Sospechoso guante norcoreano

El programa nuclear y de misiles norcoreano supone la amenaza m¨¢s grave a la paz y seguridad que enfrenta el mundo. Bien fuera por un intercambio nuclear o mediante una guerra convencional, las consecuencias de un enfrentamiento armado ser¨ªan devastadoras para la pen¨ªnsula coreana y para el mundo.

Se trata de un problema para el cual no ha habido hasta ahora una soluci¨®n exitosa: tanto el di¨¢logo y la negociaci¨®n como la presi¨®n y las sanciones han fracasado. De la perseverancia de ese desaf¨ªo hablan la decena de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que el r¨¦gimen norcoreano ha incumplido en la ¨²ltima d¨¦cada. La m¨¢s reciente, aprobada el 22 de diciembre pasado como respuesta al lanzamiento de un misil bal¨ªstico de alcance intercontinental el 28 de noviembre pasado, impone un duro r¨¦gimen de sanciones a las importaciones de petr¨®leo y maquinaria pesada norcoreanas.

Dado el hermetismo que domina las actuaciones del r¨¦gimen norcoreano, es imposible saber si la mano tendida a Corea del Sur por Kim Jong-un en su discurso de a?o nuevo debe ser interpretada como una muestra de agotamiento que permita vislumbrar una oportunidad de negociaci¨®n o una estratagema para dividir a la comunidad internacional y, especialmente, a los surcoreanos, precisamente cuando las sanciones est¨¢n teniendo ¨¦xito.

Sea cual fuera la motivaci¨®n, es obligatorio, como ha hecho el gobierno surcoreano de Moon Jae-In, explorar -con todo realismo y prudencia- las posibilidades abiertas por Pyongyang. Lo que resulta inadmisible es que ante un problema tan grave, el presidente Trump sabotee esa v¨ªa con referencias incendiarias al tama?o de su bot¨®n nuclear. Sus declaraciones muestran que la pol¨ªtica exterior de Trump solo tiene un objetivo: alimentar el nacionalismo xen¨®fobo y racista que le sostiene en el poder, aunque para ello sea necesario hacer del mundo un lugar m¨¢s inseguro.