Hostilidad
Una compa?era le dijo que los Reyes eran los padres. ?Los padres de qui¨¦n?, pregunt¨® la ni?a
Esta ni?a de siete a?os ya no cree en los Reyes, pero todav¨ªa no lo sabe. El pasado d¨ªa 6 se levant¨® pronto y fue al sal¨®n, donde estaban expuestos los regalos. La envoltura del suyo as¨ª como la cinta que adornaba el paquete le resultaron familiares. Eran las mismas de un obsequio que hab¨ªa recibido meses antes su hermana mayor por el cumplea?os. Sinti¨® una extra?eza muda y apart¨® una idea turbadora de la cabeza para centrarse en el juguete electr¨®nico, muy deseado, que le hab¨ªan tra¨ªdo los Magos. Mientras lo manipulaba, observ¨® de reojo que sus padres, ajenos a lo que ocurr¨ªa por debajo de sus rodillas, se daban las gracias mutuamente, ella por el port¨¢til y ¨¦l por la cartera de piel que les hab¨ªan dejado Melchor, Gaspar y Baltasar. Le pareci¨® raro este intercambio, pero sigui¨® a lo suyo.
El lunes, cuando regres¨® al colegio, una compa?era le dijo que los Reyes eran los padres. ?Los padres de qui¨¦n?, pregunt¨® la ni?a, y su amiga se rio: los padres en general, respondi¨®. Pens¨® en unos padres abstractos, con el rostro borroso, entrando en las casas por las noches cargados de regalos. Entre tanto, en su mente se fue abriendo paso una sospecha como un buque en medio de la niebla. A lo largo del d¨ªa, y aunque intentaba pensar en otras cosas, la quilla del buque, afilada como la de un rompehielos, quebraba todas sus defensas y progresaba hacia realidades desconocidas, pero de las que hab¨ªa o¨ªdo hablar. Realidades en las que dos y dos eran cuatro y donde la gente no viv¨ªa en las nubes. Ella viajaba en ese buque, asomada a un horizonte que la alejaba del mundo de la infancia para ingresar en otro que, aun de lejos, le pareci¨® hostil. Durante la cena, su madre le pregunt¨® si le ocurr¨ªa algo, y ella dijo que no, que nada.
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