienes no encuentran trabajo, sino tambi¨¦n a quienes tienen un empleo informal, ocasional o inestable.
La tecnolog¨ªa ha permitido elevar la productividad sin subir los salarios
Tenemos abundante evidencia que vincula la percepci¨®n de inseguridad econ¨®mica en Occidente con el sentimiento anti-elite, la radicalizaci¨®n pol¨ªtica y los ataques a las minor¨ªas. De hecho, es imposible explicar el reciente ascenso de la pol¨ªtica populista sin considerar los efectos de estas patolog¨ªas econ¨®micas.
Para entender por qu¨¦ se produjeron las desviaciones de las trayectorias econ¨®micas esperadas, no hace falta mirar m¨¢s all¨¢ del impacto de la tecnolog¨ªa en el empleo. Las tecnolog¨ªas avanzadas, especialmente la inform¨¢tica y la rob¨®tica avanzadas, han permitido que se produjeran aumentos de la productividad sin un incremento correspondiente en los salarios. La mayor riqueza generada por una mayor productividad va, en cambio, a manos de los due?os de esas tecnolog¨ªas.
Las soluciones son m¨¢s dif¨ªciles de construir que el diagn¨®stico. No resulta claro, por ejemplo, si aplicar pol¨ªticas econ¨®micas tradicionales servir¨¢ para revertir las tendencias se?aladas arriba. Querer aplicar ¡°reformas estructurales¡± y dise?ar pol¨ªticas macroecon¨®micas destinadas exclusivamente a aumentar la productividad podr¨ªa producir crecimiento a nivel agregado pero a la vez obligar a los trabajadores occidentales a competir con la tecnolog¨ªa de forma m¨¢s cruda, exacerbando la precariedad.
Esto nos lleva al interrogante central: ?c¨®mo pueden los l¨ªderes abordar las externalidades producidas por el cambio tecnol¨®gico? En otras palabras, ?c¨®mo podemos construir un nuevo contrato social para la era digital?
Manuel Mu?iz es decano de la Escuela de Relaciones Internacionales del IE.
? Project Syndicate
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