Creyente
Tampoco estar¨ªa mal recordarle que, en el pa¨ªs donde naci¨® y vive todav¨ªa, el catolicismo y la paz no han sido nunca precisamente sin¨®nimos
En su ¨²ltima declaraci¨®n ante el juez, Oriol Junqueras apel¨® a su condici¨®n de creyente para describirse como hombre de paz y solicitar su puesta en libertad. Quiero aclarar antes de nada que, como simple ciudadana sin conocimientos jur¨ªdicos, habr¨ªa preferido que el l¨ªder de ERC nunca hubiera pisado la c¨¢rcel. Adem¨¢s, considero leg¨ªtimo que un preso se agarre a cualquier cosa para recuperar su libertad. Una vez dicho esto, confieso que la insistencia de Junqueras en parapetarse tras la fe cat¨®lica, sus previsibles expectativas de que un tribunal valore sus convicciones religiosas como una garant¨ªa suficiente de su calidad pol¨ªtica y humana, me inspiran una profunda desconfianza. Si el recluso cree sinceramente que su condici¨®n de creyente le eleva sobre la bondad de agn¨®sticos e incr¨¦dulos, malo. Si no lo cree, pero piensa que la justicia ser¨¢ sensible a su profesi¨®n de fe en un Estado constitucionalmente aconfesional, peor. En los ¨²ltimos tiempos, la Espa?a donde cre¨ªamos vivir ha chocado violentamente con la realidad de un pa¨ªs inesperado, incluso incomprensible a ratos, pero que uno de los art¨ªfices de semejante desajuste recite una lecci¨®n del catecismo m¨¢s rancio como argumento de autoridad moral, es m¨¢s de lo que mi raz¨®n puede soportar. Alguien deber¨ªa recordarle a Junqueras que las creencias religiosas son un asunto privado, que no se debe invocar en el ¨¢mbito p¨²blico, menos a¨²n cuando se pretende fundar un nuevo Estado. Y tampoco estar¨ªa mal recordarle que, en el pa¨ªs donde naci¨® y vive todav¨ªa, el catolicismo y la paz no han sido nunca precisamente sin¨®nimos. Si le da pereza volver a estudiar la historia de Espa?a, puede repasar la de Catalu?a, que ofrece abundantes ejemplos de lo contrario.
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