Diez mitos que a¨²n creemos sobre la ¡®gripe espa?ola¡¯ de 1918
La que es considerada como la mayor pandemia de la historia tuvo lugar hace 100 a?os, pero todav¨ªa no hemos entendido lo m¨¢s b¨¢sico
Este a?o se conmemora el centenario de la gran pandemia de gripe de 1918. Se cree que en ella murieron entre 50 y 100 millones de personas, lo cual representa nada menos que el 5% de la poblaci¨®n mundial. Quinientos millones de personas se contagiaron.
Un hecho especialmente destacable fue la predilecci¨®n de la enfermedad por cobrarse la vida de adultos j¨®venes saludables en vez de las de ni?os y ancianos, que suelen ser los m¨¢s vulnerables. Hay quien la ha calificado de la mayor pandemia de la historia. La cat¨¢strofe ha sido materia frecuente de especulaci¨®n a lo largo del ¨²ltimo siglo. Los historiadores y los cient¨ªficos han propuesto numerosas hip¨®tesis referentes a su origen, alcance y consecuencias. Por consiguiente, muchos de nosotros tenemos ideas equivocadas al respecto.
Si rectificamos las siguientes 10 creencias, podremos entender mejor lo que pas¨® realmente y aprender a prevenir y mitigar cat¨¢strofes como esta en el futuro.
1. La pandemia se origin¨® en Espa?a
Nadie cree que la llamada ¡°gripe espa?ola¡± se originase en Espa?a.
Posiblemente, la pandemia adquiri¨® su apodo debido a la Primera Guerra Mundial, que por entonces se encontraba en pleno apogeo. Los principales pa¨ªses beligerantes hac¨ªan todo lo posible por evitar dar ¨¢nimos a sus enemigos, as¨ª que en Alemania, Austria, Francia, Reino Unido y Estados Unidos se suprimi¨® la informaci¨®n sobre el alcance de la enfermedad. Por el contrario, Espa?a, al ser neutral, no necesitaba ocultarla. Este hecho produjo la falsa impresi¨®n de que este pa¨ªs fue el m¨¢s castigado. De hecho, el origen geogr¨¢fico de la gripe sigue siendo objeto de debate, aunque diversas hip¨®tesis han apuntado al Este de Asia, Europa e incluso Kansas.
2. La pandemia fue producto de un ¡°supervirus¡±
La gripe de 1918 se propag¨® r¨¢pidamente y mat¨® a 25 millones de personas solamente en los seis primeros meses. Esto hizo temer a algunos que hubiese llegado el fin de la humanidad, y ha alimentado mucho tiempo la suposici¨®n de que la cepa de la enfermedad era particularmente letal.
Se cree que en esta pandemia murieron entre 50 y 100 millones de personas, lo cual representa nada menos que el 5% de la poblaci¨®n mundial. Quinientos millones de personas se contagiaron
Sin embargo, estudios m¨¢s recientes indican que el virus, aunque m¨¢s mort¨ªfero que otras cepas, en esencia no era diferente de los que dieron lugar a las epidemias de otros a?os. La alta tasa de fallecimientos se puede atribuir en gran medida al hacinamiento en los campamentos militares y los entornos urbanos, as¨ª como a la mala calidad de la alimentaci¨®n y las condiciones sanitarias padecida durante la guerra. Actualmente se cree que muchas muertes se debieron al desarrollo de neumon¨ªas bacterianas en unos pulmones debilitados por la gripe.
3. La tercera oleada de la pandemia fue la m¨¢s letal
En realidad, la oleada inicial de muertes de gripe en la primera mitad de 1918 fue relativamente peque?a. Fue en la segunda oleada, desde octubre hasta diciembre del mismo a?o, cuando se registr¨® la mayor tasa de fallecimientos. La tercera oleada, que se produjo en primavera de 1919, fue m¨¢s letal que la primera pero menos que la segunda.
Hoy en d¨ªa, los cient¨ªficos creen que el pronunciado aumento del n¨²mero de v¨ªctimas mortales en la segunda oleada fue consecuencia de las condiciones que favorecieron la proliferaci¨®n de una cepa m¨¢s mort¨ªfera. Las personas con afecciones m¨¢s leves se quedaron en casa, pero los casos m¨¢s graves se sol¨ªan hacinar en hospitales y campamentos, lo cual intensific¨® la transmisi¨®n de una variedad m¨¢s letal del virus.
4. El virus mat¨® a la mayor¨ªa de las personas infectadas
De hecho, la gran mayor¨ªa de personas que contrajeron la gripe en 1918 sobrevivieron. En general, las tasas nacionales de mortalidad de los infectados no superaron el 20%. Sin embargo, estas tasas variaban de unos grupos a otros. En Estados Unidos, las muertes fueron especialmente elevadas entre las poblaciones nativas americanas, tal vez debido a las bajas tasas de exposici¨®n a las antiguas cepas del virus. En algunos casos desaparecieron comunidades enteras.
Evidentemente, incluso una tasa de mortalidad del 20% supera con mucho a la de una gripe convencional, que mata a menos de un 1% de los infectados.
5. Las terapias de la ¨¦poca apenas ten¨ªan impacto sobre la enfermedad
Durante la gripe de 1918 no exist¨ªan terapias antivirales espec¨ªficas. Hoy en d¨ªa, las cosas no han cambiado demasiado, y la mayor¨ªa de los tratamientos para la enfermedad van dirigidos a aliviar a los pacientes m¨¢s que a curarlos.
Una hip¨®tesis propone que muchas muertes por gripe se podr¨ªan atribuir en realidad a la intoxicaci¨®n por aspirina. En aquella ¨¦poca, las autoridades m¨¦dicas recomendaban altas dosis de este medicamento de hasta 30 gramos diarios. Actualmente se considera que cuatro gramos al d¨ªa son la cantidad m¨¢xima segura. Las altas dosis de aspirina pueden provocar muchos de los s¨ªntomas de la pandemia, incluidas las hemorragias.
No obstante, al parecer las tasas de mortalidad eran igual de altas en lugares del mundo en los que la aspirina no era de tan f¨¢cil acceso, as¨ª que el debate contin¨²a.
6. La pandemia dominaba las noticias diarias
Los funcionarios de los servicios p¨²blicos de salud, la polic¨ªa y los pol¨ªticos ten¨ªan motivos para restar importancia a la gravedad de la gripe de 1918, lo cual tuvo como resultado menos atenci¨®n por parte de la prensa. Adem¨¢s del temor a que divulgarla abiertamente envalentonase al enemigo en ¨¦poca de guerra, quer¨ªan preservar el orden p¨²blico y evitar el p¨¢nico.
Sin embargo, las autoridades reaccionaron. En el punto ¨¢lgido de la pandemia se establecieron cuarentenas en muchas ciudades. Algunas fueron obligadas a restringir los servicios b¨¢sicos, incluida la polic¨ªa y los bomberos.
7. La pandemia cambi¨® el curso de la Primera Guerra Mundial
Es poco probable que la gripe cambiase el desenlace de la Primera Guerra Mundial, porque los combatientes a ambos lados del campo de batalla se contagiaron m¨¢s o menos por igual.
Sin embargo, apenas hay duda de que la guerra influy¨® profundamente en el curso de la pandemia. La concentraci¨®n de millones de soldados cre¨® las condiciones ideales para el desarrollo de cepas del virus m¨¢s agresivas y su propagaci¨®n por el planeta.
8. La vacunaci¨®n acab¨® con la pandemia
La vacunaci¨®n contra la gripe tal como la conocemos hoy en d¨ªa no se practicaba en 1918 y, en consecuencia, no desempe?¨® ning¨²n papel en la extinci¨®n de la pandemia. Es posible que la exposici¨®n a anteriores cepas de la gripe ofreciese algo de protecci¨®n. Por ejemplo, los soldados que llevaban a?os sirviendo en el Ej¨¦rcito sufrieron tasas de mortalidad m¨¢s bajas que los nuevos reclutas.
Adem¨¢s, es probable que el virus, que mutaba r¨¢pidamente, evolucionase con el tiempo hacia cepas menos letales. Es algo que predicen los modelos de selecci¨®n natural. Como las cepas altamente mort¨ªferas acaban en muy poco tiempo con su anfitri¨®n, no pueden propagarse con tanta facilidad como las menos letales.
9. Los genes del virus nunca se han secuenciado
En 2005, los investigadores anunciaron que hab¨ªan determinado con ¨¦xito la secuencia gen¨¦tica del virus de la gripe de 1918. El virus se recuper¨® del cuerpo de una v¨ªctima de la enfermedad enterrada en el permafrost de Alaska, as¨ª como de muestras de soldados estadounidenses que cayeron enfermos en aquella ¨¦poca.
Dos a?os despu¨¦s se observ¨® que los monos infectados con el virus presentaban los mismos s¨ªntomas observados durante la pandemia. Los estudios indican que los animales murieron cuando sus sistemas inmunitarios reaccionaron excesivamente al virus en lo que se conoce como una ¡°tormenta de citosinas¡±. Actualmente, los cient¨ªficos creen que, en 1918, una reacci¨®n excesiva del sistema inmunitario similar a esta contribuy¨® a las altas tasas de mortalidad entre adultos j¨®venes por lo dem¨¢s sanos.
10. La pandemia de 1918 ofrece algunas lecciones para 2018
Es corriente que, cada pocas d¨¦cadas, se produzcan epidemias graves de gripe. Los expertos creen que no hay que preguntarse si va a haber una pr¨®xima, sino cu¨¢ndo suceder¨¢.
Aunque poca gente puede recordar la gran pandemia de 1918, podemos seguir aprendiendo de ella, desde la importancia de lavarse las manos y vacunarse por sentido com¨²n, hasta el potencial de los medicamentos antivirales. Hoy en d¨ªa sabemos mejor c¨®mo aislar y tratar a un gran n¨²mero de pacientes enfermos y agonizantes, y podemos recetar antibi¨®ticos, de los que no se dispon¨ªa en 1918, para combatir las infecciones bacterianas secundarias. Quiz¨¢ la mayor esperanza resida en mejorar la nutrici¨®n, las condiciones sanitarias y el nivel de vida, que mejoran la capacidad de los pacientes de resistir a la infecci¨®n.
En el futuro pr¨®ximo, las epidemias de gripe seguir¨¢n siendo un componente anual del ritmo de la existencia humana. Como sociedad solo podemos esperar que hayamos aprendido las lecciones de la pandemia lo bastante bien como para dominar otra cat¨¢strofe mundial como aquella.
Richard Gunderman es catedr¨¢tico de Medicina, Artes Liberales y Filantrop¨ªa de la Universidad de Indiana.
Cl¨¢usula de divulgaci¨®n. Richard Gunderman no trabaja para ninguna empresa u organizaci¨®n que pueda beneficiarse de este art¨ªculo, no las asesora, no posee acciones en ellas ni recibe financiaci¨®n. Tampoco declara otras vinculaciones relevantes aparte del cargo acad¨¦mico mencionado.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la web The Conversation.
Traducci¨®n de News Clips.
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