C¨®mo sobrevivir a la cuesta de enero: tickets regalo, turr¨®n pasado y gente que a¨²n dice "feliz a?o"
Toca convivir con adornos navide?os que nadie ha retirado, escaparates tomados por letreros que anuncian rebajas con rotulador y personas a dieta
Todo ha terminado pero nada ha terminado. A la Navidad le sigue siempre la digesti¨®n de sus residuos, con ese aroma pocho a languidez. Si el purgatorio es una construcci¨®n cat¨®lica para definir la mediocridad moral, vivimos en ¨¦l ahora mismo. Sales de trabajar y sientes una fantasmagor¨ªa postapocal¨ªptica recorriendo las calles: luces de ¡°Felices fiestas¡± que nadie ha retirado a¨²n, escaparates de barrio tomados por la viruela art-attack de letreros que anuncian rebajas a golpe de rotu y faltas de ortograf¨ªa¡ Da igual que pertenezcas a cualquiera de las tres categor¨ªas que engloban la sensibilidad media hacia la Navidad: los que la disfrutan, los que la detestan y ese 99% de gente a la que, en realidad, le da bastante igual y se limita a aceptar sus bondades y sus desastres tal y como vienen. Si has atravesado la odisea an¨ªmica de estas fiestas, te toca tambi¨¦n gestionar su resaca. ?C¨®mo sobrevivir a esta expiaci¨®n absurda??
1. Tira las sobras
No te dejes enga?ar por la l¨®gica ni los flashes de ni?os africanos que parpadean en tu cabeza. La comida que ha sobrado de las pantagru¨¦licas reuniones familiares debe ser eliminada de inmediato. Llevas todas las fiestas justificando ese-trocito-extra de turr¨®n con argumentos que se te escurren de las manos como truchas. ¡°Al fin y al cabo son fiestas¡±, ¡°en cuando vuelva a casa empiezo la dieta¡±. Y ahora te hundes. Te traicionas. Ahora la cagas.
Cuando el papa Francisco dijo que el diablo no era algo simb¨®lico, sino una persona real, de carne y hueso, que nos seduc¨ªa con su ret¨®rica en el d¨ªa a d¨ªa, se refer¨ªa a este tipo de cosas: a un comercial a puerta fr¨ªa o a tu madre llen¨¢ndote tuppers con las sobras navide?as. ¡°Ya sabes que tu padre y yo no lo comemos por la sal¡ ?Y me da tanta pena tirarlo!¡± Primero dices: la dieta. Y te mantienes firme. Pero luego piensas: ¡°estaba bueno ese cocido¡±. Luego piensas: ?frica. Y accedes. Te llevas el tupper. Los tuppers. Y el turr¨®n que ha sobrado. Y los frutos secos. Tu vida se convierte a partir de ese momento en un castigo dantesco que te autoimpones como un yonqui incapaz de desintoxicarse.
?2. No mires a los ojos a las cajeras del s¨²per
Es duro. Son buenas personas, ejemplares genuinos de la clase trabajadora que te atienden siempre con una sonrisa y no te juzgan cuando les regalas tu pat¨¦tica performance amontonando productos en las bolsas de forma totalmente superada por la ansiedad y las prisas. Pero en las postrimer¨ªas navide?as son tus enemigas. Al igual que tu madre, van a intentar colarte todos los productos que han sobrado estas fechas. Est¨¢s acostumbrado a escuchar siempre de su boca las mismas palabras rob¨®ticas y vac¨ªas (¡°?quiere bolsa?¡±, ¡°?ticket del parking?¡±, ¡°?tarjeta-no-s¨¦-qu¨¦?¡±), por eso cuando las escuchas ofrecerte rosc¨®n de reyes de oferta varios d¨ªas despu¨¦s de que se hayan celebrado los reyes piensas, por un segundo, que debes prestar atenci¨®n a sus palabras, que debes mirarles a los ojos y tener una conversaci¨®n franca con ellas.
Pero no. Solo quieren enga?arte. Las han entrenado para conducirte a la perdici¨®n. Eres como un reportero de guerra al que una se?ora bosnia con pa?uelo le dice ¡°?ll¨¦vese a mi hijo, no quiero verlo morir!¡± La tentaci¨®n de ablandarse est¨¢ ah¨ª, pero tu trabajo no es salvar a los pobres ni?os de Srebrenica, tu trabajo es grabarlo todo, volver a casa, convertirte en un novelista de ¨¦xito, contar historias de espadachines, regalarle armas de juguete a Javier Mar¨ªas y discutir con @barbijaputa por Twitter, ya en pijama, para corregirle unas cuantas faltas de ortograf¨ªa mientras la tratas de usted; o m¨¢s bien, como ¨ªbamos diciendo antes de que esta met¨¢fora se nos saliera de madre, tu trabajo es comprar papel higi¨¦nico, aceite y champ¨² y volver a casa sin un rocoso ejemplar de bizcocho por mucha pena que te d¨¦ y muy seductora que sea la oferta.
3. Mira, no: no te apuntes a un gimnasio
Si todo lo dem¨¢s ha fallado, si llevas semanas aliment¨¢ndote de restos navide?os, basuras en oferta y turrones pochos que supuran grasilla de forma cada vez m¨¢s aceitosa, olv¨ªdate de la pantomima del gimnasio. No es para ti. Si has ca¨ªdo por el barranco de la vulgaridad postnavide?a es porque te gusta naufragar en la mediocridad, y el deporte es para gente que est¨¢ en los extremos, para los atletas gloriosos y los psic¨®patas de Rianxo. Tu destino es quedarte a medias, como todos esos ilusos que acuden en masa a violentar el espacio de los usuarios habituales durante dos meses de espejismo. No lo intentes. De verdad. No te hagas eso.
4. No cambies los regalos de mierda: ?qu¨¦datelos!
Efectivamente, tu t¨ªo Felipe, el divorciado, no es un as con los regalos. Las cosas han ido de mal en peor desde que alg¨²n tipo de magia espantosa introdujo en su cabeza la idea, del todo trastornada, de que pod¨ªa, de que era capaz de comprar cosas para ti en lugar del sobre arrugado, feo pero util¨ªsimo con 50 € que acostumbraba a meterte en el bolsillo como si fuera un gramo de coca¨ªna. Ahora quiere impresionarte con abrigos monstruosos que no te pondr¨ªas ni bajo una amenaza de paliza.
Obviamente, la reacci¨®n autom¨¢tica es cambiarlos. No lo hagas. Si para hacer tus regalos tuviste la astucia de preparar las cosas con antelaci¨®n, evitando las aglomeraciones, no te pongas ahora a hacer colas infernales en un centro comercial. No seas rata. Si no quieres ponerte esa aberraci¨®n, no lo hagas, pero ?en qu¨¦ lugar te deja, como ser humano, la capacidad para soportar la tortura de una tarde entera revolviendo sobras textiles con La Masa en una tienda que jam¨¢s visitar¨ªas por tu propio pie solo para amortizar 50 euros miserables? Adem¨¢s, si quieres romper con estas fiestas, lo mejor es hacerlo ya.?
5. ¡°?Feliz a?o, eh, que no nos hab¨ªamos visto!¡±
El ¨²ltimo consejo del d¨ªa pretende impedir que te conviertas en un Larry David social que intenta hallar una ecuaci¨®n matem¨¢tica para explicarle a la gente que ya ha pasado demasiado tiempo de 2018 como para que te feliciten el a?o. ?C¨®mo hacerlo? ?Muy sencillo! En primer lugar, necesitas matricularte en una facultad de Medicina, cursar los seis a?os de carrera y otros cuatro m¨¢s en el Sistema de Formaci¨®n Espec¨ªfica en Neurolog¨ªa; m¨¢s tarde te haces amigo de un inform¨¢tico y desarroll¨¢is juntos un bio chip que permita implementar en el cerebro la funci¨®n de Twitter para silenciar palabras. Cuando hayas llegado a este punto, solo necesitar¨¢s patentar el invento, aplic¨¢rtelo a ti mismo, introducir ¡°feliz a?o¡± y vivir en el reverso perfecto de un episodio de Black Mirror donde la tecnolog¨ªa te solucione la vida en lugar de arruin¨¢rtela.
La crisis consiste, dijo un se?or, en que lo viejo muere y lo nuevo no acaba de nacer. Es m¨¢s, el se?or a?adi¨® que en ese interregno se verifican los fen¨®menos morbosos m¨¢s variados. Le falt¨® a?adir: ¡°como la post-Navidad¡±. Al fin y al cabo, este conocido aforismo se escribi¨® desde la c¨¢rcel, ?y qu¨¦ es la vida de turrones pochos e iluminaci¨®n difunta sino una c¨¢rcel moral?
Pues eso. Lib¨¦rate de las cadenas y escapa.
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