Amenaza

Solemos consolarnos al pensar que el a?o nuevo no puede ser tan malo como el que ya pas¨®. Este irresistible optimismo es gen¨¦tico y da el mismo juego que las hogueras, los bailes y los fuegos de artificio que aparecen con el cambio de a?o desde los bisontes de Altamira. Hay una fuerza poderosa que agita el ¨¢nimo, pero no porque cambie el a?o, sino porque falta menos para la primavera y ya comienzan a brotar algunas fuentes vitales. En febrero, por ejemplo, los almendros.

Si no fuera porque (casi) todos deseamos la renovaci¨®n, es imposible creer que el tiempo futuro vaya a ser mejor que el pasado, pero no por melancol¨ªa, sino por la cruda constataci¨®n de que en 2017 comenzaron a imponerse las fuerzas de una futura sociedad perfectamente infame. Trump, el Brexit, el catalanazo o el auge de la xenofobia europea, todo ello forma parte de la nueva sociedad que ha ido creciendo a partir de las innovaciones t¨¦cnicas y la destrucci¨®n del sistema educativo. Las pantallas y pantallitas est¨¢n sustituyendo al cerebro de forma exponencial. Una enorme cantidad de gente ya no piensa, reflexiona o juzga por s¨ª misma, solo consulta y obedece. Es m¨¢s c¨®modo, es m¨¢s r¨¢pido, te evita problemas. Como los cristianos del siglo XII, a quemar herejes.

Ser¨ªa ingenuo creer que esta anulaci¨®n del libre albedr¨ªo tiene remedio. Como ya advirti¨® el odiado (por ignorado) Heidegger, no somos nosotros quienes controlamos la t¨¦cnica, es la t¨¦cnica la que nos controla a nosotros. Y a un pol¨ªtico totalitario o est¨²pido nada le hace m¨¢s feliz que un colegio silencioso y pac¨ªfico con todos los ni?os pegados a la pantalla. No es casual que el rey de los hackers sea Putin.

No, el nuevo a?o no ser¨¢ mejor que su padre, pero m¨¢s vale saberlo, estar alerta, y estudiar por libre.