El campe¨®n infeliz
No hay duda de que CR7 es el mejor cuando celebra la victoria. Pero, mientras juega, raramente parece un hombre feliz.
CRISTIANO RONALDO celebr¨® una fiesta en Madrid para homenajear a Cristiano Ronaldo. La fiesta CR7. Este pasado a?o ha recibido todos los grandes premios futbol¨ªsticos. Bota de Oro. Global Soccer. Premio The Best. Si los jurados lo eligen, si se suceden premios y galas, si sabemos que este campe¨®n tiene un concepto inmejorable de s¨ª mismo, ?qu¨¦ puede haber de raro en que Cristiano Ronaldo despida el a?o con una fiesta en honor de Cristiano Ronaldo?
Es m¨¢s: a m¨ª, a nosotros, qu¨¦ nos importa que Cristiano Ronaldo sea el principal animador de la fiesta dedicada a Cristiano Ronaldo. ?Y por qu¨¦ Cristiano Ronaldo no va a aplaudir y encabezar la ovaci¨®n a CR7? Hasta hace poco, en los espect¨¢culos, se reservaba para el p¨²blico la soberan¨ªa de los aplausos. Quien sal¨ªa al escenario esperaba ese reconocimiento del p¨²blico, y tambi¨¦n se arriesgaba al silencio. Ahora todo el mundo aplaude, empezando por quienes ocupan el escenario. Informaba Eugenio D¡¯Ors, despu¨¦s de una conferencia: ¡°Hubo ovaci¨®n, pero no fue indescriptible¡±. Para Cristiano Ronaldo, la ovaci¨®n o es indescriptible o no vale la pena.
M¨¢s que una fiesta, el gran agasajo que Cristiano Ronaldo prepar¨® para Cristiano Ronaldo consist¨ªa, en realidad, en la verdadera coronaci¨®n de CR7. Es decir, una autocoronaci¨®n.
Informaba Eugenio D¡¯Ors, despu¨¦s de una conferencia: ¡°Hubo ovaci¨®n, pero no fue indescriptible¡±. Para Cristiano Ronaldo, la ovaci¨®n o es indescriptible o no vale la pena.
Quiz¨¢s la m¨¢s c¨¦lebre ceremonia de autocoronaci¨®n fue la de Bonaparte, en la catedral de Notre Dame, en 1804. El Papa estaba presente, pero Napole¨®n decidi¨® no contar con intermediarios divinos. Agarr¨® la corona de emperador, una diadema de hojas de laurel y roble en oro, y se la ci?¨® ¨¦l mismo. Lo que quiso demostrar Bonaparte, m¨¢s chulo que un ocho, es que no hab¨ªa nadie por encima de ¨¦l. Ya s¨¦ que la comparaci¨®n es disparatada. Por ejemplo, CR7 conduce un Bugatti Chiron, el coche m¨¢s veloz del mundo, pero el corso tuvo 129 caballos de ensue?o, y a lomos del maravilloso Marengo recorri¨® Europa en un santiam¨¦n. La equivalencia es simb¨®lica: despu¨¦s de recibir todas las condecoraciones, CR7 consider¨® que la divinidad competente para coronarlo como ¡°el mejor del mundo¡± no pod¨ªa ser otro que su alter ego Cristiano Ronaldo. Sin mediadores.
En un escrito autobiogr¨¢fico que public¨® la revista The Players Tribune, el deportista cuenta que a los 11 a?os, en su infancia en Madeira, tom¨® una decisi¨®n providencial: ¡°Ya sab¨ªa que ten¨ªa m¨¢s talento que los dem¨¢s. (¡) Ya no iba a jugar como un ni?o. Ya no me iba a comportar como un ni?o. Iba a entrenar con la convicci¨®n de que iba a llegar a ser el mejor del mundo¡±. Y explica c¨®mo a los 15 a?os, al llegar a Lisboa, ten¨ªa ya afinada su punter¨ªa planetaria: ¡°Me acerqu¨¦ a algunos de mis compa?eros durante el entrenamiento y les dije ¡®alg¨²n d¨ªa ser¨¦ el mejor jugador del mundo¡±. La profec¨ªa se cumple, y en Cardiff, cuando el Madrid gan¨® la ¨²ltima Champions, CR7 emite inequ¨ªvocamente desde las m¨¢s altas alturas: ¡°Acab¨¢bamos de hacer historia. Tras el pitido final, sent¨ª que hab¨ªa mandado un mensaje al mundo¡±.
Y, sin embargo, respetando al m¨¢ximo su vida personal, pienso que hay un lado oculto, un enigma, en esa necesidad de la estrella por mantener un estado de brillo permanente, sin sombra que lo perturbe. En Portugal se suele hacer un chiste que ironiza con las magnitudes. Por ejemplo, cuando se construy¨® el puente Vasco da Gama sobre el r¨ªo Tajo, se dec¨ªa: ¡°Es el puente m¨¢s grande del mundo, y el segundo m¨¢s grande de Portugal¡±. Ese tipo de broma, referida a su lugar en el f¨²tbol, tendr¨ªa en CR7 el mismo efecto que una abolladura en el Bugatti.
No hay duda de que CR7 es el mejor cuando celebra la victoria. Pero, mientras juega, raramente parece un hombre feliz. Ya no hablo de reacciones desabridas hacia el ¨¢rbitro, el adversario o un simple aficionado cr¨ªtico que lo incendia con un pitido. Lo que define el car¨¢cter de CR7 es sobre todo su estupor cuando el bal¨®n no le obedece, su rabia cuando los propios pies no responden con precisi¨®n geom¨¦trica a sus ¨®rdenes. Lucha por ser el mejor, nadie lo duda, pero lucha tambi¨¦n contra s¨ª mismo. La ¡°vida paralela¡± a escribir no ser¨ªa la de CR7 con Napole¨®n sino con Pol¨ªcrates, aquel rey griego de Samos que se preocupaba cuando se sent¨ªa feliz. Reinaba en un estado de infeliz felicidad.
Quiz¨¢s todo empez¨® aquel d¨ªa en que decidi¨® que ya nunca m¨¢s jugar¨ªa al f¨²tbol como un ni?o.
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