Culpables
El PDeCAT y Mas no enga?an a nadie al desvincularse de la condena a CDC
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Es un triste r¨¦cord para Espa?a: todos los grandes partidos de gobierno han sufrido o est¨¢n sufriendo la persecuci¨®n judicial por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en el ejercicio del poder. Pero es dif¨ªcil encontrar precedentes a la sentencia conocida este lunes en Catalu?a y a la implosi¨®n del partido afectado, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC), aunque no necesariamente de sus dirigentes.
El expolio del Palau de la M¨²sica, el instrumento del que se vali¨® CDC para recaudar financiaci¨®n ilegal, ascendi¨® a la friolera de 23 millones de euros en 10 a?os. Las mordidas que fueron a parar a las arcas del partido sumaron 6,6 millones, que CDC deber¨¢ devolver a cuenta, entre otras cosas, de sus 15 sedes embargadas. Por parte del partido, sin embargo, solo el extesorero Daniel Os¨¤car ha sido condenado a cuatro a?os. El otro extesorero implicado muri¨® antes de la sentencia y ning¨²n dirigente estaba procesado. Las principales condenas han sido para Millet (nueve a?os y ocho meses), Montull (siete a?os y seis meses) y otros administradores de la instituci¨®n cultural.
La sentencia puede albergar aspectos discutibles, como la impunidad final de los l¨ªderes de CDC, de la empresa que pag¨® las comisiones ilegales (Ferrovial), y todos los aspectos que los concernidos aspiren a recurrir. Su recorrido en el marco judicial ser¨¢, pues, el que marquen los jueces. Pero es su impacto pol¨ªtico el que procede analizar tambi¨¦n, ya que este esc¨¢ndalo de corrupci¨®n tiene una relaci¨®n directa con la deriva a la que se entreg¨® la clase nacionalista dirigente y que todo el pa¨ªs est¨¢ pagando. Suya es esa responsabilidad.
Acorralada por el esc¨¢ndalo de este caso y los que afectan a la familia Pujol, y espoleada tambi¨¦n por la crisis econ¨®mica, CDC se aprest¨® a abrazar la causa independentista hasta el descarrilamiento institucional de Catalu?a en septiembre. Primero en alianza con ERC bajo el nombre de Junts pel S¨ª, despu¨¦s como Partido Democr¨¢tico de Catalunya (PDeCAT) y, en las ¨²ltimas elecciones y por voluntad de Carles Puigdemont bajo el nombre de Junts per Catalunya, los herederos de Conv¨¨rgencia han mudado de nombre y radicalizado su programa con la intenci¨®n de hacer olvidar su acreditada trayectoria de corrupci¨®n institucional. Solo hace unos d¨ªas que Artur Mas, quien fue el delf¨ªn de Pujol, presidente de CDC y m¨¢s recientemente de PDeCAT, abandon¨® este cargo.
El PDeCAT se ha dado prisa en desvincularse de CDC y los jueces dictaminar¨¢n en futuros recursos si esto es v¨¢lido. Pero pol¨ªticamente no pueden enga?ar a nadie. La huida hacia adelante emprendida por sus l¨ªderes, su renacimiento bajo nombres diferentes y su radicalizaci¨®n en tiempos de crisis de los viejos partidos en todo el mundo han dejado huellas dolorosas para Catalu?a y Espa?a. ERC y la CUP lo sab¨ªan y obviaron toda exigencia de limpieza en aras de la causa independentista. Los comunes tambi¨¦n jugaron con la ambig¨¹edad. Para toda la clase pol¨ªtica espa?ola debe ser una lecci¨®n de c¨®mo las huidas hacia adelante sin asumir responsabilidades pueden provocar, en suma, males a¨²n mayores.
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